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Acordaos de Lula

Lula se mantiene al frente en las intenciones de voto a un año de las elecciones en Brasil

Antón Losada

Segunda entrega de las conversaciones entre los fiscales, otros jueces y Sergio Moro, feliz ministro de Justicia del ultra Bolsonaro, para acordar la mejor estrategia para enchironar de por vida al candidato Lula da Silva, apropiarse de sumarios que no le correspondían, ordenar estratégicamente las pruebas para destacar las incriminatorias y ocultar las exculpatorias, negociar escandalosos tratos de favor a cambio de testimonios a la carta o alegrarse por las desgracias de jueces y fiscales menos proclives a la conspiración. Esta vez no las ha publicado un diario liberal extranjero, al servicio del marxismo, el judaísmo, la internacional gay y el populismo sin fronteras. Las ha publicado Veja, una revista brasileña de orden, de derechas de toda la vida.

La segunda entrega no ha tenido ni siquiera la limitada repercusión de la primera. De nuevo, las clamorosas evidencias de que Lula da Silva fue objeto de una cacería ilegal, que tenía como único objetivo echarle de una carrera electoral que todo el mundo sabía que iba a ganar y devolver por medio de las urnas al PT el poder arrebatado por medio de un golpe parajurídico, han quedado rebajadas a “dudas” sobre la “parcialidad” de un juez a quien se premiaron los servicios prestados con un ministerio.

Echo de menos los sesudos artículos de analistas y expertos que, durante meses, nos explicaron que la justicia brasileña constituía un milagro de honradez, incorruptibilidad e independencia en medio de un país asolado por la corrupción, el clientelismo y la violencia institucionalizada. Echo aún más de menos los documentados estudios y doctas opiniones que, durante esos mismos meses, nos contaron la decepción y el cansancio que había provocado en el noble pueblo brasileño Lula y sus compinches quienes, después de pasarse décadas de su vida en la cárcel o en la clandestinidad, se habían entregado al lujo y desenfreno mientras las mismas élites que había esquilmado sin medida la riqueza de los brasileños luchaban ahora a brazo partido por llevarles la libertad y el progreso.

La misma izquierda europea que corrió a apartarse de Lula porque, en el fondo, comparte el argumento de la derecha de que, al final, todos los de izquierdas solo quieren ser ricos y famosos como los de derechas, no corre ahora tanto para reclamar la inmediata liberación del expresidente. Ni siquiera se atreve a plantar cara a la estrategia de blanqueo de facinerosos como Bolsonaro o Donald Trump, quienes han conseguido convertir en normal aquello que hasta hace apenas unas semanas nos parecía inaceptable a base de permitirles que nos pinten la cara todos los días porque, al fin y al cabo, son de los nuestros.

No hace falta irse a Brasil. Aquí al lado, en Grecia, está sucediendo algo parecido. La misma Unión Europea que avisaba a diario del fin del mundo si Alexis Tsipras y Syriza llegaban al poder, no dice una palabra ante el demencial programa de rebajas fiscales y venta a granel de bienes y servicios públicos que prometen Kyriakos Mitsotakis y Nueva Democracia, el partido que sumió a Grecia en el abismo. Qué importa si en un par de años hay que volver a desatar otro austericidio; al fin y al cabo, también son de los nuestros y eso es lo que importa.

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