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The Guardian en español

Adiós (finalmente) a la 'damisela en apuros' de Disney

Mia Wasikowska, en Alicia a través del espejo

Andrew Pulver

El rodaje del film Alicia a través del espejo, la secuela del éxito de taquilla Alicia en el país de las maravillas, estrenada en 2010, ha generado mucho debate en torno a si este film será lo suficientemente bueno si no lo dirige Tim Burton, si el actor Sacha Baron Cohen puede volver a interpretar a un personaje clásico y si la película sabrá respetar el delicado encanto del libro de Lewis Carroll. En cambio, se ha prestado mucha menos atención a un hecho tan relevante o más: qué aporta a los esfuerzos realizados por Disney para empoderar a las preadolescentes y adolescentes que ven sus films.

Si hace una década le hubieras pedido a alguien que te enumerara los estudios que iban a liderar este cambio social feminista, concretamente, con un cambio de los relatos de las películas muy taquilleras, Disney habría estado en los últimos puestos de la lista. Estaba considerado el más tradicional de todos los grandes estudios de cine, con unos cuentos de hadas que han marcado a generaciones de chicas y han condicionado su visión sobre el trabajo doméstico, y la importancia de ir bien vestidas y de conocer al príncipe azul. En cambio, sus películas de acción respondían a un modelo más familiar, con títulos como Piratas del Caribe, Princesa por sorpresa y las Crónicas de Narnia.

Sin embargo, ahora la situación ha cambiado. Algunas películas han tenido una repercusión espectacular: Brave, que Pixar estrenó en 2012, ambientada en una Escocia bastante medieval, o Frozen, que se estrenó un año más tarde, parcialmente basada en el cuento de La reina de las nieves de Hans Christian Andersen, y Alicia en el país de las maravillas. Todas ellas muestran a jóvenes independientes cuya prioridad en la vida no es enamorarse, en el contexto de una historia en la que los hombres desempeñan un papel secundario. Las madres y las hermanas han sustituido a los novios. Alicia a través del espejo sigue este mismo modelo, tal vez de una forma más perceptible, si tenemos en cuenta que la protagonista tiene 19 años y quiere forjarse una carrera en la marina mercante en el Lejano Oriente.

La escritora y activista Melissa Silverstein, fundadora y editora de la iniciativa Mujeres y Hollywood, es la crítica más influyente para todo lo relativo a cuestiones de género en el cine contemporáneo. Le preguntamos si aprueba los esfuerzos de Disney en ese sentido, que no dejan de ser una parte pequeña de la producción de la compañía. 

“Durante décadas, Disney ha creado personajes que nos resultan muy familiares”, indica. “Las mujeres feministas apoyan Brave, Frozen y los films de Alicia. Esto marca la diferencia. Disney también hace otro tipo de películas que no necesariamente pertenecen a esta categoría así que me resulta difícil afirmar que la transformación está siendo radical”.

“Tenemos que interrumpir un círculo vicioso que empieza cuando las niñas son muy pequeñas”, afirma: “Me refiero a la dinámica de poderes; no transmitirles que las chicas tienen que ser salvadas. Queremos que ellas sean las heroínas y que nadie tenga que venir a salvarlas. Los personajes femeninos tienen que estar tan desarrollados como los masculinos; no puede ser que lo único que sepamos de ellas es que quieren enamorarse”.

“Tienen que ser personas que se desenvuelven en el mundo; esto es lo que nuestras chicas quieren ver. Y de hecho estos personajes no solo tienen que estar pensados para las chicas, ya que los chicos que van al cine tienen que ver a estas heroínas con agallas y comprender que las chicas de verdad son igual de fuertes”.

Obviamente, Silverstein está haciendo alusión a las “princesas Disney”, omnipresentes a lo largo de la historia del estudio. Se conocen así desde el año 2000, pese a que el catálogo de princesas de Disney tiene más de 80 años de historia. Las princesas Disney, un concepto que también abarca juguetes, muñecos y muchos accesorios, ha sido una gallina de los huevos de oro para la compañía, y le ha proporcionado unos ingresos de más de 5.000 millones de euros. Sin embargo, ahora el estudio parece que empieza a retractarse de los valores que ha promovido.

