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El estudio más riguroso hasta ahora corrobora que el uso de la mascarilla previene infecciones por coronavirus

Transeúntes se protegen con mascarillas por las calles de Palma.

Esther Samper

3 de septiembre de 2021 23:13 h

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El mayor y más riguroso estudio sobre los efectos de la mascarilla a la hora de contener el coronavirus en las poblaciones confirma lo que vienen diciendo los científicos hace meses: funcionan.

Aunque las mascarillas han sido una de las grandes protagonistas de la pandemia, su uso obligatorio para la población general en multitud de países del mundo generó y sigue generando grandes polémicas. La limitada cantidad y calidad de estudios científicos sobre las mascarillas en el mundo real no ha ayudado a disipar parte de esta controversia. A diferencia de la investigación de la utilidad de tratamientos o vacunas contra la COVID-19, cuya eficacia es relativamente sencilla de conocer en ensayos clínicos, el uso de mascarillas a nivel comunitario se enfrenta a importantes sesgos y complicaciones que dificultan conocer su verdadera utilidad para limitar los contagios por el SARS-CoV-2.

La complicación principal a la hora de conocer la verdadera eficacia de las mascarillas para controlar epidemias de enfermedades infecciosas respiratorias surge del mismo mecanismo de acción de estas prendas para la cara: bloquear tanto la entrada como la salida de gotitas y aerosoles respiratorios con agentes infecciosos a través de la mascarilla. Así pues, para valorar de forma correcta la utilidad de las mascarillas no basta con estudiar solo a las personas que las utilizan, sino que también hay que incluir a los individuos en contacto con las anteriores que podrían tener menos riesgo de contagio porque las primeras utilizan mascarilla.

En otras palabras, investigar de la forma más rigurosa posible el verdadero valor de las mascarillas para limitar los contagios en el mundo real es un gran reto científico, pues implica estudiar a un número considerable de personas dentro de una comunidad. Y, aun a pesar de conseguir lo anterior, seguirían existiendo otros factores que dificultan esta tarea: el diferente grado de implicación a la hora de usar la mascarilla, su correcta o incorrecta utilización, la posible asociación con otros comportamientos de protección o de riesgo...

El estudio más potente y riguroso hasta ahora

El pasado 31 de agosto se hizo público un artículo preliminar (preprint), aún no revisado por expertos en la materia ni publicado en una revista científica, con los resultados del mayor ensayo controlado aleatorizado hasta la fecha para averiguar el efecto de promocionar el uso de mascarillas a la hora de limitar los contagios por coronavirus en poblaciones. Este gigantesco estudio abarca a más de 342.000 adultos de 600 aldeas de Bangladesh y se realizó entre noviembre de 2020 y abril de 2021. Alrededor de 163.000 personas estaban dentro del grupo control, en el que no se realizó ninguna intervención. En el otro grupo, de 178.000 individuos, se realizaron diferentes acciones para promocionar el uso de mascarillas (quirúrgicas o de tela) en la comunidad.

A partir de los resultados de un estudio previo, los investigadores seleccionaron las medidas con mayor eficacia para aumentar el uso de mascarillas entre la población general de las aldeas seleccionadas de Bangladesh. Como explica el primer autor del estudio, Jason Abaluck,  profesor de Economía de la Universidad de Yale, la estrategia constaba de cuatro acciones: distribuir mascarillas de forma gratuita, ofrecer información sobre su utilidad, reforzar su uso en público a través de individuos que pedían a las personas que no llevaban mascarillas que se las pusieran y convencer a los líderes políticos y religiosos para que recordasen a la gente la importancia de llevar mascarillas. De esta forma, los científicos no solo consiguieron aumentar sustancialmente el uso de mascarilla entre las poblaciones seleccionadas (de un 13,3% a un 42,3%), sino que este uso se mantuvo en el tiempo.

