Las venas cortadas de Doñana, 25 años después del vertido tóxico de Aznalcóllar
Cuando el 25 de abril de 1998 la presa reventó, lo que había aguas abajo era ni más ni menos que la marisma de Doñana. La mina de Bolidén en Aznalcóllar estaba enviando una cantidad ingente de lodos tóxicos hacia el parque nacional. Era una emergencia. En las jornadas que siguieron al accidente, las aguas ácidas que discurrían hacia el coto se embalsaron con dos muros construidos de urgencia sobre el curso que desemboca en la marisma. De eso hace 25 años.
Ahora Doñana ha entrado en el ojo del huracán por el plan de amnistía de regadíos ilegales del Gobierno andaluz, presentado en el Parlamento justo 25 años después del desastre ecológico minero. Con las lagunas del parque en “estado crítico” y poco antes de unas elecciones municipales, el PP se pelea con casi todos: desde los científicos a la Comisión Europea.
“A partir del 27 de abril la riada estaba controlada, ya que las conexiones con zonas de cultivo y de especial interés ecológico habían sido convenientemente selladas”, detalla este análisis del Instituto Geológico y Minero redactado tres años después de aquel desastre ecológico. Seguía habiendo preocupación. El parque nacional ya arrastraba problemas y el accidente minero podía dejarlo KO. Había que recuperar el agua. Así que las administraciones anunciaron, planearon y legislaron devolver a Doñana el flujo de agua. Un decreto ley de 1999 declaró las actuaciones “de interés general” y “especialmente urgente en estos momentos”. La situación era de “extraordinaria y urgente necesidad”.
Un cuarto de siglo después, al menos dos de las actuaciones clave allí señaladas siguen pendientes: la denominada “recuperación de la funcionalidad del caño del Guadiamar”, al norte del parque, y la del Brazo de la Torre (que une los ríos Guadiamar y Guadalquivir). La primera aparece en el Marco de actuaciones para Doñana de noviembre de 2022. La segunda sigue aguardando su turno.
La idea de estos proyectos es, básicamente, que el agua de río llegue a la marisma a través de estos cursos. Como las venas transportan la sangre. Y se inunde así la llanura por los lucios –las zonas más profundas, que suelen permanecer anegadas– y los caños que en el pasado dibujaron el cauce de los arroyos, al tiempo que sobresalen las elevaciones del terreno en forma de vetas y toruños. Ese es el hábitat del humedal.
Sin ese flujo fluvial, “las partes media y alta de la marisma apenas reciben agua que no sea de precipitación”, reconoce el plan diseñado ahora por Transición Ecológica. “El actual y prolongado periodo seco las ha conducido a una situación límite”.
Pero el caño del Guadiamar ya se segó del río hace medio siglo para convertir una buena parte de la marisma en tierra de cultivo. El Brazo de la Torre se vio afectado directamente por el muro de contención del vertido minero.
Sin los cursos, dependencia de una lluvia cada vez más escasa
Junto con otros cortes de cursos, la marisma de Doñana se ha ido quedando sin ese aporte superficial. La sobreexplotación del acuífero –además de secar las lagunas– ha cortado el grifo que llevaba agua por el curso de La Rocina. Casi solo puede mirarse al cielo para implorar a la lluvia lo que de otra forma no llega. Solo que tampoco llueve.
“El problema del agua superficial es lo que ha matado a Doñana”, decía a elDiario.es ya en 2017 el director de la Estación Biológica del CSIC en Doñana desde 1975 a 1988, Javier Castroviejo. Casi dos décadas después del vertido, reclamaba inmediatez en las medidas que se habían planificado 20 años atrás: “¡Hay que tomarlas ya, en los próximos días! Iniciar por procedimiento de urgencia la recuperación de la funcionalidad del Brazo de la Torre y también la del caño Guadiamar”, aseguraba.
El Ministerio de Transición Ecológica reconoce que “a pesar de la mejora” que han supuesto algunas medidas, “otras actuaciones quedaron pendientes”. Como estas. En el caso del Guadiamar, especifica que “es una obra de bioingeniería compleja. No es fácil, pero sí indispensable para recuperar Doñana”. Tiene un presupuesto inicial de 16 millones de euros.
De momento, la recuperación de esa arteria está en fase de estudio. La empresa pública Tragsatec está redactando “un nuevo estudio de alternativas” para que la marisma se reconecte con su cuenca natural y así le llegue el agua de “las grandes avenidas invernales”.
Se trata de “recuperar y reestudiar la que fue denominada actuación nº5”, explica este documento. Así se le llamaba en el decreto ley de 1999: actuación nº5.
“Casi todo el mundo está de acuerdo: el futuro del humedal pasa por la marisma y la marisma necesita el agua que bajaba por el río Guadiamar”, resume Juanjo Carmona, de la oficina de WWF en el parque nacional.
Ahora, a estas alturas, habrá que analizar para ver cómo recuperar toda aquello que incluye el Brazo de la Torre, el Lucio del Cangrejo o Matochal
¿Y el Brazo de la Torre? El propio Castroviejo, en 2022, se refería así en otra conversación con este medio: “Destaca la destrucción del Brazo de la Torre y su cuenca, que espera desde hace 23 años el cumplimiento del Real Decreto de 1999”. Ese que calificaba estas actuaciones “de interés general” y “urgentes”.
Juanjo Carmona cuenta que “en su momento, cuando ocurrió el vertido de la mina, este asunto era complejo por el tema de la calidad de las aguas en esa zona. Eso es entendible”. Pero al mismo tiempo considera que “a estas alturas, habrá que analizar y ver cómo recuperar toda aquello que incluye el Brazo de la Torre, el Lucio del Cangrejo o Matochal”.
Este proyecto sí aparece en los informes de viabilidad del Ministerio firmados en 2013 –con Miguel Arias Cañete como titular– y la misma Tragsatec estuvo implicada. Sin embargo, la actuación no llegó a buen fin.
Aún así, con la recuperación de los caños del Guadiamar y el Brazo de la Torre sin hacer, en octubre de 2015, el Gobierno de Mariano Rajoy dio por completado el Plan Doñana 2005 que daba forma a las actuaciones recogidas en aquel decreto de 1999.
La actual directiva de la CEOE y entonces ministra de Empleo, Fátima Báñez, fue la encargada de publicitar las que consideraron últimas obras asociadas a este proyecto de recuperación. Báñez, natural de Huelva, era la cara habitual que usaba aquel Ejecutivo en Doñana, en lugar de los responsables de Medio Ambiente.
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