Andy Clark, filósofo cognitivo: “La inteligencia artificial será como un nuevo módulo inconsciente de nuestro cerebro”
Si hay una persona que ha cambiado nuestra forma de pensar sobre el cerebro, ese es Andy Clark, profesor de Filosofía cognitiva de la Universidad de Sussex. Hace ya más de dos décadas participó en el nacimiento de la teoría de la “mente extendida”, según la cual nuestra realidad cognitiva se construye en combinación con el mundo físico que nos rodea, desde nuestros teléfonos móviles a los edificios o el paisaje.
En su último libro, The Experience Machine, Clark se centra sobre todo en un cambio de enfoque sobre cómo construimos nuestra realidad: no se trata de un proceso de fuera hacia dentro, como se creía hasta ahora, sino que nuestro cerebro aplica buena parte de sus energías en hacer predicciones y comparar lo que sucede con la plantilla de la realidad que fabrica y actualiza a cada instante. Hace unas semanas, Clark participó en la primera asamblea del proyecto Xscape, del que forma parte, con un equipo multidisciplinar que utiliza las tecnologías más punteras en neurociencia para entender cómo pensaban nuestros antepasados.
¿Perder el móvil es hoy en día como perder un pedazo de cerebro o sufrir un daño cerebral?
Esa es la idea de la ‘mente extendida’. A veces, lo que el cerebro hace está tan bien acoplado con nuestra tecnología que es útil pensar en ello en una especie de sistema cognitivo único, porque la sensación [de perder el móvil] sería precisamente esa. Toda esa información que estaba disponible ya no lo estaría, así que sería parecido a despertar en mitad de la noche con una especie de daño cerebral sobrevenido.
Todo el mundo está hablando de la IA generativa, ¿cómo cambiará nuestra relación con la tecnología y nuestra mente extendida?
Es complicado saber cómo va a funcionar, porque son muy activas comparadas con un teléfono móvil y otros dispositivos. Será más como un compañero con el que compartirás tareas cognitivas durante toda tu vida, porque son claramente parte de nuestra mente, pero también tienen su identidad propia. Creo que lo que veremos es una especie de ecosistema de inteligencias, algunas de ellas muy personalizadas que hayas tenido desde niño y conozcan tus preferencias. Se trata de una nueva forma de mente extendida, como un nuevo módulo inconsciente de tu cerebro.
Estoy convencido al 100% de que las IAs generativas no son realmente inteligentes, “conscientes” ni nada parecido
Como filósofo cognitivo, ¿cuál es su opinión sobre las nuevas IAs generativas como ChatGPT?
Creo que son muy interesantes, pero estoy convencido al 100% de que no son realmente inteligentes, “conscientes” ni nada parecido, porque no funcionan de la forma adecuada para conseguir eso. Lo que sí consiguen son esas conversaciones asombrosas en las que pueden identificar patrones muy finos de lo que ya hemos hecho y ponerlos en texto o imágenes para mostrarnos todo tipo de cosas nuevas. Nadie sabe qué pasará, pero creo que tienen una especie de techo o límite respecto a lo que podemos esperar de ellas, porque son muy poco biológicas, no tienen percepción, no realizan acciones… No se parecen nada a un sistema biológico capaz de pensar. Solo procesan lo que les damos, sean imágenes o texto.
Un investigador español, Pablo Lanillos, trata de hacer que los robots pasen la prueba del espejo. ¿No hay inteligencia sin cuerpo?
De alguna manera, sí. No creo que necesites un cuerpo real, pero sí necesitas generar ese bucle de percepción y acción. Si lo piensas, las únicas acciones que puede hacer ChatGPT es darte más texto, y las únicas percepciones que obtiene son los textos que obtiene. Y cuando no puedes intervenir en el mundo no puedes poner a prueba tus ideas, que es lo que los animales hacemos, así aprendemos del entorno. Pero ChatGPT y Midjorney no pueden probar cosas y eso es una gran limitación, es como si tú tuvieras acceso a todos los experimentos que se han hecho en el mundo, pero no pudieras hacer ninguno propio.
Las IAs generativas no se parecen nada a un sistema biológico capaz de pensar
Si una IA no predice y se equivoca, o puede ser víctima de una ilusión visual, ¿no es verdaderamente inteligente?
Si tuvieras que resumir con una sola palabra qué hacen los cerebros, la respuesta es “predecir”. Por supuesto, ChatGPT hace predicciones, dentro de un texto, pero no las está usando como nosotros, no las está poniendo a prueba. Por eso no puede ser engañado o tener alucinaciones. La gente que piensa que esta tecnología está en el camino de la Inteligencia Artificial argumenta que tiene información sobre todo, sobre cómo huele algo, sobre lo que pasaría si empujas algo… Sabe mucho a su manera, pero es muy extraño, como una criatura alienígena que solo tienen una modalidad sensorial que resultan ser los textos. Si hace las cosas bien con las palabras, sobrevive, pero eso es todo lo que hace.
