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Diez años de matrimonio homosexual: “El día que nos casamos cambiamos un poquito el mundo”

Ricardo y Fernando

Miguel A. Parra Anguita

Ana, Elena, Antonio, Ricardo, Fernando... vivieron una revolución hace diez años. No fueron los únicos. Entonces fue un pequeño cambio para el hombre, un gran cambio para la sociedad. Así se podría definir lo que causó la modificación del artículo 44 del Código Civil que permitió ampliar el matrimonio y la adopción a las parejas del mismo sexo. Sólo hubo que cambiar los términos “marido” y “mujer” por “cónyuges”, y “padre” y “madre” por “progenitores”. Además, se añadió una frase: “El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o diferente sexo”. Y con esta pequeña reforma, la ley 13/2005, aprobada en el Congreso el 30 de junio de hace diez años por iniciativa del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y que entró en vigor un 3 de julio, venía a traer seguramente una de las mayores revoluciones sociales vividas en este país. Con esta ley, España se convertía en el cuarto país del mundo en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo aunque, como declara a eldiario.es José Luis Rodríguez Zapatero, “era la ley más completa y avanzada de todas”.

Eso sí, una revolución silenciosa, calmada y progresiva y normal. Al principio, tuvo que lidiar con algunos obstáculos, como las protestas de la Iglesia Católica y de los sectores más conservadoras de la sociedad. En el trámite legal, el Partido Popular llegó a interponer un recurso ante el Tribunal Constitucional, que unos años después, en 2012, se pronunció a favor del texto legal. Pero ahora son ya 31.610 bodas homosexuales las celebradas (12.200 de parejas lesbianas y el resto, 19.410, de parejas de hombres). Y a la sociedad no le ha pasado nada. Más bien, al contrario, ya que España encabeza la lista de países con mayor aceptación de la homosexualidad, y según un estudio del Pew Research Center, en ningún otro país del mundo es tan bajo el porcentaje de personas que creen que la homosexualidad es moralmente inaceptable.

En este sentido, Eduardo Bericat, catedrático de Sociología de la Universidad de Sevilla, destaca que España es uno de los países en los que más se ha avanzado en tolerancia y en reconocimiento de la diversidad y los distintos estilos de vida. “Lo que ha pasado en España es un proceso muy, muy destacable. Somos la avanzadilla en términos de valores sociales: libertad, tolerancia, respeto, multiculturalismo… cualquier valor social que se considere como un valor de progreso”, asegura.

Ana y Elena

Ana y ElenaHace justo ahora unos diez años, conocimos a Emilio y a Carlos, la primera pareja homosexual que contrajo matrimonio en España, tras 30 años de relación. Fue el 11 de julio de 2005, tan sólo once días después de la aprobación de la ley y ocho días después de su entrada en vigor. Tras ellos, vinieron muchos otros y otras. Como Elena y Ana, dos madrileñas de 48 años que se casaron el mismo año 2005. Sus mellizos nacieron el 17 de junio, sólo 13 días antes de promulgarse la ley, de ahí que tuvieran que ser registrados como hijos exclusivamente de la madre biológica. “Quisimos casarnos cuanto antes para iniciar el proceso de adopción y que la otra madre lo fuera también de derecho”, relata Ana.

“Nos casamos el 1 de diciembre en el Registro Civil de Madrid. El proceso fue rápido y ágil. La boda se desarrolló igual que el resto de bodas oficiadas ese día. El contenido formal  era y es el mismo, pero nosotras no lo sentimos así”, reconoce Ana. Y lo explica: “Éramos de las primeras parejas que nos casábamos y nuestros sentimientos eran mucho más extensos. Gratitud, alegría, justicia, orgullo... Esos sentimientos hicieron que, aunque aparentemente, fuera una boda similar, no lo fuera. Ese día estábamos cambiando un poquito el mundo, haciéndolo más justo e igualitario. Todo fue extraordinariamente normal”.

Antonio: el primer divorcio

Antonio: el primer divorcio

La nueva ley normalizaba los matrimonios entre personas del mismo sexo y todo lo que eso conllevaba: la adopción conjunta, el derecho de sucesiones, el derecho de residencia, los efectos tributarios, las pensiones y, cómo no, la separación y el divorcio. En estos diez años se han registrado en nuestro país un total de 1.858 divorcios de parejas homosexuales. Uno de estos divorcios fue el de Antonio, un sevillano de 37 años, y su ex marido, que sólo permanecieron casados 7 meses. Como se suele decir, ‘fue bonito mientras duró’ pero, como a muchas otras parejas, se les rompió el amor y el suyo fue el primer divorcio de una pareja gay con sentencia firme.

