La mujer que fue toda una celebridad en época victoriana como la primera enfermera de la historia
El 13 de agosto de 1910 murió Florence Nightingale, un nombre que hoy en día no nos suena tanto, pero que en el Reino Unido de la época victoriana fue un personaje de lo más famoso, y todo por la larga lucha que llevó a cabo para lo que sería luego la enfermería moderna.
De hecho, Florence Nightingale es considerada la primera enfermera de la historia, tal y como conocemos actualmente esta profesión gracias a su labor en la Guerra de Crimea, donde ayudó a reducir la mortalidad y le dio la fama que le ayudaría a su labor.
Una mujer de clase alta que se rebeló ante lo que se esperaba de ella
Nació el 12 de mayo de 1820 en el seno de una familia británica de clase alta en la ciudad italiana de Florencia, de donde le dieron el nombre, y que creció en el campo en Derbyshire, ya en Reino Unido.
Durante su infancia recibió educación de una institutriz, como era habitual, también de su propio padre, que había acudido a la Universidad de Cambridge, pero todo en materias que se atribuían a las mujeres en aquella época.
Florence Nightingale pronto se desvió del camino que estaba pensado para ella y en 1840, a los 20 años, les suplicó a sus padres que le dejaran estudiar matemáticas, algo que consiguió después de una larga batalla y que luego se volvería a dar cuando escogió la profesión de enfermera. Su madre, entonces, le dijo que era “denigrante” que una mujer de clase social alta desempeñara ese papel.
La Guerra de Crimea: su momento de fama que cambió la enfermería
Así fue como viajó por Europa y Egipto para estudiar los sistemas hospitalarios, en ciudades como Alejandría o Dusseldorf, una formación que le hizo participar en la Guerra de Crimea, donde elaboró un informe sobre las condiciones de vida de los soldados después de reformar y limpiar el hospital que hizo caer la tasa de mortalidad del 40 % a solo el 2 %.
Y es que la gran aportación de Nightingale fue que sostenía que para mantener una atención sanitaria adecuada había que disponer de un entorno saludable que incluyera elementos que siguen vigentes actualmente como aire puro, agua pura, alcantarillado eficaz, limpieza y luz, que sería lo que daría pie a la enfermería moderna.
Así, tras su éxito en la Guerra de Crimea se propuso llevar a cabo una reforma sanitaria en los hospitales de Londres al descubrir que los que fueron soldados tenían una tasa de mortalidad doble y así fue como consiguió llamar la atención de la Reina Victoria y del gobierno y logró su cometido.
En 1860 abriría además una Escuela de Entrenamiento y Hogar para Enfermeras en el hospital de St. Thomas en Londres, que ayudaría a dignificar una profesión que tenía una mala reputación entonces, otro de los pilares que han llevado a la enfermería moderna, de la que dejó su filosofía con más de 150 libros publicados y de la que tuvo influencia de John Stuart Mill, Benjamin Jowett y el propio Charles Dickens.
Sin embargo, después de la década de los 60 del siglo XIX, Florence Nightingale sufrió una enfermedad crónica que contrajo en Crimea y que la obligó a estar postrada en cama, que no le impidió seguir teorizando sobre salud y enfermería y murió en 1910 a los 90 años, antes habiendo recibido la Cruz Roja Real de parte de la Reina Victoria y la Orden al Mérito de mano del rey Eduardo VII, siendo la primera mujer en conseguirlo.
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