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Los grafitis históricos de la Catedral de Sevilla

Pintadas en la calle Alemanes. |

Juan Miguel Baquero

Turistas, y lugareños, trasiegan el centro de la ciudad ajenos a la memoria inscrita en los muros de la Catedral de Sevilla. Las miradas, a veces, se posan en un rastro confuso en forma de antiguos grafitis. ¿Quién ha pintarrajeado esa sopa de letras?, parecen decir los ceños fruncidos. Son vítores, un símbolo de raíz romana que adoptaron varias universidades españolas como emblema conmemorativo de quien obtenía el título de doctor.

El vítor es un anagrama de color rojo que equivale a “¡viva!” y combina las letras V I C T O R. Deriva del crismón del Bajo Imperio Romano y, según la leyenda, de los sueños del emperador Constantino antes de una batalla… in hoc signo vinces, “con este signo vencerás”. Es un emblema cargado de simbolismo que incluso el dictador Francisco Franco llegó a apropiarse.

Antes de la acomodación franquista, el vítor era una referencia universitaria hasta que la ley Moyano de 1857 eliminó la facultad de conceder doctorados, recuperada en 1954. Y con ello la moda estudiantil, que usaba pigmentos de origen animal o vegetal.

La expresión 'lanzar vítores' alcanza en las paredes hispalenses a nombres, perfectamente legibles, como Don Alonso García o Don Melchor junto a variados trazos de la historia universitaria dispuestos, todavía, a ser adivinados. Como jeroglíficos urbanos que transportan el legado de añejos éxitos académicos. En Sevilla estuvieron ocultos durante años bajo un manto de suciedad y contaminación eliminada tras las tareas de limpieza del conjunto arquitectónico.

Hasta el Archivo de Indias también llegaron este tipo de inscripciones. En la fachada que da al conjunto catedralicio pueden leerse apellidos como Silva o García de la Parra. Es probable, en este caso, que correspondan a personas relacionadas con el comercio americano.

Lo que es seguro es que esta moda estudiantil nacida en la Universidad de Salamanca tuvo replicantes en otras ciudades como Sevilla, Granada, Alcalá de Henares (Madrid) o incluso en las universidades de Indias, como se conocía a los centros fundados en el 'nuevo mundo', caso de Santo Domingo (República Dominicana), la Real y Pontificia Universidad de México o San Marcos de Lima (Perú). La pìntadas en el templo religioso serían hoy consideradas muestras de incivismo, pero ahí quedan, resistiendo como rastro de la memoria universitaria.

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