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La vida a 50 grados de temperatura

Cambio climático

José Luis Gallego

Cuando el verano apenas ha echado a andar en nuestras antípodas, los habitantes de Australia están sufriendo una de las peores olas de calor de su historia. Con buena parte del país por encima de los 40ºC y amplias zonas del oeste rozando los 50ºC, las temperaturas medias se han situado hasta 14 grados por encima de lo habitual. El país de los canguros es una brasa.

El calor extremo está desecando los campos, multiplicando hasta el extremo el riesgo de grandes incendios y dificultando la propia vida de las personas como consecuencia del aumento de los niveles de ozono troposférico. Un contaminante secundario que se dispara con las altas temperaturas y actúa como irritante de las vías respiratorias, afectando especialmente a la salud de los niños, las personas de edad avanzada y los pacientes de asma.

La situación es tan grave que, tal y como informaba esta semana el diario británico The Guardian, las autoridades sanitarias han pedido a los ciudadanos de las regiones más afectadas por la ola de calor, incluida la ciudad de Sidney, que eviten el contacto con el exterior mientras ésta se mantenga. El problema es que esto podría ser tan solo el inicio de la pesadilla que se prepara a vivir Australia en 2019.

Según los expertos el verano austral, que apenas acaba de empezar (21 de diciembre), podría ser éste año mucho más cálido y seco de lo habitual, por lo que las actuales condiciones no solo pueden mantenerse sino ir a peor en los próximos meses. Y es que Oceanía es uno de los lugares más vulnerables a los efectos del calentamiento global que sufre el planeta: tanto por la rápida subida del nivel del mar, que ya está haciendo desaparecer sus estados insulares, como por el señalado aumento de las temperaturas.

Tras los pavorosos incendios de California, donde según los testimonios lo que ardía era el cielo mismo, lo que ocurre ahora en Australia confirmaría que la indiferencia ciudadana y el desinterés político hacia el cambio climático se van a corregir de golpe de evidencias. Evidencias como tortazos a nuestra conciencia. En ese sentido 2019 puede venir cargado de ellas.

No soy un agorero. Huyo del tremendismo tanto como de la fantasía. Es más, creo firmemente que el catastrofismo y el alarmismo le han hecho mucho daño a la divulgación ambiental. Sin embargo es tan alto el desinterés hacia el cambio climático, tan alta la incompetencia política a la hora de alcanzar acuerdos para mitigarlo y adaptarnos, que el tiempo se nos ha echado encima y vamos de cabeza hacia los peores escenarios.

Les ruego que permanezcan atentos a las crónicas de desastres naturales de las que vamos a darles cuenta en el diario. Especialmente las que van a ir llegándonos de las regiones más vulnerables al calentamiento global. Y a los que vamos a vivir de primera mano sin necesidad de crónicas. Porque según los expertos, junto a Oceanía, una de las áreas de planeta que va a sufrir las peores consecuencias del aumento de las temperaturas va a ser la nuestra, la gran región del Mediterráneo.

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