La 'campaña' política de Argüello molesta a los obispos: “Nos ha vuelto a meter en un lío”
“Un error, un nuevo error que vamos a pagar todos”. Así resume un obispo español la última polémica del presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello. El jefe de los obispos españoles ha vuelto a reclamar, por segunda vez en los últimos meses, que Pedro Sánchez se someta a una cuestión de confianza, dimita o convoque elecciones anticipadas.
Argüello hizo que lloviera sobre mojado. En las páginas de La Vanguardia reiteró: “En julio me pronuncié en estos términos. La situación está más bloqueada aún. Así que reitero (...): cuestión de confianza, moción de censura o dar la palabra a los ciudadanos. Es decir, lo que prevé la Constitución”.
“Nos ha vuelto a meter en un lío enorme”, subraya otro prelado consultado por elDiario.es porque las palabras de Argüello suscitaron una avalancha de reacciones en el Gobierno. Comenzando por Pedro Sánchez, que le recordó que “el tiempo en que los obispos interferían en política acabó cuando empezó la democracia”. El presidente le animaba a presentarse él mismo a las elecciones en unas hipotéticas listas de grupos como Abogados Cristianos.
La vicepresidenta María Jesús Montero también censuró a Argüello, como miembro de la “Iglesia progresista”. Pero fue el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, quien, de manera formal –mediante una carta–, exigía al presidente de los obispos españoles que “se abstenga de romper su neutralidad política y actúe con respeto hacia la democracia y el Gobierno”, con “ánimo constructivo y respetando todas las sensibilidades que existen en nuestro país”.
El mismo obispo crítico recuerda que, pese a que el propio Argüello matizó que hablaba a título personal porque este “no es un asunto que haya estado nunca en primera línea” de la reflexión como Conferencia, lo cierto es que la Oficina de Comunicación de la CEE tardó pocos minutos en contestar, a través de sus redes sociales, a la carta de protesta del Ejecutivo.
La Oficina justificó las palabras de su jefe. “El hecho mismo de que los medios pregunten a la Iglesia su opinión sobre la actualidad desmiente que la Iglesia deba ser un agente ausente de la vida pública y la opinión social. Ser miembro de la Iglesia no impide opinar sobre la vida pública ni dar entrevistas” señalaba un tuit de la CEE, que, como ha podido confirmar elDiario.es, fue obra del jefe de prensa de la Casa de la Iglesia.
“No consultó con nadie”, aseguran fuentes conocedoras del caso, que atribuyen la respuesta a “un calentón” del sacerdote Josetxo Vera. Sea como fuere, lo cierto es que, en otra decisión que fuentes episcopales califican de “incomprensible”, el propio Argüello volvió a utilizar su perfil en X para azuzar aún más la polémica, asegurando que “ante el respeto a la vida y su dignidad, la comprensión y el apoyo a la familia en la vivienda y la educación, la acogida de inmigrantes, el servicio a los pobres, la libertad religiosa y de conciencia y el respeto a las reglas básicas del Estado de Derecho, no soy neutral”.
¿Por qué?
¿A qué se debe la reacción de Argüello? Fuentes consultadas por este medio aseguran que el prelado “no terminó de medir” las repercusiones de sus declaraciones, que rompen, de nuevo, con la tradicional neutralidad de la Iglesia, en un momento especialmente delicado para las relaciones Iglesia-Gobierno. Con Argüello de presidente, el Ejecutivo de Sánchez ha optado por otra vía de negociación con la Iglesia, especialmente en los temas más delicados: Cuelgamuros y la pederastia.
En el primer caso, como adelantó en primicia elDiario.es, el ministro de la Presidencia negoció directamente con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, quien posteriormente delegó en el cardenal de Madrid, José Cobo, todo lo relativo a la resignificación del complejo. Una negociación en la que la Conferencia Episcopal no intervino.
Bolaños también acudió al Vaticano, ya con León XIV al mando, para arrancar a la Iglesia un nuevo modelo de reparación para las víctimas de la pederastia clerical que no quisieran formar parte del plan PRIVA auspiciado por Argüello y que, un año después, se ha demostrado un rotundo fracaso. Tras la visita del ministro a Roma y el posterior encuentro de la Ejecutiva de la CEE con el Papa Prevost, los obispos admitieron abrir un nuevo canal de indemnizaciones, liderado por el Defensor del Pueblo.
En privado, Argüello lamenta las “interpretaciones de trazo grueso” hechas a sus palabras y reivindica la “transversalidad” de su discurso, que le hace capaz de reunirse con adalides de la ultraderecha como Miguel Ángel Quintana Paz (cuyo libro presentó, junto a Santiago Abascal, hace meses) o mantener un debate con el president Salvador Illa, uno de los católicos más reputados de los socialistas.
“Tan pronto puede defender posturas de la izquierda, como en la regularización masiva de migrantes, como se posiciona con los postulados más radicales de la ultraderecha y su guerra cultural”, señala un eclesiástico que conoce a Argüello desde hace años.
Lo que parece claro es que su función como interlocutor de los obispos españoles no es, ni mucho menos, unánime. De hecho, en las últimas horas más de un obispo se ha dirigido en privado al Ejecutivo para tratar de ‘disculpar’ al arzobispo de Valladolid y asegurar que su posición “no refleja” el sentir de la Conferencia Episcopal. Sin embargo, como ya sucediera en julio pasado, la única voz entre el colegio de los obispos en mostrar su discrepancia con Argüello ha sido la del arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, quien ha pedido “prudencia” al presidente de la CEE. “Creo que tenemos que ser muy cuidadosos en la Iglesia con decir que hay que ir a nuevas elecciones o que hay que hacer una moción de censura”, señaló Planellas.
En público, sí que ha habido algún ostensible apoyo. El más relevante, el del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, quien en sus redes sociales aprovecha para arremeter, una vez más, con suma dureza, contra el Gobierno. “Dentro de la decadencia moral, corrupción, prevaricación, indecencia de saunas-prostíbulos, robos, mentiras flagrantes y control de la discrepancia judicial y mediática, disparan los mandamases contra la Iglesia una vez más. Están acabados. Dice bien Luis Argüello: pasar página, ya”, sostiene el prelado ovetense.
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