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Cuanto más rico, más contamina: por qué los hogares con más dinero de España emiten el doble de CO2 que los más pobres

Las personas y los países del Sur Global son los que menos emisiones aportan y los que más sufren las consecuencias de la crisis climática.

Marta Borraz

No todas las personas contaminan por igual ni todas van a sufrir las consecuencias de la misma manera. El cambio climático y la desigualdad están estrechamente relacionados, según pone de manifiesto el informe Injusticia climática. Lo que contaminan los más ricos y pagan los más vulnerables, presentado por Oxfam Intermón con motivo de la celebración de la COP25 en Madrid. El estudio ha analizado las emisiones de CO ligadas al consumo según niveles de renta en España y ha concluido que las producidas por el 10% de hogares más rico multiplican en 2,3 veces las del 10% más pobre, que tan solo suponen el 5,8% de las emisiones totales en nuestro país.

La organización ha cruzado distintas bases de datos del INE del año 2015 (la clasificación de bienes y servicios, la de actividades económicas, la de presupuestos familiares y la de emisiones por ramas de actividad) para llegar a estas conclusiones, con las que pretende poner el foco en cómo la desigualdad y la crisis climática se retroalimentan en todo el mundo. Así, los países de renta alta, en los que vive una de cada seis personas del mundo (y entre los que se encuentra España) emiten a la atmósfera 44 veces más CO que los menos desarrollados, según datos del Banco Mundial que recoge el estudio. 



Países que, además, señala, “son responsables históricos” porque desde 1960, el 50% del CO expulsado a la atmósfera proviene de un país industrializado miembro de la OCDE; mientras que los 49 países africanos al sur del Sáhara han sido los responsables de apenas el 0,02% de las emisiones. Y el grupo de países denominados por Naciones Unidas como “menos desarrollados”, que incluye a los 47 más pobres del mundo, solo genera el 0,8% de las emisiones totales. Un granjero ugandés medio, ejemplifica el informe, necesitaría 59 años para contaminar lo mismo que una persona española media en un año, según estimaciones hechas a partir de los datos del Center for International Climate and Environmental Research, en Oslo.

Intermón califica sus conclusiones de “tajantes” y asegura que “las desigualdades en las emisiones son inmensas” y están determinadas por grandes diferencias en ingresos y riqueza, tanto entre países como dentro de los mismos. En global, el 10% más rico del planeta es responsable de la mitad de las emisiones asociadas al consumo, lo que la organización define como “una pequeña élite contaminante que es 60 veces más responsables de las emisiones de CO2 que el 10% más pobre”. La mayoría de ese 10% con más recursos vive en países industrializados de la OCDE. 

“El dinero solemos convertirlo en consumo y a ello van aparejadas las emisiones”, explica Liliana Marcos, experta en políticas públicas y desigualdad de la ONG. Como ejemplo de consumo asociado a esa “élite contaminante”, Intermón nombra los jets privados y calcula que por cada vuelo, cada pasajero en uno de ellos quema 40 veces más dióxido de carbono que un pasajero de un vuelo regular. Un consumo, el de los vuelos comerciales, que “ya de por sí está vedado por inasequible para gran parte de la población mundial”.

Si nos centramos en España, los datos desagregados por tipo de consumo permiten concluir que el 10% de los hogares más ricos emiten más del triple (3,3 veces más) de CO en transporte que ese mismo porcentaje de los más pobres. La cifra es similar en el consumo asociado al vestido o al calzado (3,5). El informe explica que “varios estudios han demostrado” que en países de renta alta en los que hay grandes dosis de desigualdad (España es uno de los países más pobres de la Unión Europea) “las emisiones de gases de efecto invernadero son mayores que en aquellos con menor desigualdad”.



En este sentido, la ONG alude al “consumo desmedido” y asegura que las salidas a la crisis climática no solo deben vincularse a un “consumo y producción más eficiente y limpia”, sino que “hay que reducirlos para volver a situar la actividad económica dentro de los límites planetarios”. “El sistema económico actual, obsesionado con un aumento constate del PIB, se asienta sobre altos y crecientes niveles de consumo,  posibles únicamente gracias a la disponibilidad de energía barata”, añade.

Los que menos contaminan son más vulnerables

Pero el vínculo entre cambio climático y desigualdad no se reduce únicamente a la responsabilidad, también tiene relación con la menor capacidad de determinados países y personas para enfrentar la crisis ecológica. De acuerdo con el Índice de Riesgo Climático 2019, de los diez países más afectados por fenómenos meteorológicos extremos ocurridos entre 1998 y 2017, ocho de ellos son países en desarrollo de ingresos bajos o medio-bajos, uno de ingresos medio-altos (la República Dominicana) y otro de ingresos altos (Puerto Rico). 

De hecho, el argumento con el que Greta Thunberg cedió protagonismo en los actos en los que tenía previsto participar esta semana ha sido precisamente el de poner el foco no en las personas de los países ricos como ella sino en lo que tienen que decir aquellos que viven en el Sur Global, que es el que sufre las peores consecuencias de la crisis climática: “Es su historia la que debe ser contada, y no la mía”, aseguró la activista, que también se paró a aplaudir el emotivo discurso de su compañera de Fridays for Future, Hilda Nakabuye. “¿Quieren que toda África desaparezca antes de que tomen medidas? ¿No les importa si todos morimos?”, espetó a los políticos la joven ugandesa, de 22 años. 

“Son las personas con menos recursos y los países más pobres las que sufren el impacto de la emergencia climática de manera más profunda y extrema”, analiza Intermón en el informe, lo que les hace más vulnerables también a los desplazamientos. Entre los países más empobrecidos del mundo se encuentran Somalia, Níger, Malí o Sudán, donde priman los medios de vida dependientes de las condiciones climáticas y la media de ingresos es de 1.000 euros anuales, “a todas luces, insuficiente para impedir que su población sufra de lleno las peores consecuencias del ascenso de las temperaturas”. 

Ante este escenario, la organización reclama al Gobierno de España, al que asegura que cuenta con un “gran espacio de mejora”, aumentar la contribución financiera del Fondo Verde para el Clima, el mecanismo multilateral adoptado para ayudar a los países empobrecidos a poner en marcha medidas de adaptación y mitigación contra el cambio climático. Por otro lado, exige un incremento de la fiscalidad medioambiental, los llamados 'impuestos verdes', que apenas se aplican en nuestro país a la contaminación del aire, los residuos o el agua. 

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