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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Somos unas histéricas

Endometriosis of the Fallopian Tube (Luminal Pattern)

Anita Botwin

Que somos unas histéricas cuando nos viene la regla y parecemos la niña del exorcista en un tiovivo. Que nos quejamos de vicio porque sangramos como si no hubiera mañana hasta padecer anemia y hemorragias, es porque somos unas exageradas. Que nos duelen los ovarios y todo lo que llevamos ahí dentro, y que a veces se trata de una enfermedad incapacitante es algo que mucha gente desconoce. Aquí nuestra amiga, se llama endometriosis y la sufre el 15% de las mujeres en edad fértil. Yo soy una de ellas.

Marzo es el mes internacional de la endometriosis, una de la enfermedades más silenciadas -la enfermedad silenciosa la llaman- muy probablemente por el hecho de que la padezcamos mujeres. No tiene cura y tan sólo tratamiento para los síntomas, que suele consistir en anticonceptivos y analgésicos. En la mayor parte de los casos, el diagnóstico es tardío precisamente por su desconocimiento, y puede tener consecuencias fatales si no se detecta a tiempo, llegando incluso a extirpación de órganos.

Otra de las opciones que baraja la medicina o algunos médicos para paliar los dolores pasa por “tener un hijo”, como me llegó a decir un señor ginecólogo ni corto ni perezoso. Para qué investigar si podemos tener hijos, manda ovarios.

La endometriosis está presente en la mitad de las mujeres con problemas de fertilidad, y provoca dolores en la pelvis, la espalda, náuseas y vómitos, fatiga, problemas intestinales y sangrados, además de la pérdida de órganos y afectaciones en el cerebro o el corazón. Con todo eso, se sigue considerando una enfermedad benigna, propia de histéricas.

Nos han enseñado a callar y a padecer para no parecer unas histéricas. “¿A esta qué le pasa? fijo que tiene la regla”. No sólo tenemos que pasar por los dolores menstruales -biología, maldita seas- sino que tenemos que ser sigilosas y callar nuestras dolencias y cabreos. Ir al trabajo o a la escuela aunque estemos al borde del desvanecimiento es obligatorio porque es una dolencia incomprendida.

Animo a todas las mujeres a que se hagan revisiones periódicas y si tienen dolores fuertes no los asocien únicamente al dolor provocado por la menstruación, ya que podría tratarse de algo más serio. Mi consejo es que sean cansinas y exijan las pruebas que consideren oportunas. “Tienes gases”, me dijeron a mí, cuando en realidad tenía un quiste de 4 cm en un ovario por el que tuve que ser intervenida quirúrgicamente. Hasta entonces me había parecido normal terminar doblada por el dolor que me causaba la regla.

Si escribo estas líneas no es por asustar, sino para concienciar de que tenemos un problema de salud en el que las mujeres seguimos siendo de segunda y no se tiene en cuenta la perspectiva de género a la hora de investigar y tratar enfermedades que sólo nos afectan a nosotras y que causan mucho dolor tanto físico, como psicológico. La comunidad médica ha de concienciarse y tratar a las pacientes con una nueva mirada. Y sobre todo investigación, investigación y más investigación.

Necesitamos unidades especializadas para tratar estas dolencias, con equipos multidisciplinares de ginecólogas, psicólogas y enfermeras; y especialmente investigación que se centre en enfermedades y patologías sufridas por las mujeres. Por aportar un dato que extraigo de este artículo, “En EEUU los Institutos Nacionales de Salud financian los estudios sobre diabetes, una enfermedad que afecta a cerca de 14 millones de mujeres, con 100 veces más dinero que los que se hacen sobre endometriosis, que afecta a unas 8 millones de mujeres en ese país”.

Negar el sesgo de género en la investigación no hace ningún bien al desarrollo de la medicina y aunque sólo fuera por un tema económico se evitarían operaciones con el gran coste que ello supone. Existe una discriminación real por parte de toda la sociedad, y en concreto de la médica, que no tiene una visión sesgada con lo que eso supone para la mujer con endometriosis.

En nuestro país, una petición en la web Change.org pide que se investigue más y mejor, se pongan más medios a disposición de las afectadas y se ayude desde el servicio público de salud a la compra de los medicamentos. La iniciativa pide que los ginecólogos deriven a las pacientes a “una unidad especializada con la menor brevedad” y que se destine más financiación a la investigación. Están muy cerca de conseguir el reto, así que animo a los lectores a echar una firmita.

Sólo una cosa más. La próxima vez que te llamen histérica, exige una ecografía.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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