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La pandemia de COVID-19, una única ola en todo el mundo que empieza a remitir por primera vez

La ola mundial en el mundo.

Belén Remacha

21 de febrero de 2021 21:15 h

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La tercera ola de COVID-19 se está controlando en España y en el resto de Europa. Y la gran ola que hace un año se llevó por delante el mundo que conocíamos está también bajando desde hace cinco semanas. En el último reporte de la Organización Mundial de la Salud se puede ver que el número de contagios ha descendido la última semana un 16%, 2,7 millones menos que la anterior. El número de muertes también baja, un 10%: 81.000 menos. Es el descenso más prolongado en estos 12 meses. No significa necesariamente que el fin esté muy cerca, pero sí quizá que la humanidad ya no es un “lienzo en blanco” frente al virus como lo era en febrero de 2020. Los expertos piden tiempo para observar el comportamiento de un virus que se ha demostrado impredecible, y descartan que la vacunación, que comenzó principalmente en los países ricos, tenga incidencia a la escala de los números globales.

Sobre si ha habido realmente tres olas en España hay debate, no está tan claro si la tercera es realmente una oleada en sí misma o solo un repunte de la segunda. Pero en el mundo solo ha habido una muy grande que no dejaba de ascender. Una pandemia planetaria que ahora ha aflojado un poco, algo que la OMS llama “noticia alentadora”. Aunque “todavía hay muchos países con un número creciente de casos”. Y lo achacan principalmente a las restricciones: “Si seguimos con las mismas medidas de salud pública, podemos prevenir infecciones y salvar vidas”. Y otra cosa esperanzadora: el descenso se ha producido en plena expansión de las nuevas variantes –las llamadas británica, sudafricana y brasileña–, y estas no lo han impedido.

“A veces olvidamos que la COVID-19 es una infección respiratoria aguda. Y tienen este tipo de comportamientos, por dos motivos: la estacionalidad y lo social y ambiental”, explica Adrián Aguinagalde, de la Sociedad Española de Medicina Preventiva y Salud Pública (SEMPSPH). Y en febrero ocurre que “el comportamiento social tras las navidades, que es un evento bastante común al mundo occidental, se ha normalizado”, Europa va en bajada; y además el hemisferio sur se encuentra en situación favorable por el verano. “Ocurre también con la gripe. Cuando comienza a bajar en Europa, aún no ha empezado en los países del sur y durante un momento los dos hemisferios coinciden en buen estado. No quiere decir que se mantenga”, continúa. Las medidas “no farmacológicas”, es decir, las restricciones, han influido, pero “no tanto en la caída, sino en el máximo al que llegan los casos. A la desaceleración, normalmente, le sigue una aceleración”.


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Juan Ayllón, virólogo y director del área de Salud Pública de la Universidad de Burgos, también opina que “es complicado mirarlo sin perspectiva de tiempo. Lo que hemos tenido hasta ahora es que aparece un pico, luego otro en otro lugar, luego otro y se van sumando. Con una situación actual mundial con todos los países tomando medidas drásticas, están modificados. Puede actuar sin duda la estacionalidad”. La vacunación, insiste, todavía no tiene nada que ver: “Como mucho se puede notar en Israel”, donde sí está el 31% de la gente inmunizada. Pero “en otros países que llevan menos, no”. En Europa llevamos menos del 3%. “Y a nivel global, imposible”. “No hay inmunidad de grupo, pero sí cada vez más gente ha estado expuesta al virus. En Madrid, más de un 20%. Sigue habiendo mucha población en blanco, pero eso se nota”.

Ayllón recuerda que las 'olas' en España no han sido a la vez en todo el país, sino que las comunidades han llevado velocidades distintas desde que comenzó la pandemia, cuando sobre todo estaba afectada Madrid: “Comparado con entonces, cualquier cosa ha parecido poco”. Luego en distintos momentos les tocó a otras, y ha ocurrido algo parecido a nivel global. Por eso, “ya no espero situaciones tan críticas como las que vivimos hace un año. Nadie puede decirlo seguro, puede ocurrir que en provincias concretas, la incidencia se plante en 3.000. Pero más puntual, quizá”. La predicción de los expertos es que, si la vacunación funciona como se prevé y avanza, y combinado con que no se levanten antes de tiempo las restricciones, un posible repunte esta primavera tenga forma de cuarta ola pero no sea tan mortal como las anteriores. En incidencia tal vez no se note “porque tenemos todavía demasiada gente no inmune”, sigue Aguinagalde, pero “la mortalidad se ve influida por edades extremas, en los mayores de 80”, y son los que serán vacunados. Además, gran parte de los más vulnerables ya murieron a lo largo de este año, y esas muertes no se pueden repetir.

