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Sacar adelante cinco hijos y una explotación agraria es un trabajo: las mujeres rurales paran el 8M

Mujeres trabajando en un olivar jiennense

Marta Barandela

Las mujeres del mundo rural están llamadas este 8 de marzo a unirse a la huelga laboral, de consumo, de cuidados y educativa con un objetivo: que se reconozca el trabajo doméstico no remunerado que realizan, su papel en las explotaciones familiares y la pervivencia de la brecha salarial.

Las mujeres en el campo tienen dificultades para acceder al empleo remunerado, pero “el trabajo nos sobra”, en palabras de la presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), Teresa López. “Otra cosa es que el trabajo tenga la consideración de empleo, pero muchas veces trabajar en casa y en la explotación es todo uno. Tenemos alguna compañera mayor que cuando le preguntas en qué ha trabajado, te dice: 'no, yo nunca he trabajado'. Y sacó adelante cinco hijos y una explotación con un montón de vacas. No ha hecho otra cosa más que trabajar en toda su vida, pero no tiene la percepción de que eso era un trabajo y debería haber generado derechos”, relata a eldiario.es.

La asociación que preside López –Fademur–, y la Confederación de Mujeres del Medio Rural (CERES), respaldadas por la UPA y COAG, han llamado a que se secunde la huelga del 8 de marzo en todas sus vertientes. CERES apoya que sea de 24 horas, mientras Fademur ha hecho un llamamiento a sus integrantes para realizar paros de dos horas en sus jornadas.

Las organizaciones reconocen la especial dificultad de la huelga de cuidados debido al envejecimiento de la población, que en la práctica ha supuesto una mayor carga de trabajo de las personas que cuidan (de forma mayoritaria, mujeres). A esto se suma el recorte de servicios básicos en los pueblos, desde guarderías a médicos o centros de mayores, como otras de las causas de que la cifra de mujeres al cuidado de personas dependientes sea mayor incluso que en el ámbito urbano.

La presidenta de CERES y responsable del Área de la Mujer de COAG, Inmaculada Idáñez, señala en conversación con eldiario.es que durante la jornada de paro se intentará que se haga visible el sobreesfuerzo que realizan las mujeres “sin que nadie se quede sin cuidados” e invitan a no llevar a los niños al colegio, no acudir al trabajo y no realizar tareas domésticas. Una de las propuestas de los colectivos organizadores del 8M es, por ejemplo, que sean ellos quienes se hagan cargo del trabajo para que ellas puedan parar. “Las mujeres rurales vivimos en primera persona la carga y la falta de reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado, que junto con la ayuda y el cuidado se consideran responsabilidades nuestras. Queremos que la conciliación y, sobre todo, la corresponsabilidad, lleguen al medio rural”, reivindican desde Fademur.

Del paro a la violencia machista: razones para el 8M

Las mujeres suponen aproximadamente la mitad de la población en el medio rural el Gobierno calculaba en 2015 que eran el 48%–, pese a lo cual cuentan con escasa representación en las organizaciones profesionales y sindicatos. En los consejos rectores de las cooperativas agropecuarias la presencia femenina es del 3,5%, mientras que en su base social ellas representan el 25%, según las cifras que aporta Fademur.

De acuerdo con los datos oficiales, además, la tasa de paro se ceba con ellas. Así lo recoge Eurostat en su libro de estadísticas anual, donde indica que España es, de hecho, uno de los países europeos donde se registra el desempleo más alto en las zonas rurales. “Un análisis detallado por género muestra tasas relativamente más bajas de empleo femenino y, por consiguiente, una brecha de género”, señala Eurostat, que atribuye las diferencias a, en parte, el papel que ocupan dentro de la familias. Fademur pone cifra al paro femenino: el 42,8%. Lo citan como una de las razones que motivan la huelga del 8M, junto a la brecha digital que afecta especialmente a las trabajadoras por cuenta ajena de los pueblos, la infrarrepresentación en cargos de responsabilidad o la violencia machista.

Las asociaciones estiman que existe un elevado porcentaje de agricultoras y ganaderas que trabajan en explotaciones familiares sin cotizar. Este es el colectivo que tendrá mayores problemas con las pensiones al llegar a la edad de jubilación. “Lo que ocurre con las pensiones de las mujeres del ámbito rural es que prácticamente no tienen porque no han cotizado nunca a la seguridad social”, afirma Inmaculada Idáñez, de CERES. “En las pensiones no tenemos brecha, tenemos abismo”, coincide Teresa López. Ambas organizaciones apuntan que muchas mujeres tienen como primer ingreso la pensión de viudedad y “las más afortunadas”, reciben las pensiones de menor cuantía del sistema: “Con 15 años cotizados y sin ningún cónyuge a cargo, la pensión mínima es de 606,7 euros. En las de agricultura, con 15 años cotizados son 250,17 euros. Solo llegarían a los 600 euros si tienen más de 30 años cotizados”.

Se sigue sin compartir la propiedad

Ante la huelga feminista del 8M, estas mujeres recuerdan la situación de las agricultoras y ganaderas que trabajan en las explotaciones familiares sin tener ningún derecho sobre ellas. En 2011 se promulgó la Ley de Titularidad Compartida, para facilitar que las mujeres compartiesen la propiedad en igualdad de condiciones con los hombres, pero ocho años después la presidenta de Fademur denuncia la “desidia” de las administraciones en su implantación.

“Las mujeres tienen unos derechos en el papel que son incapaces de ejercer. Si al final vas a la oficina comarcal agraria y no te saben informar o te convencen para que recurras a otro tipo de figura, no hay manera”, explica. “No se ha apoyado ninguno de los incentivos que contemplaba la propia ley, ni se ha puesto en marcha el mecanismo para que las mujeres que han trabajado en las explotaciones mano a mano con sus parejas y se divorcian eso tenga en cuenta a la hora de enfrentarse a ese divorcio”.

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