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'Contramarea' o en busca de la humanidad

Al menos 60.000 personas han muerto en rutas migratorias en 20 años

Carmen Marchena

“Nadie sube a sus hijos a una patera a menos que el agua sea más segura que la tierra”, esta fue una de las frases que caló en el manifiesto que el pasado 20J, Día de los Refugiados, se leyó tras finalizar la manifestación SOS Refugiados, convocada en Puerta de Jerez (Sevilla). Pero una cosa es decirlo y otra , verlo.

Muchos tenían claro el itinerario tras la manifestación, porque a las 21.30h tendría lugar la proyección del documental “Contramarea”, enclavado en las actividades del 20J. Eran las nueve y ya se iban colocando los asistentes a modo de procesionaria en la acera de la calle Amor de Dios, donde se encuentra el Cine Cervantes.

Comenzaron a repartir entradas a los que se encontraban en la fila. Los encargados de repartirlas comentaban que era simplemente para controlar el aforo, pues la entrada a la proyección era libre hasta completar el patio de butacas del lugar. No cesaban de llegar interesados y todo el que se hacía con el ticket, lo recibía con una sonrisa que denotaba alivio por no quedarse fuera.

El ambiente que allí se respiraba era digno de un gran estreno. Había miembros de los sindicatos, de distintas asociaciones y grupos políticos… Todos, asistentes a la manifestación convocada horas antes. Estos, ya en la fila, compartían sensaciones de la marcha protesta, a la par de mostrarse inquietos por entrar en el recinto. Y lo de menos eran los nombres propios.

Una vez colocados en sus asientos y tras la intentona de la organización porque cupiese toda persona interesada en la proyección, anunciaron aforo completo (una alegría visto desde el punto de vista de los organizadores del evento) pero no tan alegre para las personas que tuvieron que quedarse en la puerta.

“Estamos con vosotros”

El público, ya acomodado y en silencio, recibía frente al escenario a María Iglesias, Carlos Escaño, Jaime Moreno y Francisco Cuadrado, el equipo que junto los voluntarios de la ONG Proem-Aid, trabajó desde Lesbos en el documental Contramarea, con la colaboración de eldiario.es.

Comenzó los agradecimientos María Iglesias, periodista que acompañó durante 10 días a las asociaciones, voluntarios y trabajadores que se ocupaban de recibir, asistir y socorrer a las personas llegadas a través del Mar Egeo a las costas griegas. Iglesias se mostraba agradecida a la par que sorprendida, de ver un cine abarrotado, expectante a la proyección del documental.

Continuaron los reconocimientos al equipo de salvamento marítimo de Proem-Aid (dispuestos en las primeras filas del lugar) ,“sin ellos no habría sido posible este documental”, afirmaba Iglesias. Su discurso concluía dirigiendo unas emotivas palabras a Nissrin Aljundi, refugiada Siria afincada en Sevilla y una de las protagonistas del documental: “Sentimos mucho lo que está pasando en vuestro país y lo que habéis tenido que vivir, (y alzando el puño cerrado) Keep on’ fighting, estamos con vosotros”.

Entre los aplausos y la conmoción de la sala, ultimó este preludio a la proyección Carlos Escaño, realizador del documental, quien explicaba que “la realización del documental Contramarea, es nuestro granito de arena para que el ‘efecto Lesbos’ continúe. Para mostrar lo que la Europa institucional no está haciendo y lo en lo que la ciudadanía está luchando y cree que sí se puede hacer”.

Comenzó la proyección del documental tomando siempre como referencia al mar Egeo. Tras una contextualización de Lesbos, su historia y actual situación con la llegada de los refugiados, aparecen los testimonios de las personas implicadas y protagonistas. Las imágenes filmadas son cruciales en este reportaje, pero sin duda son los testimonios de los refugiados los que sobrecogen al espectador.

De este modo y entre lágrimas hablaba un refugiado irakí de un posible retorno a su país: “Nos volverán a llevar al infierno de nuevo…”. Su compañera, con semblante que reflejaba la desesperación ante la incertidumbre de su futuro en Lesbos, comentaba: “Prefiero morir aquí (en el campamento) en vez de volver a Irak. Estaba tan feliz cuando vine porque al final encontraría la esperanza…”.

Todos los testimonios hablan de la esperanza, pero de una esperanza tras la huida ‘in extremis’ de una realidad que a muchos les cuesta explicar. “He visto a personas inhumanas llegar a hacer cosas horribles y una vez me fui de mi país y llegué al campamento, me volví a rencontrar con personas humanas. Eso es lo que me da esperanza para vivir”. Voluntarios, miembros de ONGs, de instituciones, trabajadores que se encontraban en los campos de Refugiados de Lesbos, se repetían con una misma frase. Una máxima que ilustraba a la perfección, la desesperaba situación en la que se encuentran estas personas al para tener que huir de sus países.

Todos recurriendo a la retórica: cómo de terrible será el horror del que estas personas huyen, para coger sus bienes más preciados o lo que es lo mismo, su familia, y huir en esas balsas infames atravesando el Egeo, sin saber qué será de sus vidas en alta mar y bajo atroces condiciones.

Un himno de paz, apoyo y esperanza tocado por uno de los refugiados con su guitarra en los campamentos pone punto y final a un documental de 52 minutos, del que muchos espectadores salían con lágrimas en los ojos. El efecto de la mirada real y crítica a a la crudeza de un problema que incumbe a la ciudadanía global.

Y que el equipo encargado de realizar Contramarea ha querido y al menos conseguido en la proyección del Cine Cervantes: trasmitir y hacer reflexionar sobre este ‘efecto Lesbos’ al que Escaño se refería y en el que queda mucho por hacer.

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