“La pandemia se va a acabar seguro en algún momento”, añade Ayllón, “lo que no sabemos es qué va a pasar después de la pandemia. Estoy seguro de que el virus se quedará con nosotros. Luego ya que tenga un comportamiento estacional, que sea tan peligrosa como una gripe… yo creo que en un periodo de 10-15-20 años será como un catarro que afectará principalmente a los niños. Mientras, nos queda todo ese tiempo en el que puede seguir habiendo brotes, como temporadas de gripe malas”. El 89% de los expertos consultados para este estudio de Nature también creen que el virus se quedará como un mal endémico, que no se terminará de eliminar nunca, igual que otros coronavirus.

Las variantes y la vacunación mundial: una incógnita

La OMS, a la vez que celebraba la bajada de casos mundial, avisaba sobre los peligros de las nuevas variantes más contagiosas. La británica ya está en casi 90 países y en España supone el 20% de las infecciones. De este descenso de casos mundial, ¿sí podemos interpretar que las nuevas variantes quizá no juegan un papel tan temible como se creía? “Personalmente diría que sí, aunque en esto nadie sabe a medio plazo, quizá en marzo influyen más”, responde Ayllón. Pero “en ningún caso las variantes por sí solas van a producir una pandemia nueva. Ni siquiera llegan a ser cepas. La diferencia no va a ser un cambio tan radical. En Burgos, con la variante de siempre, tuvimos al final del otoño incidencias monstruosas”.

Adrián Aguinagalde pone otro ejemplo de proximidad: “No hay que irse a mirar los datos del mundo. En Cantabria ya hay un 50% de presencia de B.1.1.7 [la británica] y, con semejante porcentaje, la incidencia actualmente está bajando. Las medidas de control parecen eficaces igual. Las tendencias de una epidemia no son tan fáciles de modificar, tal vez lo que sí puedan hacer es aplanar, que no baje tan rápido”.

La vacunación no tiene que ver con la bajada de casos a nivel mundial. Pero a partir de esta primavera, cuando sí avance más, ¿nos encontraremos una pandemia a dos velocidades? Diez países ricos acaparan el 75% de las administradas, y a la mayoría de África todavía no han llegado apenas dosis. Las que lo hagan lo harán sobre todo a través de la plataforma COVAX, de la ONU. Contesta Adrián Alonso Ruiz, investigador en Salud Global y acceso a medicamentos: “El riesgo que se asume con las estrategias nacionalistas, o regionalistas, de vacunación es dejar fuera a ciertas poblaciones o países y más proclives a sufrir nuevas olas. Esto tiene dos problemas: los epidémicos que pueda acarrear, y de derechos humanos”. Todos los expertos y la propia ONU alertan de que no proteger a la población de otros países, como los africanos o latinoamericanos, puede provocar que se generen ahí nuevas variantes que traigan de vuelta el virus a Europa con virulencia porque las vacunas no son tan efectivas con ellas.

La desigualdad ahora es muy evidente en la vacunación, pero no es nueva, ni con pandemia ni sin ella. Y puede afectar también cuando se miran los datos a tan gran escala: “Hay estudios que indican que no se han reportado los suficientes datos en ciertas regiones, que no se sabe muy bien cuál es el impacto”, añade Alonso, “parece que la estrategia de comparar estrategias de test y de notificación de datos tiene problemas, no son métodos armonizados ni son iguales las infraestructuras sanitarias. Aunque para hablar de infrarrepresentación no hace falta poner el énfasis en los países de ingresos bajos. En EEUU, con un sistema sanitario superfragmentado, también ha podido ocurrir en distintos momentos”.

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