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José Antonio Villena, el cura amigo de los políticos y de la alta sociedad granadina expulsado por el Vaticano

Moreno Bonilla y José Antonio Villena, en un acto público.

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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Los casaba, oficiaba la comunión de sus hijos e incluso los llevaba de ejercicios religiosos con cierta regularidad. José Antonio Villena se codeaba habitualmente con políticos, notarios, jueces y registradores de la propiedad, por lo que era conocido como ‘el cura de la alta sociedad’ granadina. Este jueves saltó la noticia de que el Vaticano ha decidido expulsarlo del sacerdocio tras un proceso canónico con acusaciones de abusos sexuales a jóvenes y adultos, abusos de poder e irregularidades financieras.

Hace poco más de dos años, la situación de Villena era muy distinta. Era uno de los clérigos más considerados de la diócesis, y hasta el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, destacaba su trabajo al frente de una ONG. El 8 de marzo de 2020, poco antes de declararse el estado de alarma, Bonilla recibía un premio de la fundación civil. “Es un galardón especial para mí y fue un honor compartirlo anoche con el padre José Antonio Villena y con la Fundación Ahoringa Vuelcapeta, a la que me unen estrechos lazos”, escribía en sus redes sociales entonces.

Para entonces, ya existían denuncias contra Villena. De hecho, aunque las primeras denuncias datan de 2008, Villena ejerció como responsable de Pastoral Universitaria de la Archidiócesis de Granada.

“Tenía un carisma excepcional, sobre todo con los más jóvenes. Organizaba convivencias, charlas en la universidad, retiros… Muchos viajamos con él a Bolivia con la ONG a hacer voluntariado. Ha sido un mazazo, aunque a muchos compañeros no les ha extrañado en absoluto”, señalan varios jóvenes que convivieron con él.

Pese al escándalo, la sentencia vaticana no ha terminado de extrañar en Granada. De hecho, fuentes eclesiales consultadas por elDiario.es relatan que “desde hace años” existían rumores, incluso alguna comunicación escrita enviada al anterior arzobispo, Javier Martínez, sobre posibles abusos cometidos por Villena. Otras fuentes van más allá, y apuntan a que, antes de ser ordenado, algunos formadores del seminario advirtieron al entonces arzobispo, Antonio Cañizares, sobre el “carácter difícil” del joven.

Lo que está claro, según las fuentes consultadas, es que Villena “era un hombre con un carisma increíble”. “En el colegio todos nos confesábamos con él, los jóvenes le veían como un ejemplo a seguir, casi como Dios”, relata una antigua colaboradora, que destaca la cercanía del cura expulsado con los jóvenes –ahora tiene 45 años– y un liderazgo que, en algunos casos, rayaba en la obsesión.

“Como le diera con uno, conseguía meterlo al seminario”, comenta otra fuente consultada. Un rasgo muy valorado en un momento en el que la Iglesia católica se enfrenta a una seria crisis de vocaciones sacerdotales. Sin embargo, pocos –por no decir ninguno– de sus 'fichajes' para la vida religiosa llegaron a ordenarse. “Tenía cierta obsesión con las vocaciones, aunque casi todos los que entraron en el seminario se salieron al poco tiempo”, explica una persona cercana al círculo de Villena.

“Está hiperprotegido”

Quienes lo describen como el “cura de la alta sociedad” señalan que su origen le sumó simpatías políticas, ya que nació en Padul, el mismo pueblo en el que lo hizo la esposa de Moreno Bonilla, pero lo cierto es que sus conexiones no se limitaban a políticos del PP. “Hay mucho más de lo que ha salido, pero seguramente nunca se sabrá, porque Villena está hiperprotegido”, señalan personas conocedoras del caso que llegó a la Santa Sede.

La causa contra Villena fue incoada en 2021 como un proceso administrativo. En ese momento, el ya exsacerdote fue suspendido y desapareció, recalando primero en Castelldefels junto a su familia. Se desconoce si ha regresado a Granada.

El expediente llegó a Roma en julio de 2022 al Dicasterio del Clero, que remitió la sentencia el pasado 5 de abril. Desde la diócesis, donde sigue sin primar la transparencia, se pone énfasis en que los abusos denunciados son a jóvenes mayores de edad (en cuyo caso el expediente pasaría a Doctrina de la Fe).

Además, se habrían producido otros delitos canónicos, fundamentalmente derivados de irregularidades financieras en su cargo como presidente de una fundación que, aun siendo civil, había sido creada por Villena junto a unas religiosas y contaba con fuertes vínculos diocesanos. Una fundación que, desde que el exsacerdote fuera sancionado, no registra actividad conocida.

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