Los investigadores también observaron que el efecto protector de las mascarillas era mucho más marcado entre las personas mayores de 60 años, con una disminución de las personas infectadas , con síntomas y positivos para anticuerpos, del 34,7%

Los investigadores realizaron encuestas a los participantes del ensayo de forma periódica (a las cinco y nueve semanas del comienzo del estudio) para averiguar si tenían síntomas típicos de COVID-19 y, más tarde, a las 10 y 12 semanas realizaban pruebas sanguíneas (serológicas) a aquellos que aceptaban para ver si habían desarrollado anticuerpos frente al SARS-CoV-2.

En las aldeas donde se promovió el uso de mascarillas, llegando al 42% en su utilización, se observó una reducción del riesgo relativo a sufrir una infección con síntomas por el coronavirus con anticuerpos confirmados en sangre. En el grupo de control se detectaron 8,6% de personas que informaban de infecciones con síntomas de COVID-19 y anticuerpos, en comparación con el 7,6% de personas en el grupo donde se promovió el uso de mascarillas. No obstante, el efecto observado era muy diferente según el tipo de mascarilla que se promocionaba. Mientras que el efecto en la disminución de COVID-19 era significativo para las mascarillas quirúrgicas (reducción del riesgo del 11,2%), este era mucho más pequeño y no significativo para las mascarillas de tela (5% de reducción del riesgo). Los datos ponderados suponen, según los autores, una disminución del riesgo del 9,3%.

Los investigadores también observaron que el efecto protector de las mascarillas era mucho más marcado entre las personas mayores de 60 años, con una disminución de las personas infectadas por coronavirus, con síntomas y positivos para anticuerpos, del 34,7%. Este hallazgo podría deberse a que las personas de mayor edad suelen mostrar síntomas con mayor frecuencia y, por tanto, el estudio detectase con mayor rigor la infección por coronavirus en ellas que en personas jóvenes, donde a menudo pasa desapercibida.

En definitiva, este estudio muestra que promover el uso de mascarillas en la población general, a través de acciones con eficacia demostrada, puede ser una medida segura y barata para limitar, hasta cierto punto, las infecciones por coronavirus en la comunidad.

Importantes limitaciones

A pesar de que este estudio es, por ahora, el mejor a la hora de valorar la disminución de infecciones sintomáticas por coronavirus gracias al aumento en el uso de mascarillas en la población general (en el mundo real), este sigue contando con importantes limitaciones. En primer lugar, no hay que despreciar el factor cultural. Puede que las acciones son eficacia demostrada para promocionar el uso de mascarillas en Bangladesh tengan un efecto diferente en otros países. Otro detalle que limita conocer el verdadero valor de las mascarillas para frenar los contagios por el SARS-CoV-2 es que no hicieron una detección activa de infecciones asintomáticas, por lo que estas quedaban fuera del “radar” de los investigadores. Como consecuencia, esto podría subestimar el efecto real de las mascarillas. 

Otra limitación importante del ensayo es que los investigadores observaron que en las aldeas donde se realizaron las acciones para promover las mascarillas también los habitantes cumplían más con la distancia de seguridad. Esto, de nuevo, complica conocer la magnitud real del efecto de las mascarillas. En cualquier caso, los autores del estudio pretenden continuar con su investigación para profundizar más en el rol de los tapabocas a la hora de prevenir infecciones por el coronavirus.

Más allá de sus limitaciones (que poseen todos los estudios científicos en mayor o menor medida), esta investigación es, hasta la fecha, la mejor prueba del valor de las mascarillas en el mundo real para evitar infecciones sintomáticas por el nuevo coronavirus. Averiguar la verdadera magnitud del efecto de las mascarillas frente a epidemias es un verdadero reto y este gigantesco estudio aporta algo de luz al respecto. Probablemente, los efectos de las mascarillas serían mucho más evidentes si, en lugar de aumentar de forma moderada el uso de mascarillas en la población general, se consiguiera establecer el uso correcto y universal de estos elementos protectores.

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