Una revuelta de esclavos africanos y un sistema agrícola ancestral cambian la historia de Irak medieval

En el sur de Irak, es probable que africanos esclavizados construyeran un sistema agrícola masivo que terminó provocando una revuelta

Ada Sanuy

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El sur de Irak conserva miles de estructuras de tierra elevadas y canales secos que han intrigado a historiadores y arqueólogos durante décadas. Tradicionalmente, se habían asociado a los esclavos africanos que trabajaron la llanura del Shatt al-Arab durante la época del califato abasí y que protagonizaron una de las revueltas más importantes del mundo islámico medieval: la rebelión de los Zanj, entre los años 869 y 883. Ahora, una nueva investigación publicada en The Conversation y en Antiquity, liderada por Peter J. Brown, investigador honorario en Arqueología en la Universidad de Durham, aporta dataciones científicas inéditas que cuestionan hasta qué punto este levantamiento provocó el colapso de la economía agrícola regional.

Los arqueólogos excavaron cuatro de los cerca de 7.000 caballones que aún se distinguen en la llanura, extrayendo muestras de suelo para aplicar la técnica de datación por luminiscencia estimulada ópticamente. El resultado ha sido revelador: los muestreos no se corresponden únicamente con la época del levantamiento, sino que abarcan periodos posteriores, entre los siglos XI y XIII. Esto implica que la actividad agrícola no se detuvo tras la rebelión, como se había creído hasta ahora, sino que se prolongó durante generaciones.

Las investigaciones sugieren que muchos de estos esclavos provenían de África occidental y central

La llamada rebelión de los Zanj fue una insurrección de gran escala contra el califato abasí. Documentos de la época describen cómo miles de esclavos se sublevaron, arrasaron la ciudad de Basora y combatieron durante años contra las fuerzas del califa. Aunque “Zanj” es un término árabe que designaba a las costas swahili del este de África, los estudios genéticos y los datos logísticos sugieren que muchos de estos esclavos provenían de África occidental y central, trasladados a través de rutas transaharianas. Los investigadores recuerdan, además, que no todos los rebeldes eran esclavos africanos: algunos campesinos locales también se unieron a la revuelta.

El hallazgo más llamativo del estudio es que las infraestructuras agrícolas que se atribuían exclusivamente a la mano de obra esclava del siglo IX siguieron en uso bastante después de la revuelta. Algunas de las estructuras datadas parecen haberse construido justo después del conflicto, lo que indica que parte de los esclavos descritos en las fuentes escritas pudieron participar en su levantamiento. Pero el conjunto del sistema se amplió y se mantuvo en funcionamiento hasta siglos más tarde, en contraste con la narrativa histórica que atribuía a la revuelta un colapso inmediato del entorno productivo de Basora.

Ubicación y distribución del sistema de crestas y movimiento de tierras, que muestra la extensión del área de estudio del proyecto en el sur de Irak

Un avance fundamental en el conocimiento del paisaje histórico de Irak

El paisaje documentado en la investigación muestra la magnitud del esfuerzo requerido: largas alineaciones de caballones de más de un kilómetro de longitud, dispuestos en paralelo y acompañados por canales principales y secundarios que articulaban un sistema hidráulico de enorme complejidad. Aunque se desconoce con exactitud qué cultivos se produjeron, los investigadores consideran que los más probables serían cereales como trigo o cebada, además de dátiles y caña de azúcar, productos típicos de la región en aquella época.

La datación de estas estructuras, hasta ahora nunca realizada con métodos científicos, constituye un avance fundamental en el conocimiento del paisaje histórico de Irak. Según Brown, el estudio demuestra que “las huellas visibles en el terreno son testigos de un proceso agrícola prolongado, que sobrevivió al episodio violento de la rebelión”. De este modo, la visión de que la insurrección de los Zanj fue la causa directa del declive económico del sur de Irak se matiza: los efectos de la revuelta fueron devastadores, pero no supusieron el fin inmediato de la agricultura.

El estudio recuerda también que la esclavitud en el califato abasí fue un fenómeno diverso y de gran escala, que involucró a africanos orientales y occidentales, además de a prisioneros de otras regiones. En el caso de los Zanj, muchos fueron empleados en condiciones durísimas en campamentos de trabajo de entre 50 y 500 personas dispersos por la llanura. Allí se encargaban de transportar tierra, excavar canales o mover harina, bajo la supervisión de agentes que las fuentes describen como severos y abusivos. Estas condiciones ayudan a explicar la magnitud y la violencia de la revuelta.

La importancia de integrar las huellas arqueológicas con los relatos escritos

Los investigadores subrayan que el interés del estudio no se limita a la historia local de Basora o del califato abasí. El análisis pone de relieve la importancia de integrar las huellas arqueológicas con los relatos escritos para entender la economía y la sociedad de la época. “La historia de la esclavitud africana en Irak sigue planteando interrogantes fundamentales sobre la circulación de personas, la explotación laboral y la resiliencia de los sistemas agrícolas premodernos”, concluyen los autores.

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