“Fue de mutuo acuerdo y no había hijos ni bienes que repartir, por lo que fue un divorcio exprés, que también se acababa de aprobar en aquel entonces”, recuerda Antonio. Él y su pareja, de nacionalidad argentina, pagaron entre los dos 550 euros y dejaron de estar casados. “Todo el proceso de separación fue muy rápido y una separación muy cordial, no hubo ningún problema”, señala.

Ricardo y Fernando… y César y Javier

Ricardo y Fernando… y César y JavierUna de las cosas que hace de la norma española una de las más avanzadas es que iguala de pleno derecho al matrimonio homosexual con el heterosexual, incluyendo el derecho a la adopción, un aspecto más sensible socialmente hablando a pesar de los estudios que dicen que no afecta al desarrollo de los pequeños. Según un estudio de 2013, el 73% de los españoles está a favor de la adopción por parte de homosexuales, sólo superados por los suecos (78%) y muy por delante de franceses (53%) e italianos (42%).

Ricardo, jiennense 43 años, y Fernando, madrileño de 31, se casaron en 2010 y desde hace un año y medio son los papás de César y Javier, a los que tienen en régimen de acogimiento. La pareja asegura que no ha sentido discriminación en ningún momento: “La diferencia con respecto a las parejas heterosexuales es que ellas pueden solicitar adopción internacional en países en los que nosotros no podemos, pero no por culpa de la legislación española, sino de la extranjera”, asegura Ricardo. Este matrimonio recuerda el buen trato recibido durante el proceso: “En el Instituto Madrileño de la Familia y el Menor no hay homofobia ni ningún tipo de trato discriminatorio. Son profesionales con gran sensibilidad, vocacionales, con magnífica formación, amplísima experiencia y la libertad que te da ser funcionario público”, destaca Ricardo.

Ahora, los niños están “plenamente integrados” en sus colegios y son “muy queridos” por sus compañeros, que saben y aceptan con normalidad que tienen dos papás. “Los compañeros de César no reciben ningún mensaje negativo ni contradictorio sobre nosotros en sus casas, cuando nosotros no estamos delante. No ha habido tampoco ningún problema con la dirección del colegio ni con los profesores y profesoras, sino más bien al revés”, dice Ricardo.

Eso sí, como si fuera el popular anuncio de refrescos, siempre surge la pregunta de ¿Por qué César tiene dos papás? “Una niña incluso me preguntó que cuál de los dos era el auténtico -recuerda Ricardo-, y le dije que los dos, pero me hubiese gustado explicarle que el padre verdadero es el que cría, cuida y quiere, que la paternidad en el siglo XXI no se funda ya en la biología sino en la intención, en la voluntad y el compromiso de por vida de ser padre para un niño”.

Normalidad

Para Bericat, “así como en otros países se han generado disensos, en España ha habido debate, disparidad de opiniones, pero no una guerra cultural, y los avances se han conseguido sin una resistencia excesiva. En comparación con otros países, y considerando de dónde venimos, 40 años de dictadura, se ha abierto la puerta a cualquier derecho o estilo de vida que se considerase dentro del ejercicio de la libertad y del ámbito de los derechos íntimos, con ciertas resistencias pero sin guerras culturales ni valorativas”.

Por su parte, Ana y Elena creen que en esta década han cambiado las actitudes: “Nuestras familias, integradas han demostrado que esta ley, no sólo no perjudica a nadie, sino que hace enormemente feliz a muchos y a muchas”. “Creemos que el tiempo facilita la interiorización de la ley y el que la gente normalice un hecho que antes se percibía desde un mayor desconocimiento y con más prejuicios. Queda mucho trabajo de concienciación pero cada pareja que se ha casado en estos años ha facilitado ese trabajo”, afirma Ana.

A ellas dos –reconoce- esta ley las hizo “sonreír, porque nuestros hijos podían ser titulares del derecho básico de ser protegidos y amados de hecho y derecho por sus dos progenitoras. Nosotras llevábamos 15 años comprometidas la una con la otra pero el día que nos casamos demostramos que un mundo más justo e igualitario es posible”.

Para Ricardo y Fernando, la ley de matrimonio igualitario ha tenido “un poder de cambio en la sociedad y en nuestras vidas extraordinario. Podemos afirmar sin temor a exagerar que nuestra felicidad presente es gracias a esa ley. Y la clave de su fuerza radica en la utilización de la palabra matrimoniomatrimonio”.

Según Ricardo, “cuando te casas todo el mundo entra en el chip de que te casas y, por tanto, todo el mundo hace lo propio: las amigas de tu madre no se apenan por ella por tener un hijo gay, sino que la felicitan porque su hijo se casa; tus tías-abuelas te lanzan con frescura ‘¡Bueno, y ahora a por los hijos!’; y ves a tu madre llorar de alegría. Es tanta la capacidad que ha tenido el matrimonio para reconciliarnos con la familia y para devolvernos nuestra dignidad en la sociedad que no puede expresarse con palabras”.

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