UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
El lazo con Palestina en la diáspora se fortalece durante la ofensiva en Gaza
En los campamentos de refugiados y refugiadas de Palestina en Líbano, la memoria y el arraigo construido en la diáspora conviven con una herida siempre abierta: Gaza. Aunque han pasado décadas desde que muchas familias fueron expulsadas de sus hogares tras la Nakba de 1948, la identidad palestina sigue viva en las calles estrechas de El Buss, Nahr el-Bared o Shatila. Allí, entre casas de hormigón agrietado y los patios donde aún se hornea ma’amoul durante el Eid, el lazo con Palestina no solo se conserva, se cultiva. Desde octubre de 2023, cuando Gaza volvió a ser blanco de una ofensiva brutal, ese vínculo se ha transformado en una oleada de solidaridad: en las mezquitas, en las escuelas y en cada conversación late el mismo deseo: que Gaza no esté sola.
En momentos de celebración para la comunidad, la solidaridad es uno de los pilares fundamentales entre la comunidad. Se viven momentos de alegría y gratitud donde honran sus tradiciones preservando su patrimonio cultural, su historia y su identidad, especialmente en el contexto del desplazamiento y la lucha por una vida digna.
El colapso económico de Líbano y la violencia fronteriza cerca de sus campamentos han dificultado enormemente las celebraciones, pero principalmente, la situación de la población palestina de Gaza ensombrece cualquier atisbo de alegría últimamente en las celebraciones, aunque se trate de una tan importante como el Eid el-fitr, que pone fin al mes de Ramadán y que se celebró hace unas semanas en todas las comunidades musulmanas.
“Me da mucha pena cada vez que recuerdo cómo solía celebrar el Eid en Palestina con mi familia cuando era niño”, explica Hussien Ahmad, un refugiado palestino de 89 años del campamento El Buss, en el sur de Líbano. “Mi madre solía hornear ka’ak al-Eid (galletas dulces), ma’amoul (galletas rellenas de dátiles) con nuestros vecinos en el patio. El aroma de estos dulces llenaba toda la casa”.
Hussien tenía unos 10 años cuando ocurrió la Nakba en 1948 y tuvo que huir de su tierra con su familia por temor a la muerte. Con tristeza, Hussien explica que no puede celebrar nada sabiendo que los niños en Gaza enfrentan el horror de la ofensiva, asesinatos y desplazamientos, que hacen casi imposible pensar en otra cosa. “Sonrío con dolor cada vez que veo a mis nietos emocionados por el Eid o por cualquier festividad, deseando que los niños de Gaza pudieran experimentar lo mismo que mis nietos”, comenta.
Lamentablemente, el deseo de Hussien está muy lejos de cumplirse, ya que la reanudación de la ofensiva sigue robando la infancia a los niños de Gaza. “La guerra ha convertido Gaza en un lugar que no es para los niños”, afirma Philippe Lazzarini, Comisionado General de UNRWA.
Si caminas por los callejones de cualquier campamento de refugiados y refugiadas de Palestina en Líbano, como el campamento de Nahr El-Bared en momentos especiales como el Ramadán, puedes disfrutar de la escena de niños saltando en camas elásticas y montando columpios. “No podía esperar más a que llegara el momento de celebrar para ir con mis amigos y primos a montar en los columpios”, dice Omar Loubani, un niño refugiado palestino que vive en el campamento. Y añade: “Quiero comer todos los dulces que prepara mi abuela y recibir la Eidiya de mi padre y mis tíos”. La Eidiya, un dinero que se regala a los niños en estas fiestas, es una de las tradiciones de los refugiados y refugiadas de Palestina, pero lamentablemente muchos hoy en día se ven privados de esta tradición.
Lazos nuevos para el pelo de las niñas, dulces tradicionales, Eidiya y columpios, en eso consisten las celebraciones tradicionales para los niños. Pero debido al deterioro de las condiciones en Líbano y la ofensiva en Gaza, los niños y niñas hoy no pueden disfrutar plenamente de estos momentos de tradición y cultura como antes. Cuando se le preguntó sobre Gaza, Omar hizo una pausa. “Vi videos de niños en Gaza comiendo hierba para sobrevivir. Ojalá pudiera darles mi Eidiya”. Sus palabras reflejan el lema no escrito entre los habitantes de los campamentos en Líbano: “Celebramos, pero no olvidamos”.
A pesar de sus propias reivindicaciones, la generosidad de los refugiados y refugiadas de Palestina en Líbano no tiene límites y recogen donaciones en las mezquitas del campamento, empaquetan paquetes con ayuda y rezan por Gaza. Para los ancianos como Hussien y los niños como Omar, las celebraciones culturales son actos de resistencia, pero también un recordatorio de quienes han quedado atrás. Mientras el aroma del ma’amoul llena los callejones de los campamentos de Nahr el-Bared y El Buss, sus oraciones se elevan por la paz. Siempre con un deseo firme en la cabeza: no permitan que Gaza sea olvidada.