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Se puede ganar a Trump, si el Partido Demócrata no se rompe

El presidente de EEUU, Donald Trump, en una imagen de archivo.

José Miguel Contreras

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“Si pasamos los próximos cuatro meses destrozando nuestro partido, vamos a ver a Donald Trump pasar los próximos cuatro años destrozando a nuestro país”. La frase la pronunció en un debate esta pasada semana Amy Klobuchar, la senadora por Minnesota, una de las participantes en la carrera demócrata para conseguir la nominación para enfrentarse a Donald Trump en las elecciones de noviembre. Los demócratas se encuentran en el inicio de las elecciones primarias. En contra de lo que muchos intentan dar por hecho, la batalla electoral va a estar muy abierta y hay razones objetivas, con los números encima de la mesa, para pensar que el cambio es perfectamente posible. Un elemento determinante, claro está, será contar con un sólido candidato que pueda hacerle frente. Hay que hablar en masculino, porque una de las primeras conclusiones de las primarias es que será un hombre: Bernie Sanders, posiblemente; o Joe Biden, si cambia la tendencia actual; o Michael Bloomberg, si consigue que su inmensa fortuna personal obre un milagro que casi nadie espera.

Mañana se celebra el llamado 'Súpermartes', en el que se elige una tercera parte de los delegados que decidirán finalmente quién será el candidato. Así que este miércoles puede que tengamos ya una visión clara de cómo va a ser de dura la guerra interna del Partido Demócrata. Veremos si Sanders consolida su ventaja inicial o la batalla se va a endurecer aún más. Los debates realizados estas últimas semanas están destacando por la enorme agresividad entre los aspirantes. Tradicionalmente, la discusión política interna de los partidos en Estados Unidos suele ser muy encendida. Sin embargo, nunca se había vivido tal nivel de agresividad. Cabe suponer que tiene que ver con el cambio general que se ha producido en la confrontación política que parece haberse extendido además a buena parte de las democracias occidentales, España incluida.

Si hay una palabra que caracteriza a la actual vida política estadounidense es la de polarización. La era Trump pasará a la historia por haber abierto una brecha ideológica que ha partido en dos la sociedad americana con un nivel de confrontación desconocido desde la Guerra de Secesión, que tuvo lugar mediado el siglo XIX. Una polarización extrema lleva a pensar en que las dos sociedades que conviven en pleno enfrentamiento posiblemente reafirmen su voto en las próximas elecciones. La inmensa mayoría de los votantes republicanos respaldan a Trump. Por el contrario, los demócratas abominan de su figura. Hace cuatro años, Hillary Clinton obtuvo tres millones de votos más que Trump (66 millones vs 63). El resultado final lo determinaron tres estados del norte tradicionalmente demócratas (Pennsylvania, Michigan y Wisconsin) que desnivelaron la balanza al apoyar finalmente al candidato republicano. La diferencia de votos sumados los tres territorios fue solo de 67.000 votos. Estas elecciones pueden decidirse por márgenes similares.

Bernie Sanders (78 años, senador por Vermont) aparece como el principal favorito para enfrentarse a Trump. Sus críticos le acusan de ser demasiado radical como para conseguir un respaldo mayoritario entre el heterogéneo electorado demócrata. Se vive, una vez más, la pugna entre los sectores más izquierdistas y los más centristas. En 2016, los análisis postelectorales mostraron que muchos seguidores de Sanders, que había perdido las primarias frente a Hillary Clinton, no la votaron frente a Trump, lo que pudo decidir el resultado final. Se extiende ahora el temor de que el establishment demócrata pudiera no secundar a un candidato demasiado radical a sus ojos.

Hay voces que empiezan a defender que la solución pudiera ser la composición de un ticket electoral que compensara los principales puntos débiles de Bernie Sanders. La designación de quien pudiera ocupar la vicepresidencia puede resultar decisiva. Sanders, con una avanzada edad y después de haber sufrido un infarto, necesita compensar su figura con una persona más joven, posiblemente una mujer. La preferida de muchos hubiera sido la icónica congresista neoyorkina Alexandria Ocasio-Cortez. Para aspirar a la vicepresidencia en Estados Unidos, la ley obliga a haber cumplido los 35 años y AOC solo tiene 30. También se piensa en lo acertado que sería para Sanders contar con una vicepresidencia afroamericana. Todos los candidatos este año a la presidencia son blancos. Entre los que siguen en liza, el más querido por la comunidad negra es sin duda Joe Biden, que fue leal vicepresidente con Obama. Biden ha arrasado este fin de semana en South Carolina gracias al extendido apoyo de la comunidad negra.

Mientras, Trump observa con atención la cruenta guerra demócrata. Hasta ahora, el presidente norteamericano se ha dedicado a menospreciar a los candidatos en las primarias y a cebarse con su batalla interna. Su campaña será muy diferente si el rival representa una línea continuista o si es absolutamente rupturista. Frente a Biden, le bastaría con mantener la línea que le funcionó contra Clinton, la de la lucha contra las élites tradicionales que han dominado Washington durante décadas. El combate contra Sanders le resultaría más complicado. El Tío Bernie, como es conocido entre sus numerosos seguidores hispanos, tiene un discurso de gran fuerza emocional y cierta carga populista que puede competir cara a cara con el lenguaje políticamente incorrecto de Trump.

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