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La victoria pírrica del Hospital de La Princesa

Concentración en contra de la conversión del Hospital de La Princesa.

Raúl Rejón

“No puedo decir que nos hayamos salvado”. Con esta frase resume una veterana trabajadora del Hospital Universitario de La Princesa el año que ha pasado desde que este centro se convirtió en la primera barricada contra el Plan de Medidas Sanitarias del Gobierno de la Comunidad de Madrid, presidido por Ignacio González. El hospital general de La Princesa iba a dejar de ser referente sanitario para 300.000 ciudadanos y convertirse en un centro “superespecializado en pacientes mayores de 75 años”, según contaba González el 31 de octubre de 2012.

21 días más tarde y decenas de concentraciones y encierros después, la Consejería de Sanidad consintió en respetar el carácter general del centro a cambio de que soportara un mayor recorte en sus fondos: entre 10 y 15 millones de euros en un año. Y, para salvar la cara al proyecto de especialización, los sanitarios han venido preparando siete programas dedicados a los mayores. “No puede catalogarse de marcha atrás”, justificó entonces el encargado de llevar adelante la entrada a gran escala de empresas privadas en la sanidad pública madrileña, el consejero Javier Fernández-Lasquetty. Entre las iniciativas de oposición, los profesionales recogieron más de 300.000 firmas que pedían que La Princesa se quedara como está. Entre ellas la de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.

“No se esperaban una reacción así de fuerte y unitaria”, rememora un médico de la actual plantilla. Todos los días de noviembre de 2012 el personal cortó dos veces al día la calle. Se encerraron en el edificio y dieron comienzo a la 'marea blanca'. Tras 12 meses, La Princesa atiende urgencias y mantiene todos sus servicios, pero teme por los planes que la Administración le tenga reservados. Los presupuestos sanitarios para 2014 caen un 1,8%.

Dando un paseo por el hospital no parece que haya ocurrido nada ni que las instalaciones hayan estado a punto de convertirse en geriátrico. Durante este año, la gerencia del hospital se ha dedicado a buscar partidas de las que recortar. “El personal no depende de nosotros, viene impuesto desde los servicios centrales de la consejería”, recuerdan.

“Estamos trabajando con lo justo”, cuenta a eldiario.es Marta, una enfermera. También los médicos han ido despareciendo de las unidades en virtud de las jubilaciones y bajas que no se reponen. En junio se produjo la última rendición de cuentas de la gerencia hacia los jefes médicos. No hay más datos desde entonces. En el encuentro de junio, en el salón de actos, el gerente tuvo que informar de que el ahorro en gasto sanitario había sido nulo y, según recuerdan quienes allí estaban, espetó: “Sé que muchos médicos recetan por modas y, cuando luego se demuestra que no son fármacos tan efectivos, yo ya he gastado el dinero”.

El análisis de un doctor de plantilla presente en la asamblea explica que “se hizo un cálculo sobre el papel de lo que había que recortar en fármacos sin analizar las posibilidades médicas o las necesidades”. Así que el dinero que La Princesa debe eliminar de sus cuentas –y con el que compró su supervivencia– se va de la forma más sencilla: en personal. “La plantilla está mermada”, concluye una sindicalista cuando se le pregunta por el funcionamiento del día a día.

La Princesa “sufre la misma situación de reducción de recursos que muchos otros hospitales públicos”, asegura la enfermera Marta. Como ejemplo, una cita ordinaria en psiquiatría infantil debe esperar hasta mayo de 2014.

Un nuevo mercado de 300.000 pacientes

Convertir este hospital en centro para mayores fue el detonante de las protestas que se alargan hasta hoy, centradas en la cesión de otros seis hospitales a empresas privadas. El plan que desmantelaba el hospital general estaba incluido en el autodenominado de “Sostenibilidad del Sistema Sanitario Público”. Sin embargo, el sistema no se ha derrumbado y esta medida nunca llegó a materializarse.

¿Por qué se incluyó, entonces, dentro de toda la oleada de privatizaciones hospitalarias y de atención primaria esta conversión? Algunos profesionales se atreven a analizar que quitar La Princesa de la red de atención especializada normal (con sus unidades y su urgencia) liberaba una masa de 300.000 personas que podrían ser captadas por otros centros, “quizá los gestionados privadamente, que ganan más si atienden a más pacientes”.

Por otra parte, concentrar a los mayores de 75 años (pacientes crónicos) en el sistema público dejaba una gran cantidad de enfermos agudos jóvenes con necesidad de hospital de referencia. Éstos son enfermos que menos recursos suelen consumir: ingresan y salen más rápido y con pocas recaídas. Para argumentar esta posición, una delegada sindical que prefiere no hacer público su nombre cuenta que “tenemos comprobado, por medio de los pacientes y el servicio de admisión, que personas con una intervención o prueba pendiente reciben llamadas para conminarles a escoger otro centro con la idea de evitar una larguísima espera en La Princesa que, en realidad, no existe”.

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