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La perspectiva de género y el enfoque competencial entran en la escuela con la aprobación del currículo de Primaria

Alumnos en una clase de primaria.

Daniel Sánchez Caballero

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Para alivio (tardío) de los editores de texto, el Consejo de Ministros ha aprobado este martes el currículo de Primaria. El texto consagra el enfoque competencial en la etapa y la perspectiva de género como elemento central a la hora de abordar las materias, medida que levantó una buena polvareda el pasado verano, cuando se conoció que los borradores incluían este enfoque también para asignaturas (en teoría) más asépticas, como las Matemáticas. Cuando se apagó el ruido, los expertos alabaron esta decisión para hacer estas materias más inclusivas.

El texto, que regirá qué se enseña y cómo, le otorga más peso a la Educación Artística, Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural y Matemáticas. El currículo fija entre el 50% y el 60% de los contenidos, que tendrán que ser completados por las comunidades autónomas en función de que tengan o no lengua propia. Esta proporción de currículo estatal es ligeramente inferior a la de otras leyes, con la idea de dejar un pequeño margen de maniobra a los centros para que adapten las enseñanzas a su realidad concreta. Catalunya, por ejemplo, ya ha avanzado en esta dirección y dará hasta un 20% del horario a los colegios para que lo gestionen.

La aprobación de los currículos también supone una buena noticia para los editores de texto, que ya protestaron hace un mes porque apenas van a tener tiempo para adaptar los materiales a la nueva ley. Unos nuevos currículos, y especialmente unos como los que trae la Lomloe, que suponen una ruptura con lo anterior, implica rehacer todos los libros de texto, un proceso que según fuentes de Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza lleva habitualmente un año. “Aunque tampoco es la primera vez que se van aprobando los currículos así” de tarde, añade el portavoz. El Ministerio de Educación suele recordar cuando se le pregunta que los currículos de la Lomce se aprobaron en abril, dos meses más tarde que los actuales.

Las editoriales, que ya contaban con este retraso, ya habían empezado a trabajar con los borradores que les ha ido pasando el ministerio, explica el portavoz. Y da un pequeño tirón de orejas también a algunas comunidades –prefiere no señalar– y les insta a ir desarrollando la parte que les toca aunque sea de manera provisional.

El asunto no afecta solo a las editoriales: los institutos tienen que elegir libro primero y los profesores también tendrán que hacer en algún momento la adaptación de los currículos a sus programaciones de cara al curso que viene. Mayo sería el mes óptimo para empezar con este proceso, pero este año no se va a dar. El currículo de Primaria entra en vigor en los cursos impares este primer año (a partir de septiembre) y en el resto el siguiente.

Más autonomía docente y de centro

La versión del texto que ha aprobado el Consejo de Ministros es una versión ligeramente diferente a la que se filtró el pasado verano y que levantó tanta polémica. La ministra, Pilar Alegría, explicó en una entrevista con este diario que habían introducido ligeras modificaciones que afectaban más a la forma que al fondo para apaciguar al sector más conservador de la educación concertada, muy revuelto aquellos días por lo que sentían como un ataque a su modelo.

La principal novedad que incluye el currículo a nivel formal es el paso de un sistema de enseñanzas de contenidos (lo que se denomina coloquialmente el “saber”) a otro competencial (“saber hacer”) y los cambios aparejados en la evaluación, movimiento que dará más libertad a los docentes para plantear y desarrollar sus clases.

Las enseñanzas se articularán ahora en base a situaciones concretas, con un carácter más aplicado, si se quiere, y los currículos dejarán de ser un listado (habitualmente muy detallado) de cuestiones que deben conocer el alumnado para referir cosas que debe saber hacer. Esta decisión ha generado adhesiones, pero también rechazo porque abre la puerta a que se estudien diferentes cosas en cada comunidad por la libertad de centros y docentes de modelar el currículo o por no establecer como obligatorios algunos aprendizajes que hoy conocemos todos (la regla de tres, por ejemplo).

A este respecto, explicaba un profesor: “Desde el punto de vista de las Matemáticas, que en Primaria no haya ciertos temas es más ruido político que otra cosa”, sostiene Pablo Beltrán-Pellicer, profesor de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Zaragoza, que sobre la ausencia específica de la regla de tres argumenta: “Es un aprendizaje muy procedimental. Ahora aparece en Primaria y es una aberración desde el punto de vista de la didáctica. En Secundaria no aparece. Asociamos que la regla de tres es útil porque la utilizamos para calcular en contextos de rebajas o de recetas de cocina y así lo justificamos. Pero hay amplia literatura de investigación matemática que explica que esa regla induce a problemas porque genera otros obstáculos”, sostiene mientras defiende que “la proporcionalidad sigue estando el currículo” y lo que toca es “abordarla desde la aritmética, dando significado a los números”.

Entre los mayores retos que presentarán los nuevos currículos está que el profesorado va a necesitar formación, según coinciden expertos en el tema. “Es un cambio metodológico importante”, señala Toni González, presidente de la federación de asociaciones de directivos de centros públicos de Secundaria. “Hará falta formación, compartir experiencias entre centros y poder acudir a material bibliográfico donde los docentes puedan respaldarse para cambiar esa metodología y puedan trabajar en competencias en el aula”, augura.

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