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Nicaragüenses de León confían paz y justicia del país a Virgen de la Asunción

Nicaragüenses de León confían paz y justicia del país a Virgen de la Asunción

EFE

León (Nicaragua) —

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Los nicaragüenses de León y alrededores acompañaron hoy con cánticos y plegarias a la Virgen de la Asunción en una peregrinación hacia el Cerro Negro, donde dan gracias por el fin de la erupción del volcán en 1947, gratitud a la que este año se unió la petición de paz y justicia para Nicaragua.

En la procesión hasta las faldas del volcán Cerro Negro, unos cien fieles acompañaron a su venerada en la que confiaron la resolución de los problemas que afectan a Nicaragua, que vive sumida en una crisis sociopolítica desde cuyo comienzo, el pasado 18 de abril, perdieron la vida entre 317 y 448 personas.

Cada 14 de agosto, los leoneses celebran “La Gritería Chiquita”, festejo popular y religioso en honor a la virgen que se realiza desde el año 1947, fecha en la que cesó la erupción de uno de los volcanes más activos de la nación centroamericana, que cuenta con una altitud de 728 metros sobre el nivel del mar.

Durante las celebraciones de este año, fueron inevitables los cánticos y representaciones alusivas a las revueltas populares que vive el país desde hace casi cuatro meses, a consecuencia de unas fallidas reformas que el presidente Daniel Ortega intentó aplicar al seguro social y que desataron una oleada de masivas protestas contra la gestión del Gobierno.

Al término de la peregrinación al Cerro Negro, a la ciudad de León fueron llegando, poco a poco, personas desde todos los rincones del país, en esta ocasión, con un objetivo común: pedir a la virgen la paz, la justicia, la democracia, y el cese de la violencia y la represión, en una de las zonas más castigadas por los acontecimientos de los últimos meses.

En alusión a las protestas, los leoneses decoraron las calles con pequeños “tranques” (barricadas) a modo de altares coronados por una imagen de la virgen, en honor a los estudiantes que participaron activamente en las protestas, en las que los jóvenes fueron los protagonistas principales.

En este 14 de agosto, especial por las circunstancias especiales por las que atraviesa el país, se conmemoró el 71 aniversario del cese de la erupción, se pidió que no se repita el desastre volcánico y se clamó por la paz y la justicia en Nicaragua.

El pasado 10 de julio se cumplieron 71 años que el volcán Cerro Negro, el más joven de Centroamérica, hizo erupción y las cenizas que lanzó cayeron durante varios días sobre las viviendas de la ciudad de León, provocando el pánico entre los habitantes.

En esa ocasión, los pobladores de esa ciudad, ubicada 90 kilómetros al noroeste de Managua, por iniciativa del obispo Isidro Oviedo Reyes, levantaron altares en honor a la Virgen de la Asunción, que en la celebración de este martes sufrieron una transformación y pasaron de los tradicionales adornos con materiales sensibles, a bases con adoquines utilizados en los “tranques”.

Después de los ruegos de los pobladores de esa ciudad, la actividad del Cerro Negro cesó, y, creyendo que era un milagro, las autoridades eclesiales de la época establecieron que cada 14 de agosto se celebrara en todos los municipios del departamento de León el día de “La Gritería Chiquita”, en el que se canta a la Virgen y se reparten golosinas entre los promesantes.

La actividad consiste en recorrer las calles de León y visitar altares en honor a la Virgen, con cánticos y rezos a la vez que se grita “¿Quién causa tanta alegría?”, a lo que se responde: “La Asunción de María”, para culminar la fiesta con los llamados “toros encohetados”, que llenan de luz y color la última hora de la tarde.

A cambio de rezar y cantar, los feligreses reciben dulces, frutas, trozos de caña de azúcar y en algunos casos pequeñas bolsas con arroz, fríjoles, azúcar y otros tipo de regalos en medio de la quema de abundante pólvora.

Los protagonistas de las romerías van dotados de novenarios para cantar a la Virgen, y también llevan bolsas para llenarlas con los obsequios que reciben.

Un 58 por ciento de los 6,3 millones de habitantes de Nicaragua profesan la fe católica, según datos oficiales.

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