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Teresa Ribera afila su lado político: la agenda verde se coloca a la cabeza de la lista electoral

Teresa Ribera visitando Doñana junto al director de la Estación Biológica del Csic, Eloy Revilla, en abril de 2023.

Raúl Rejón

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“A ella le encanta hacer campaña”. El entorno de la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, lo tenía claro antes de que este miércoles se supiera que el presidente Pedro Sánchez la llevará de número dos por Madrid, justo después de él, en las listas electorales del PSOE para los comicios del 23J.

Siempre le ha gustado. Ya hizo campaña en 2019, aunque entonces iba de número cuatro, y se paseó por muchos actos electorales para las municipales y autonómicas. Pero en esta ocasión Ribera lleva meses dejando aflorar su lado más político y superando una imagen “demasiado técnica” que había marcado su figura durante la legislatura.

Si al inicio de su trabajo al frente del Ministerio explotó los discursos medidos, temáticos y explicativos –más difíciles de convertirse en titulares en los periódicos–, ahora no rehúsa contestar con vehemencia tanto al PP como a Vox en polémicas como el plan de amnistía de regadíos ilegales cerca de Doñana, la falsa destrucción de embalses o el negacionismo del cambio climático.

Lo ha hecho en entrevistas y también en redes sociales. Cuando el 3 de marzo pasado PP y Vox registraron por trámite de urgencia la proposición de ley para amnistiar fincas de regadío ilegales en el entorno de Doñana, Ribera lanzó este mensaje en su cuenta de Twitter con destinatario (político) clarísimo: “Vuelven los tambores de guerra contra Doñana y la legalidad. Que no haya la menor duda: nos opondremos a cualquier ataque a este valioso espacio natural. Todavía con más contundencia si la ilegalidad la promueven las instituciones a quienes corresponde velar por su protección”.

Así, la vicepresidenta tercera ha pasado de ser la mujer que se reunía, más bien discretamente, con las corbatas más poderosas del país –directivos como José Bogas, de Endesa, o Ignacio Galán, presidente de Iberdrola– para discutir sobre energías renovables o el mercado eléctrico, a salir al corte públicamente ante bulos políticos como que las desembocaduras de los ríos son “agua desperdiciada”, una teoría que se dedicaron a expandir el presidente de la Junta andaluza, Juan Manuel Moreno Bonilla, o el Grupo Parlamentario Vox en el Congreso.

En el Día Mundial del Agua –22 de marzo–, mientras en Nueva York se celebraba la Confererencia de la ONU sobre este asunto, Teresa Ribera recordaba en sus redes que en el Congreso de los Diputados el debate tenía un cariz bien distinto: “Algunos volvieron a quejarse de que tiremos el agua al mar (¡se llaman ríos y han existido siempre!), tuiteaba entonces, sarcástica.

Si la pelea política venía desde lejos –fue jefa de la Oficina Española de Cambio Climático y luego secretaria de Estado de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero– la intencionalidad en su discurso público se ha ido intensificando con el tiempo. Apenas 48 horas antes de conocerse que será la segunda en las listas del PSOE en Madrid, en el evento sobre Fondos Europeos organizado por elDiario.es, Ribera aseguró que en estos cinco años no ha encontrado “a un representante del PP para hablar de cuestiones medioambientales y energéticas”.

“Siempre ha sido muy política”

Desde luego a los que han trabajado con ella no les ha sorprendido la elección de Sánchez. “Ella siempre ha sido muy política, solo que su papel era otro”, es el análisis generalizado. Tan política como para ser discípula de una figura emblemática como Paca Sauquillo o unirse al PSOE pocos días después de la derrota electoral de 2011.

La cuestión es que en estos tiempos Ribera no solo ha aprovechado actos sectoriales para contestar sobre cuestiones que tuvieran encima el foco mediático sino que ha difundido sus análisis motu proprio. Puede decirse que a lo que expresaba ya fuera de foco, ahora le pone altavoz, analizan en su entorno. Y ponen como ejemplo Doñana, un asunto por el que Ribera había remitido cartas al presidente de Andalucía, Moreno Bonilla, y por el que había tenido conversaciones privadas con el líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo. Con las semanas, los mensajes se fueron haciendo cada vez más públicos y ella incluso ha convocado comparecencias para valorar casi de inmediato movimientos de adversarios políticos.

Como el día en el que el consejero de Medio Ambiente andaluz, Ramón Fernández Pacheco, se reunió con el consejero europeo Virginijus Sinkevicius a cuenta del plan de la Junta para legalizar regadíos ilegales. “La propuesta debe volver a la papelera”, soltó la vicepresidenta tercera poco después del encuentro. Cuando Fernández Pacheco insinuó que había “presiones” que modulaban la posición de la Comisión Europea y el Partido Popular maniobró para que el PP Europeo acusara al comisario Sinkevicius de “comportamiento partidista”, Ribera directamente convocó a los medios: “Se ha superado una barrera nunca vista”, zanjó.

