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La política migratoria de Theresa May “casi recordaba a la Alemania nazi”

Theresa May, primera ministra de Reino Unido

Anne Perkins y Ben Quinn

El hostil clima inmigratorio que Theresa May generó cuando era ministra de Interior “casi recordaba a la Alemania nazi” por su funcionamiento según algunos ministros, declaró el exjefe del Servicio Civil (el alto funcionariado de la Administración Pública), Lord Kerslake.

Kerslake, que fue entrevistado por el programa Newsnight de la BBC, fue hasta 2014 el director del Departamento de Comunidades y Gobierno Local, un puesto que lo colocó en el corazón de la función pública. Kerslake estaba comentando la decisión de 2010 del Gobierno de destruir miles de tarjetas de ingreso al país de inmigrantes, algo por lo cual deberían responder los ministros, en su opinión.

El ministro de Medio Ambiente, Michael Gove, que fue ministro de Educación en aquel momento y pudo estar involucrado en esa política, rechazó esa idea. “Nunca oí a nadie hacer esa comparación, hasta que la hizo Lord Kerslake. No es mi lugar el criticar a un ex funcionario público como Lord Kerslake, pero no estoy de acuerdo con él en absoluto”.

Añadió que después del voto a favor del Brexit, la gente pudo ser más compasiva porque los países que tienen control de sus fronteras son capaces de ser más generosos. “Creo que es evidente en el debate nacional que hemos tenido sobre la generación Windrush que la gente está contenta de que nuestro país haya tenido la tradición de recibir a las personas de otros países”.

[La generación Windrush es la formada por los inmigrantes procedentes de los países caribeños que llegaron al Reino Unido en los años 50 de forma legal y con el apoyo del Gobierno británico de la época. En la última década, muchos de ellos han visto cuestionada sus derechos a la residencia legal por el Ministerio de Interior. La actual ministra, Amber Rudd, pidió perdón en el Parlamento por las presiones sufridas por esas personas.]

Los comentarios de Gove llegaron justo cuando la primera ministra se preparaba para dar el discurso de inauguración de la reunión de jefes de gobierno de la Commonwealth el jueves por la tarde. En la reunión, la reina se iba a encontrar con los jefes de gobierno de los países caribeños, muchos de cuyos ciudadanos vivieron un verdadero caos por la cuestión de la documentación migratoria.

Kerslake llegó a la Administración Pública nacional tras una exitosa carrera en el gobierno local y tuvo un rápido ascenso hasta lo más alto. Pero luego perdió influencia durante el Gobierno de Cameron. Durante dos años, desde 2012, fue jefe adjunto del Servicio Civil, compartiendo responsabilidades con Jeremy Heywood, el secretario del Gabinete, antes de dejar su puesto repentinamente tras dos años.

Entonces, el puesto se unificó en Heywood, algo que fue considerado por muchos como un movimiento político. Los secretarios permanentes como Kerslake se reúnen cada semana para hablar y coordinar cuestiones de gobierno, así que se cree que debía estar muy familiarizado con los problemas de otras carteras.

Exministros liberal demócratas que formaban parte de la coalición y algunos asesores especiales han hablado públicamente sobre sus enfrentamientos para intentar suavizar las medidas.

Sarah Teather, que fue ministra de Infancia y Familias, reveló en 2013 que un grupo interno de inmigración fue inicialmente llamado el “grupo de trabajo por un clima hostil”, pero le cambiaron el nombre por las quejas de los liberal demócratas.

“Theresa May estaba decidida a cambiar las cosas. Estaba orgullosa de querer generar un clima hostil”, dice Teather, que ahora es directora del Servicio Jesuita para los Refugiados.

“El Ministerio del Interior tiene una cultura de mano dura desde arriba que afecta a todo el funcionamiento desde arriba y que tiene razones políticas. Por eso, es increíble que la ministra del Interior Amber Rudd quiera echar la culpa a los funcionarios. Cuando has tenido una ministra del Interior conservadora durante tanto tiempo, no puedes culpar a los funcionarios por poner en práctica las decisiones políticas”.

