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Nigeria: 150 psicólogos para 200 millones de habitantes en un país con un 30% de enfermos mentales

La organización Mani busca desestigmatizar la salud mental en Nigeria.

Nils Adler

Lagos, Nigeria —

Fue una consulta muy inusual. El Dr. Ayo Ajeigbe recibió al paciente en su consultorio privado en Abuya, la capital nigeriana, dándole la bienvenida de la forma habitual. Pero resultó que el hombre no sufría de ningún malestar. Y cuando Ajeigbe le preguntó por qué estaba allí, el hombre simplemente respondió: “Quería ver cómo era un psicólogo de verdad”.

Quizás no se debería haber sorprendido, ya que los profesionales de salud mental son escasos en Nigeria, igual que en muchos otros países en desarrollo. En el país más poblado de África, un país con más de 200 millones de habitantes, se calcula que hay 150 psicólogos practicantes. Se considera que el 30% de la población tiene algún tipo de enfermedad mental o depresión, según el ministro de Sanidad nigeriano. La Organización Mundial de la Salud también ha cifrado la población afectada por encima del 20%.

Si en muchos países desarrollados los tratamientos de salud mental son irregulares, inadecuados y cuentan con escasos recursos económicos, estos tratamientos prácticamente ni siquiera existen en la mayoría de los países con ingresos medianos y bajos –unos cien países alrededor del mundo–. Aquí, los programas de salud mental son epílogos casi sin recursos al final del presupuesto de salud, que de cualquier forma suele ser exiguo.

¿Entonces, qué se puede hacer? Ajeigbe decidió que una respuesta parcial yacía en el voluntariado. Hace un año, aceptó dirigir la sección en Abuya de la Iniciativa para una Nigeria con Conciencia Mental (Mani, por sus siglas en inglés), una pujante organización que emergió rápidamente como una solución multifacética a la crisis de salud mental que atravesaba Nigeria.

Mani fue lanzada en 2016 por Victor Ugo, entonces estudiante de medicina en la ciudad de Lagos. Ugo, que había sufrido depresión en su juventud, creó la organización como una respuesta a la ausencia de apoyo de salud mental en el país, donde se calcula que unos 7 millones de personas sufren la misma enfermedad.

La estrategia de Ugo fue provocar un cambio mediante la concienciación y el destierro de los estigmas que existen en torno a problemas de salud mental en Nigeria. Y esta semana ha participado en el evento anual de Goalkeepers que se realiza al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, para conseguir más financiación y mejores tratamientos de salud mental en su país.

“Si sufres depresión”, dice Latifah Yusuf Ojomo, vicedirectora del equipo de Mani en Lagos, “la gente te aparta por considerarte loco, lo cual significa que la mayoría de las personas que tienen problemas de salud mental en Nigeria no comprenden o no quieren aceptar lo que sienten”. Desde el principio, Ugo se dio cuenta de que, para generar un impacto importante, Mani debía enfocarse en el sector demográfico más grande del país. “En Nigeria, la juventud está mucho más abierta a aprender cosas nuevas”, explica Ugo.

Mani necesitaba el “factor guay”, algo que Ugo dice que estaba ausente en el sector de la salud mental: “Lo único que había sobre salud mental en Nigeria eran conferencias. Más y más conferencias. La gente daba charlas diciendo que había que generar conciencia, pero no pasaba nada más”.

Ugo y un pequeño grupo de estudiantes de medicina se lanzaron a las redes sociales, compartiendo historias y organizando campañas digitales. Luego, en octubre de 2017, organizaron el primer evento. No fue una conferencia, como le gusta remarcar a Ugo, sino una feria gastronómica: “Invitamos a la gente a venir y probar diferentes exquisiteces, jugar a juegos y hablar de salud mental de una forma guay”.

El evento fue un éxito y se convirtió en una serie de talleres mensuales sobre temas como la depresión y la ansiedad. A medida que Mani crecía en números, estas reuniones pasaron a llamarse “conversaciones de café”, y se realizaban en restaurantes, parques o cafeterías. Con el tiempo, llegaron a ciudades por toda Nigeria, incluidas Abuya e Ibadán.

Cada mes se elegía un tema diferente –trauma infantil, los beneficios del mindfulness, tensiones en las relaciones personales, las posturas reaccionarias de la “aldea”–, se presentaba un caso de estudio y se conformaban grupos de debate.

Han pasado dos años y actualmente Mani es una de las voces más importantes en temas de salud mental en Nigeria, con más de 1.500 voluntarios en 13 de los 36 estados del país. Ugo todavía no puede creer todo lo que ha logrado el proyecto. “No sabíamos que íbamos a llegar hasta aquí. De hecho, creo que hemos tenido cien veces más éxito del que esperábamos cuando comenzamos”.