Núcleo cercano a Pedro Sánchez

Una vez situada en el teatro político, se ha cerrado el círculo. Nada más conocerse que será la segunda en la lista de Pedro Sánchez, el portavoz parlamentario adjunto del PP, Jaime de Olano, declaró: “Es la mayor enemiga del mundo rural y la que más daño ha causado al sector primario”.

Este jueves, la vicepresidenta de Transición Ecológica ha insistido en su discurso: “Dejen de mentir. Expliquen de dónde proponen sacar el agua (¿de los regantes legales a quienes va destinada la del trasvase acordado? ¿del acuífero?). Mientras no tengan respuestas solventes, no pongan en riesgo Doñana ni agricultores y abandonen el proyecto de ley”.

Al ser la número dos por Madrid, Teresa Ribera se incorpora a un club electoral que ha estado compuesto por mujeres con alto perfil político y máxima confianza de Pedro Sánchez. Un grupo que estrenó la magistrada Margarita Robles en 2016, continuó con la que era vicepresidenta del Gobierno salido de la moción de censura de 2018, Carmen Calvo, y había llegado a la actual vicepresidenta primera, Nadia Calviño en la repetición electoral de 2019.

Una vez que Calviño aclaró que no sería diputada, tampoco ha extrañado a los que han compartido tareas con Ribera que ella ocupe ese puesto de salida. Desde luego, ella lleva en el núcleo duro de Pedro Sánchez desde hace mucho tiempo.

Solo un año después de ser elegido secretario general del PSOE en 2015, Sánchez montó un equipo de expertos para, decía, preparar “un programa de gobierno para los próximos diez años”. Se puso el foco sobre muchos nombres porque por ahí pasaron Jordi Sevilla, Ángel Gabilondo, Rafael Bengoa... También estaba Teresa Ribera.

La agenda verde

Cuando Pedro Sánchez conformó su primer gobierno tras la moción de censura de 2018, la agenda climática saltó a la primera línea y ella dejó el Instituto de Desarrollo Sostenible de Relaciones Internacionales en París para incorporarse al Consejo de Ministros. El presidente le encargó dos asuntos cruciales en España: la energía –que solía dominar el Ministerio de Industria– y el agua.

Transición Ecológica ha sido un superministerio que gestionaba desde el cierre del carbón y centrales térmicas a la planificación hidrológica, la desertificación, la biodiversidad.... Sobrevolando, siempre la crisis climática. El presidente Pedro Sánchez fue miembro de la comisión para el estudio del cambio climático del Congreso entre febrero de 2013 y octubre de 2014.

¿Gana o quita votos?

En Moncloa se aprecia mucho todo el trabajo técnico que se llevó a cabo desde Transición Ecológica para conseguir uno de los considerados hitos de la legislatura: el tope al precio del gas para generar electricidad. La excepción ibérica. Y todo esto lo ha pilotado Ribera. Ahora será, en buena medida, la cara electoral de estas políticas y estará colocada a la vera del candidato presidencial.

Ribera defiende que es una buena apuesta: “La agenda ambiental es una agenda ganadora porque es una agenda de libertad y de empoderamiento de los ciudadanos y las empresas, de respeto al medio ambiente”, defiende ella. Mientras, Pedro Sánchez echa mano de esta agenda al hablar del “negacionismo climático, tanto del PP como Vox. En contraposición, lleva de número dos a su experta medioambiental.

Otras voces en el PSOE no tienen tan clara esa mirada optimista y recuerdan que las políticas medioambientales de Transición Ecológica le han granjeado críticas y enfrentamientos con barones socialistas a cuento de la protección del lobo, la regulación de la caza o la gestión de los trasvases. De hecho, cuando los regantes llegaron a pedir que la gestión del agua fuera a cualquier ministro menos a ella.

Últimamente, Doñana ha vuelto a poner la gestión medioambiental en el foco mediático. Ahí parece que Ribera ha ganado enteros, y que no será la única en explotar el tema en campaña.

La candidata de Sumar y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, aprovechó el mismo foro de fondos de elDiario.es para posicionarse en esa senda 'verde': “Quizá el desafío mayor que tenemos es la emergencia climática”, dijo para comenzar su discurso. Luego añadió: “No tenemos tiempo que perder y es el momento de pasar de las palabras a los hechos. La crisis climática es un desafío de justicia social. Son dos caras de la misma moneda. No podemos permitirnos retrocesos. Es urgente acelerar la legislación medioambiental junto a elementos de acompañamiento”. Solo dos días después, Díaz estrenaba como portavoz de campaña a Ernest Urtasun, que actualmente es el vicepresidente del grupo de los verdes en la Eurocámara. Acudían juntos a Doñana, donde calificaron de “crimen ecológico” el plan de amnistía de regadíos ilegales de la Junta de Andalucía.

De momento, Teresa Ribera ha sido la protagonista indiscutible de esa agenda verde. Si hay votos ahí, a Pedro Sánchez le parece una buena recolectora.

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