Silverstein lo llama “el complejo industrial de las princesas” y considera que prácticamente es “el fin de una civilización”. “Esto es lo que hemos estado enseñando a las niñas: vístete de rosa, ponte guapa, maquíllate. Quiero que todos estos mensajes desaparezcan. No son el tipo de mensajes que las ayudará a convertirse en jóvenes que puedan valerse por sí mismas. Es el tipo de mensajes que la sociedad solía utilizar para que fueran sumisas”.

Según un informe realizado por Claire Suddath, periodista de Bloomberg Businessweek, sobre los motivos que han llevado a Disney a terminar su contrato con el fabricante de muñecas Mattel y apostar por Hasbro, uno de los elementos clave ha sido las críticas constantes que han recibido por parte de escritoras feministas influyentes, y más concretamente, por un artículo publicado por Peggy Orenstein en 2006 en The New York Times Magazine, con el título de ¿Qué problema tiene Cenicienta?, donde explicaba que rechaza, y más como madre, la cultura de “las princesas y las niñas muy femeninas” que constantemente bombardea a su hija. Todo parece indicar que ahora Disney avanza en la dirección deseada.

En su libro How Fourth Wave Feminism is Changing Disney's Princesses (Cómo el feminismo de cuarta generación está cambiando las princesas Disney), Kaitlin Ebersol describe este proceso y cómo las películas Brave y Frozen han terminado con los estereotipos patriarcales de los films anteriores al centrarse en la relación entre las distintas mujeres protagonistas y dejar el amor en un segundo término. Lo mismo es aplicable a la saga de Alicia y al film Maléfica, basado en la malvada bruja de La bella durmiente (que comparten la guionista Linda Woolverton). En cambio, la nueva versión de Cenicienta ha apostado por una visión más tradicional y azucarada. Nadie sabe todavía si La bella y la bestia seguirá un camino u otro y hay mucha expectación; de hecho, recientemente se dio a conocer el tráiler y batió un récord en Internet. El hecho de que el papel protagonista recaiga en la actriz Emma Watson, cuya intención de estudiar temas de género durante un año ha ocupado portadas, parece indicar la opción ganadora.

Dejando a un lado las críticas demoledoras, ¿Cómo lidian los creadores de las películas con los temas de género?

Suzanne Todd, productora de la saga Alicia (junto con su hermana Jennifer) señala que “el empoderamiento de la mujer” fue el motor de la película desde el inicio. Indica que Woolverton desempeñó un papel clave en el proyecto. Bella, un personaje que Woolverton creó en 1991 para la película de dibujos animados La bella y la bestia “encarna todos los valores en los que ella cree” y “para nosotras cada vez es más importante crear personajes de los que nos sintamos orgullosas y que nuestras hijas admiren y quieran imitar”.

Todd asegura que el hecho de que la adolescente Alicia que aparece en las películas de 2010 y 2016 no tenga novio es fortuito y que sí es cierto que dieron prioridad a las relaciones de la protagonista con la familia y los amigos. “Para las chicas que se fijan en chicos, que la protagonista tenga novio es un elemento muy importante y aunque nos hubiese gustado incluirlo, ese elemento no cabía. Queríamos darle mucha importancia a la relación que tiene con su madre ya que a esa edad todos los adolescentes tienen que redefinir la relación con sus padres”. Los obstáculos con los que se encuentra Alicia para poder cumplir sus sueños profesionales también ocupan un lugar destacado.

Su película es una pieza más de un rompecabezas cultural mucho más grande. “Hacer una película es un trabajo de años e intervienen muchas personas, toman decisiones que tendrán un impacto cinco años después”, indica Silverstein. “A las personas que trabajan en esta industria les resulta muy difícil comprender cómo las películas cambian la percepción que tenemos de nuestra sociedad”.

Pone como ejemplo una reciente campaña en Twitter para que Elsa se enamore de una chica en Frozen 2. “La cultura nos muestra cómo nos relacionamos los unos con los otros y si dejamos de lado el tipo de mujer que nos gustaría ser, las chicas más jóvenes no tendrán un modelo de mujer que emular. Disney está abordando cuestiones sobre las que se está hablando mucho y esto es genial pero también conlleva responsabilidades”.

“A la industria cinematográfica le ha costado incluir las voces de las mujeres y creérselas. Y este es el motivo por el que cuando finalmente se hace una película como Brave o Frozen la hacemos nuestra. Resulta sorprendente que esto no haya pasado hasta ahora. Sin embargo, lo cierto es que las mujeres crean personajes con los que se identifican y esta es la razón por la cual las películas tienen éxito”.

Traducción de Emma Reverter

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