A pesar del triunfo inicial, Ugo sabía que había mucho más por hacer. “Nos dimos cuenta de que si no equilibrábamos esto con algún tipo de ayuda, sería mayor el daño que el bien que generábamos”. Así, en 2017, Mani lanzó un servicio de apoyo de salud mental de 24 horas, que se desarrolló en paralelo a las campañas de concienciación. El servicio permitía que la gente se contactara por WhatsApp o Twitter para pedir ayuda de emergencia en forma de consejos, terapia y atención telefónica. También se creó un equipo de respuesta de emergencia, gracias a una red de terapeutas voluntarios. Además, Mani lanzó una línea telefónica anónima de prevención de suicidios 24 horas. En Nigeria, el intento de suicidio es un delito penal, castigado con hasta un año de cárcel.

Actualmente, solo el 3,3% del presupuesto nacional de salud está destinado a salud mental, lo cual resulta en un sistema público que carece de personal y recursos suficientes. Esto también hace que Mani encuentre pocos profesionales para reclutar. Como solución a este problema, Mani lanzó un sistema de “formación del formador”, según el cual profesionales de salud mental forman voluntarios en temas como asistencia activa y charla segura (un programa que enseña a los participantes a reconocer y entablar una conversación con alguien que puede estar en riesgo de suicidio). Ajeigbe explica: “Lo que hacemos es formar personas con habilidades básicas en salud mental. Si yo formo a diez personas, ellas podrán ayudar a otras cien”.

Los voluntarios de Mani provienen de diferentes contextos. Ayodele, director del equipo de Mani en el estado de Oyo, estaba estudiando microbiología cuando decidió unirse a los voluntarios de Mani, después de conocer el equipo de apoyo de Twitter. Le había llamado la atención la rapidez y la profesionalidad con que respondían a cartas de suicidio que se publicaban en la red social: “Mani las tomaba realmente en serio. En cuanto alguien publicaba una carta de suicidio, ellos intervenían”.

Ekene Okeke, oriunda de Lagos, estudió sociología y criminología. Después de sufrir depresión y contactar con Mani por Twitter, decidió hacerse voluntaria de la organización. Hace poco tiempo, Okeke tuvo que asistir en una emergencia a una mujer tenía altos niveles de ansiedad y llevaba varios días sola. “Dejé lo que estaba haciendo y me pasé horas hablando con ella, incluso fui a comprarle helado”. En momentos como este, afirma Okeke, siente que el trabajo voluntario vale la pena: “Al final, la mujer pudo calmarse y desde entonces ha buscado ayuda”.

Las redes informales de apoyo de salud mental como esta son cada vez más comunes en todo el mundo, ya que la gente reconoce que los sistemas de salud no pueden tratar eficientemente todos los problemas de salud mental y la sociedad debe recurrir a otras estrategias. Otros ejemplos incluyen el programa de psicoterapia en bancos de parques en Zimbabue, una iniciativa de apoyo entre compañeros en Kenia, un proyecto comunitario de auto-ayuda en Pakistán y la organización Phola en Sudáfrica.

En Lagos, la ciudad más grande de Nigeria, Mani ha lanzado un programa de formación para las escuelas. El programa incluye una serie de “clubes de salud mental” en los que los estudiantes aprenden mecanismos de afrontamiento, los efectos del acoso escolar y participan en talleres sobre consentimiento. Mani también forma a educadores y padres sobre salud mental infantil. Ugo considera que el grupo de padres es especialmente importante. “Culturalmente, a los jóvenes no se les permite hablar”, explica Ugo, “tienen que escuchar. El respeto es algo esencial. Si necesito ayuda, se los digo a mis padres y ellos deciden si necesito ayuda”.

Cuando en 2017 se dio inicio al servicio de Mani por WhatsApp, rápidamente identificaron un problema. “Son muchas más las mujeres que buscan ayuda que los hombres”, asegura Ajeigbe, “esto se debe a que por las normas sociales, los hombres se sienten más presionados a ser fuertes emocionalmente”. Al principio, el 85% de las llamadas eran de mujeres, entonces Ugo y su equipo investigaron cómo podían hacer que el servicio fuera más atractivo para los hombres. “Leímos que a los hombres suelen atraerles los servicios basados en evaluaciones”, afirma Ugo, que inmediatamente incorporó un test de evaluación al programa. Esto aumentó las llamadas de hombres en un 40%.

Algo por lo que no se tiene que preocupar la organización es por el reclutamiento de voluntarios: actualmente tienen 500 solicitudes pendientes de ser evaluadas. “Lo bueno es que muchas personas que se acercan para pedir ayuda terminan ofreciéndose como voluntarias”, dice Ugo. Más de 10.000 personas ya han utilizado el servicio de WhatsApp de Mani.

Puede que el éxito de Mani haya superado las expectativas iniciales de Ugo, pero él no cae en la autocomplacencia. Ahora se ha propuesto convencer al gobierno de la necesidad de cambiar la política nacional de salud mental. También está intentando ampliar las fuentes de financiación, ya que el 90% de los costes de la organización recae en sus fundadores.

“Por el momento, todavía nos auto-financiamos”, dice Ugo. “Es un gran desafío, teniendo en cuenta el impacto que creemos que podemos lograr y la rapidez con la que están creciendo nuestras redes en toda Nigeria”.

Traducido por Lucía Balducci.

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