Todo lo que podía salir mal, salió mal: el motivo por el que el estreno de Disneyland se conoce como 'Domingo Gris'

Walt Disney terminó la jornada encerrado en su apartamento, tomando notas mientras cenaba y observaba los fuegos artificiales

Héctor Farrés

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La red de fontanería de Disneyland se terminó en tiempo récord. Tras una huelga que paralizó parte de las obras, los responsables tuvieron que elegir qué instalar antes: los aseos o las fuentes. Los tubos se soldaban sin descanso, mientras los camiones descargaban las últimas piezas en un suelo que seguía sin asfaltar.

A falta de 48 horas para el estreno, el parque aún estaba cubierto de andamios, cables y cemento fresco. Aquel 17 de julio de 1955, Disneyland abrió sus puertas convertido en un gigantesco campo de pruebas al aire libre.

El trabajo contrarreloj obligó a tomar decisiones que marcaron la jornada inaugural

Los primeros pasos en Main Street los dieron trabajadores del estudio, periodistas, inversores y amigos de la familia Disney. En total, unas 15.000 personas estaban invitadas. Sin embargo, según recogió la biografía de Walt Disney escrita por Bob Thomas, el parque recibió al menos el doble.

La causa fue la venta ilegal de entradas falsas, que circularon por toda California en las semanas previas. Eso generó atascos de kilómetros y una saturación absoluta en todos los accesos. Algunos visitantes llegaron a esperar más de una hora bajo el sol para entrar al recinto.

El calor superó los 37 grados y el asfalto, aún caliente, se hundía bajo los tacones. Las fuentes no funcionaban por la falta de tuberías y los puestos de comida se vaciaron antes del mediodía. Según documentó el canal ABC en el especial Dateline: Disneyland, la retransmisión en directo con 29 cámaras se enfrentó a fallos constantes en la señal. El actor Art Linkletter, uno de los presentadores, explicó en esa emisión que “el ensayo fue como si estallaran tres volcanes al mismo tiempo y nadie lo hubiera previsto”.

Walt Disney no fue plenamente consciente del desastre hasta el día siguiente

Mientras eso ocurría en el exterior, Walt Disney apenas era consciente del descontrol. Estaba volcado en el directo de televisión, repasando cada plano con los técnicos. La mayoría de fallos le pasaron desapercibidos hasta que leyó las crónicas de la prensa al día siguiente. Algunos medios hablaron de sabotaje intencionado por parte de la empresa para aumentar el consumo de refrescos.

Según relató Thomas en su libro, Disney llamó al periodista que firmó esa acusación y le explicó que “la huelga de fontaneros me obligó a elegir entre instalar inodoros o fuentes. La gente puede comprar Pepsi-Cola, pero no puede orinar en la calle”.

Fantasyland tuvo que cerrar unas horas por una fuga de gas que afectó también a otras zonas. Varios operarios evacuaron las atracciones mientras los técnicos sellaban la instalación. Nadie resultó herido, pero el susto fue suficiente para que Disney pasara la tarde encerrado en su apartamento del parque, cenando con Linkletter y observando los fuegos artificiales desde la terraza. Según anotó el propio fundador, incluso en ese momento seguía tomando notas para mejorar el espectáculo.

Aquel estreno desastroso se convirtió con el tiempo en el origen de un modelo de éxito global

A pesar del caos, el parque empezó a funcionar con normalidad pocos días después. Las cifras de visitantes se dispararon hasta superar los 20.000 diarios antes de que terminara el mes. El modelo de entradas con letras para cada atracción - de la A a la E - ayudó a equilibrar el flujo y generó ingresos estables.

En su primer año, Disneyland acogió a más de 3,6 millones de personas y duplicó los beneficios anuales de la compañía. Como documentó Neil Gabler en Walt Disney: El triunfo de la imaginación americana, el propio Disney organizaba visitas nocturnas por el parque en albornoz, mientras los equipos de limpieza preparaban el siguiente día.

Aquel domingo sigue siendo recordado como el más caótico en la historia del parque, aunque fue el comienzo de una expansión que ya no se detuvo. La respuesta inmediata, las correcciones internas y la insistencia por mejorar cada detalle convirtieron aquel estreno fallido en el punto de partida de un proyecto que, con los años, se multiplicó en todo el mundo.

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