La historia de cómo las mujeres de Sevilla consiguieron mejoras en los barrios construidos por hombres en los 70

Algunas de las protagonistas junto a la directora, Reyes Gallegos

Alejandro Luque

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Al principio de su documental Ellas en la ciudad, Reyes Gallegos reconoce que se hallaba en crisis con su profesión de urbanista. “La veía muy alejada de la realidad”, explica. Cuando le pidieron un estudio sobre los barrios de la periferia de Sevilla construidos en los años 70, en lugar de hacerlo desde su despacho, decidió salir cada mañana y adentrarse en ellos para conocerlos de cerca y con sus propios ojos. Entonces aparecieron las mujeres que iban a ser las protagonistas de la cinta.

“Yo había trabajado en muchos procesos de participación en barrios de toda Andalucía, donde grabé pequeñas cápsulas audiovisuales. Y también hice trabajos de localización para la serie El hijo zurdo. Pero nunca me había planteado dirigir un documental”, explica Gallegos. “Lo que me llevó a hacerlo fue el hecho de que, en un momento en que expuse fotos de los distritos sevillanos en diez centros cívicos, aquellas mujeres empezaron a reconocerme y yo a conocerlas a ellas. Mi intención era reconocer su labor de sostén de vida cotidiana en los pueblos, pero lo ignoraba todo de su lucha”.

En aquellos encuentros, Gallegos sacó casi inconscientemente el móvil y empezó a grabarlas en vídeo. Poco después, la idea de la película fue tomando forma hasta que obtuvo los medios para poder rodarla. “Yo tenía algunas ideas de los movimientos vecinales”, prosigue la directora, “pero en ningún caso sabía hasta qué punto estas mujeres los habían liderado. Algo que no debería extrañarnos, porque fueron ellas quienes empezaron a vivir la cotidianidad de estas nuevas ciudades mientras los hombres estaban en las fábricas. Son ellas las primeras que perciben las carencias y empiezan a organizarse”.

En pie de guerra

Desde clases de alfabetización a movilizaciones para reivindicar servicios y derechos, la fuerza de las acciones de aquellas mujeres impresionó a Gallegos. “Fueron capaces de parar carreteras, de ocupar edificios públicos, conseguir firmas… Incluso alguna vez se negaban a llevar a los niños a los pocos colegios que había, e iban todos juntos hasta la puerta del Ayuntamiento, ‘porque los niños hacen más ruido’, decían. Así fue como consiguieron muchísimas cosas, desde una línea de autobús a una farmacia. Y toda esa historia estaba sin contar”.

Para la directora, “vivimos una sociedad que ha registrado parte del conocimiento, pero ha dejado de registrar la mitad del mismo: la que corresponde a estas mujeres, muchas de las cuales eran activistas de la Transición, dejaron su juventud en esta lucha para que los puestos políticos pasaran a ser ocupados por hombres con la llegada de la democracia. Y esto tiene mucho que ver con el hecho de que las ciudades hayan sido diseñadas precisamente por hombres. Todavía hoy hay muy pocas urbanistas mujeres. Yo misma suelo encontrarme rodeada de hombres en las mesas de decisión. Todo depende de la política y las grandes empresas, cuyo techo de cristal sigue ahí. Esa masculinización del desarrollismo no aparecía en ningún sitio, la historia de la ciudad que estudian los alumnos de arquitectura no lo cuenta”.

Reyes Gallegos, durante el rodaje.

La directora incide también en el viaje personal que todas aquellas mujeres hubieron de hacer. “Acabaron viajando hacia otros lugares que ni ellas mismas sospechaban”, comenta. Un viaje que ella ha querido contar desde el saber técnico, pero también desde la emoción. “Mi tesis doctoral tenía que ver con la perspectiva de género, pero cuando fui madre y empecé a recorrer la ciudad con un carrito, empecé a verlo todo mucho más claro. Me sirvió para cuestionarme si quienes tuvieron a su cargo el diseño de nuestras ciudades tenían en cuenta algo tan importante como la reproducción”.

No obstante, Gallegos subraya que “el urbanismo con perspectiva de género no se ocupa solo de las madres, ni siquiera únicamente de las mujeres o de quienes se dedican a los cuidados. Lo que hace es empatizar con todas las personas de la ciudad”.

La violencia de las aceras

En sus paseos de reconocimiento, la cineasta comprobaba también cómo “cuanto más me alejaba del centro, mayor era la violencia sobre esta generación que hoy se mueve con carros de la compra, muletas y andadores, y todo me parecían indicadores de la situación. Pero también tuve en cuenta aspectos como el uso de transporte público, la disposición de alimentos frescos, el estado de las aceras, los comercios, los colegios…”

Por otro lado, la respuesta del público desde que la cinta se estrenó en Movistar + ha sido espectacular. Gallegos confiesa que “no sabía cómo se lo iba a tomar la gente más investigadora o científica, pero la buena acogida ha sido unánime, tanto por parte de la gente que conocía esos barrios como la de quienes no los conocían. Todos agradecen que demos a conocer el tema desde un punto de vista alejado de los tópicos. A lo largo de mi carrera he recibido críticas de profesores o colegas que me preguntaban si lo que yo postulaba era una ciudad hecha para mujeres. Algunos de ellos me han dicho que ahora entienden mejor la ciudad, vista con esas gafas de mujer”.

Juani, Toñi, Victoria, mujeres sin apellidos para interpelar al público desde la pantalla. “Ellas son, también, la memoria de lo que hemos perdido, herederas de una cultura rural, feministas y activistas sin saberlo, lo traían todo en el código genético. Y nos hacen preguntarnos si estamos llevando es la que deseamos”, concluye Gallegos, “si vivimos donde queremos vivir y como queremos vivir”.

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