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La medina de Fez es algo más que un juego de legos

La medina de Fez es algo más que un juego de legos

EFE

Fez (Marruecos) —

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En la medina de Fez, la más grande de Marruecos, cientos de familias viven apiñadas en viviendas consideradas “altamente peligrosas” por la falta de mantenimiento y por las obras anárquicas que realizan los inquilinos para añadir una habitación, un baño o un piso entero.

Con el paso del tiempo, como en la mayoría de las ciudades, la población de Fez ha ido marchándose de la medina a la llamada “ciudad nueva”, donde las casas son más modernas, mejor equipadas y también mucho más caras.

La medina (en la que aún viven 128.000 personas) ha ido poco a poco siendo abandonada, dejando a la vista un panorama de casas y monumentos derruidos y un río contaminado que pide a gritos modernizar el sistema de canalización de agua, y sobre todo de desagüe.

Por sus callejuelas, los burros son el único medio de transporte, tanto de mercancías como de desechos, y el sonido del claxon es aquí sustituido por el grito “Balek, balek” (apartad, apartad) de los arrieros que piden paso para sus jumentos.

La oscuridad en sus calles en parte se debe al descontrol con el que los vecinos de las viviendas han ido añadiendo espacios extras a su antojo conforme suben los pisos, hasta llegar a una altura en la que casi se tocan los dos lados de la calle y donde no entra la luz del sol.

Donde antes vivía una familia, ahora viven hasta cuatro.

“La degradación de las viviendas se ha acelerado por el hecho de que cada familia intenta hacer modificaciones sin respetar las características arquitectónicas del edificio”, comenta Salma Daoui, arquitecta y encargada de la inspección de los monumentos históricos de Fez.

Esta arquitecta explica que las familias pobres se lanzan a construir lo que necesitan haciendo uso de los materiales más baratos que se mezclan con los originales sin ser compatibles y provocan una mayor degradación de la vivienda.

“Hay que ser rápidos y realizar una estrategia de urgencia ante la rapidez con la que se desintegran estas casas”, subraya Daoui, quien añade que en muchas ocasiones “las herramientas y las ideas se nos agotan ante la 'capacidad de innovación' de la población”.

En el barrio judío de la medina, por ejemplo, los vecinos decidieron hacer uso de la muralla como muro estructural de sus viviendas y hoy un centenar de casas reposan ante este monumento histórico.

“Hay cientos de casas sobre el muro y éste forma parte de las viviendas que además han ido añadiendo cada año un centímetro de aquí y otro de allá. Un auténtico lujo”, subraya irónicamente la experta.

Un lujo que supone un peligro para la población, pero también un problema serio para los arquitectos que intentan rehabilitar los edificios de la medina.

“Te arriesgas a causar un derrumbamiento del conjunto. Es como un lego: si tocas una, se caen las otras”, afirma Daoui.

En la medina hay 3.660 casas declaradas oficialmente en ruinas y entre ellas 1.969 han sido calificadas (dentro del programa lanzado en 2013 “Construcción de amenaza en ruinas”) con el llamado grado 1: “en situación peligrosa y que deben ser tratadas con urgencia”.

Desde marzo de 2013 a 2014 se están restaurando 434 casas y se ha invertido un presupuesto de 80.000 dirhams (unos 7.400 euros) para un total de 1.586 casas, lo que significa que las obras se paran cuando el dinero se termina, independientemente del estado en el que se encuentre la vivienda.

“Este dinero no siempre es suficiente porque todo depende del estado de degradación de la vivienda. Supone un problema porque, en lugar de hacer una media general, se debería realizar un cálculo teniendo en cuenta la situación de la casa”, comenta Daoui.

El derrumbe de tres viviendas en Casablanca el año pasado, que causó la muerte de 23 personas, conmocionó a la población de todo el país, y también a la de Fez.

No solo las viviendas suponen un peligro para la población; también lo son los edificios históricos que se encuentran en la medina y que en muchos casos corren riesgo de desaparecer si no son reformados.

Los trabajos para socorrerlos ya se han puesto en marcha, pero lo más importante tardará tiempo en conseguirse: concienciar a una población con grandes carencias económicas de la necesidad de formar parte de este proyecto de desarrollo y rehabilitación.

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