Una liberal demócrata que era asesora especial en esa época, Polly Mackenzie, tuiteó el martes por la noche que la misión “clima hostil” comenzó cuando se formó un grupo interministerial para estudiar “el acceso de los inmigrantes a ayudas y a los servicios públicos”.

¿Por qué un clima hostil?

Keir Starmer, portavoz laborista sobre el Brexit, advirtió que el impacto de la forma en que se podría afectar los derechos de las personas que llegaron al Reino Unido hace muchos años podría poner en peligro las negociaciones sobre los derechos futuros de los ciudadanos europeos.

Starmer afirmó que le preocupa que “si tu forma de encarar la inmigración es generar un clima hostil, eso podría afectar las relaciones con la UE post-Brexit y sería realmente un camino equivocado, y es hora de que la primera ministra aclare esto”, dijo al programa Today de BBC Radio 4.

Gove remarcó el enfoque abierto de Reino Unido en materia migratoria y elogió la gestión de Amber Rudd. Dijo que las disculpas de la ministra fueron “elegantes” y “un ejemplo”, e insistió en que Rudd había “mejorado mucho”.

Mackenzie argumenta que la misión de May era ponerle la vida difícil a los inmigrantes indocumentados, incluso cuando el Ministerio del Interior no tenía pruebas de la escala del supuesto abuso.

Entre las actividades cotidianas que servían de evidencia para probar el estatus de un inmigrante se encontraban cheques de salario, registro escolar, uso de la Sanidad Pública, cuentas de banco e historial crediticio.

“Vi una infinidad de papeles que decían que el sistema era ‘insostenible en la actual situación económica’ pero ninguna evidencia que lo probara”, tuiteó.

Un exdirectivo de la Fuerza de Fronteras de Reino Unido dijo el jueves que algo salió “terriblemente mal” en el Ministerio del Interior con la pérdida de experiencia y conocimiento sobre la inmigración, a causa de las reorganizaciones de la cartera.

“Con la abolición del Servicio de Inmigraciones y luego la abolición de la Agencia de Fronteras del Reino Unido se ha perdido mucha memoria administrativa y experiencia”, afirmó Tony Smith, una experimentada autoridad de inmigración que fue director general interino de la Fuerza de Fronteras del Reino Unido entre 2012 y 2013.

“Echaron a muchas personas que tenían mucha experiencia, y nosotros intentamos codificar toda esa experiencia en base a los documentos que la gente puede o no tener, pero no tenemos un sistema de gestión de identidad”.

Smith dijo al programa Today que esta pérdida era el epicentro de los problemas de la estrategia de clima hostil. “En resumen, hace falta tener una estrategia de gestión de identidad si vas a generar un clima hostil. No se puede tener uno sin el otro”, aseguró.

Añadió: “Nosotros no respaldamos el clima hostil con una estrategia de gestión de identificación. Pensamos en tarjetas de identidad, ¿verdad? Comenzamos a emitir permisos de residencia biométricos a los que llegaron desde 2008, pero no se los ofrecimos a los inmigrantes que ya estaban en el país, algo similar al sistema de tarjetas verdes de Estados Unidos.”

Smith lamentó los cambios en la cultura tradicional de los funcionarios de inmigración, que antes hacían una carrera que les permitía acumular experiencia en varios roles tanto en el país como en el extranjero.

“Constantemente me llamaban de comisarías donde habían arrestado a personas y la policía no sabía decirme si estaban en el país legalmente o no. Solo podíamos tomar decisiones y aplicar las políticas de inmigración en base a lo que nos decían”.

Smith describió la polémica por la destrucción de las tarjetas que tenían la fecha de ingreso a Reino Unido de miembros de la llamada generación Windrush como una maniobra de despiste, señalando que existen otras formas de llevar a cabo las verificaciones necesarias.

Añadió: “Para mí, toda esta polémica sobre si esas tarjetas de ingreso al país hubieran significado una diferencia es una maniobra de despiste. Lo importante es poder hablar con la gente sensatamente, con cierto conocimiento y experiencia, y poder llegar a una conclusión prudente”.

Traducido por Lucía Balducci

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