¿Está entre los que se preocupan por su avance?
Yo no estoy preocupado por la posibilidad de que se hagan con el control del mundo, no van a ser Terminator. Y conviene recordar que hay muchas amenazas existenciales para la humanidad y la IA puede ser una, pero a la vez también puede ser una de las soluciones para combatir esas amenazas, como calcular la trayectoria para interceptar un meteorito, por ejemplo.
¿Por qué el famoso vestido azul/amarillo es un buen ejemplo de cómo funciona nuestra mente predictiva?
Creo que es un buen ejemplo en dos sentidos. No se explica solo porque el cerebro hace asunciones sobre de dónde viene la luz, sino que un equipo de investigadores en Nueva York comprobó que tu historia personal parece predisponerte a verlo de una manera u otra, si eres más nocturno o diurno. Los primeros lo ven azul y los segundos tienden a verlo amarillo. Este es un segundo nivel de predicción, es decir, que hay predicciones que dependen del cableado duro del cerebro y otras que son más sutiles y que tienen que ver con cómo experimentamos las cosas.
¿Es verdad que hay hasta cuatro veces más conexiones nerviosas en las que la señal viaja en dirección a los órganos de los sentidos que al revés?
Sí, en algunas zonas del cerebro pueden llegar a ser hasta diez veces más frecuentes las vías de dentro hacia fuera. Es verdad que la evolución trata de ahorrar energía, pero el coste de procesar todos los datos es mucho mayor que el de inferirlos, como hace la comprensión de imagen digital, que asume que si falta un píxel debe ser similar al que estaba al lado.
La mayor parte del trabajo del cerebro es de dentro afuera en lugar de de fuera a dentro
Explíqueme por qué falseando el ritmo cardiaco se puede cambiar el pensamiento.
Yo me sorprendí cuando vi algunos de los primeros experimentos, pero los resultados son robustos. Si pones a la gente a mirar caras y les aceleras el pulso, una cara neutral es considerada más veces como agresiva. Estas diferencias se producen también cuando la gente tiende a considerar con más frecuencia que un objeto que en la mano de un personaje de videojuego es un arma si se le condiciona con un sonido de ritmo cardiaco acelerado. Y tiene sentido desde el punto de vista de lo que hace el cerebro predictivo, porque está utilizando todos los elementos para entender cómo es el mundo ahí fuera.
“Las predicciones están sentadas en el asiento del conductor ahora”, dice usted en su libro. ¿Cómo cambia eso todo lo que hemos discutido hasta ahora en neurociencia, por ejemplo, a la hora de entender la enfermedad mental?
Creo que hay dos transformaciones, la teórica y la aplicada. La primera es emocionante porque hemos reinterpretado muchas cosas que antes sabíamos, pero donde está la diferencia, a mi juicio, es en psiquiatría y neurología, donde aportamos un nuevo modo de pensar en la experiencia humana. El cerebro predictivo está siempre tratando de equilibrar las experiencias y las predicciones, y si eso se desajusta se podrían explicar muchos de estos problemas, desde el autismo o la esquizofrenia. Creo que nos estamos aproximando a obtener una especie de “tabla periódica de las variaciones de la experiencia”. Nos podría servir para explicar muchos fenómenos, incluido lo que sucede cuando se ingieren alucinógenos.
¿Qué es el Laboratorio de Mentes Materiales?
Es el laboratorio en el Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit-CSIC), en Santiago de Compostela, en el que, dentro del proyecto Xscape, Luis Martínez Otero y Felipe Criado están haciendo trabajos con réplicas de material arqueológico y seguimiento de la mirada (eye tracking), poniendo a humanos actuales a interactuar con objetos de antiguas civilizaciones para ver cómo los miran. En nuestro laboratorio en Sussex hacemos simulaciones de todo esto en mundos virtuales.
¿Qué puede aportar la ciencia cognitiva a disciplinas como la arqueología?
Este es un aspecto importante de la arqueología, ya que lo que quieres es entender cómo pensaba la gente, no solo cómo vivía, que parece un paso intermedio. Esta gente del pasado ha cambiado con el tiempo, y la mayoría de los cambios han sido genéticos, pero al mismo tiempo parece que la forma en que entendemos el mundo es tan diferente, como si hubiera habido una evolución cognitiva más sutil. Y el registro arqueológico da muchas pistas, porque provee herramientas y tecnologías, pero lo que nadie ha conseguido hasta ahora es mostrarnos cómo esta interacción con herramientas y ambientes puede cambiar la forma en que piensas, de modo que en la siguiente generación producen otros objetos y ambientes y avanzan escalonadamente hasta la forma en que pensamos hoy. Aquí se suman muchas disciplinas, que es lo que las ayudas Sinergy de la Comisión Europea buscaban: asuntos que no pudiera resolver nadie desde un solo campo; y eso es lo que estamos haciendo.
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