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Claves para evitar la explotación que hay detrás de tu viaje por el Sudeste Asiático

Dos turistas se piensan saltar en el extremo sur de la playa de Pranang, al atardecer. Al final no saltaron, como pedía el cartel. Foto: Guillén Pérez/ Flickr

Laura Villadiego

Bangkok (Tailandia) —

Playas paradisiacas o frondosas junglas. Modernas megalópolis o pequeños pueblos pesqueros. Templos hindúes milenarios o inmensas mezquitas musulmanas. La variedad de paisajes y experiencias que ofrecen los diez países del Sudeste Asiático atrae cada año a un número creciente de turistas.

La región recibió en 2015 a 108 millones de visitantes, frente a los 81 de 2011, según los datos más recientes recogidos por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. En casos como el de Tailandia y Camboya, se han consolidado, además, como destinos de moda para los turistas españoles. Muchos de ellos han aprovechado este verano sus vacaciones para recorrerlos. Otros prefieren esperar a que llegue septiembre o el comienzo del otoño y aún planean su itinerario por estos países asiáticos.

Su diversidad puede ser, sin embargo, un rompecabezas para cualquier turista que haya viajado miles de kilómetros, ya que las reglas pueden ser muy diferentes de un país a otro. Desde la rica Singapur, donde el PIB per cápita alcanza los 90.724 dólares y donde prácticamente todo está regulado, a la empobrecida y caótica Camboya, donde cada habitante sobrevive con poco más de 4.000 dólares anuales, lo que convierte cada céntimo adicional en una oportunidad de tener un mes más holgado, pero también de caer en la explotación.

Las críticas al turismo masivo, que se han escuchado este verano en España, apenas se escuchan en este rincón asiático, pero el incremento constante de visitantes también ha tenido importantes impactos negativos en las poblaciones locales y sus ecosistemas. Sin embargo, en la mayor parte de estos países se repiten patrones que pueden reducirse si se tienen en cuenta algunas recomendaciones básicas. 

Cuidado con el turismo de orfanatos

En los países más empobrecidos, los niños son a menudo los primeros perjudicados por un incremento descontrolado del turismo. En países como Camboya, la llegada de los visitantes extranjeros dio alas a una nueva industria, la de los orfanatos, que ha resultado muy lucrativa a costa del propio bienestar de los menores.

“La mayor parte de las instituciones de atención residencial recibe fondos de donaciones del extranjero, apoyado por el fenómeno del turismo de orfanatos o el 'volunturismo', por el que los visitantes pagan dinero para visitar un orfanato o ser voluntarios en él”, asegura Bunly Meas, responsable de comunicación de Unicef en Camboya.

Así, el número de niños en estos centros aumentó de 6.000 en 2005 a más de 26.000 el año pasado, según datos de Unicef. Sin embargo, tres de cada cuatro no eran huérfanos o tenían familiares que podían ocuparse de ellos, advierte la organización. “A pesar de sus buenas intenciones, los que apoyan [este tipo de turismo] en realidad terminan contribuyendo a que se destruyan familias y a que se separe a los niños de su propio entorno familiar”, continúa Meas.

La lucha contra la prostitución infantil

En muchos países del Sudeste Asiático, especialmente los más pobres, el incremento del turismo ha hecho también aumentar los casos de prostitución infantil. Aunque no son solo los turistas los que abusan de los menores, ya que en muchos países asiáticos la virginidad es un bien preciado y caro y los locales pagan importantes sumas de dinero por tener sexo con menores, los hoteles son fundamentales a la hora de evitar la explotación sexual.

Cada vez más establecimientos están tomando medidas al respecto y algunos han firmado el llamado Código (The Code en inglés) por el que se comprometen a formar a sus trabajadores para que aprendan a prevenir cualquier abuso sexual de menores así como para que conciencien a los turistas de los peligros a los que se ven expuestos los menores. La lista por países se puede consultar en Internet.

También es importante avisar a las autoridades si se sospecha que se han cometido abusos contra un menor. Así, la organización Child Safe tiene en marcha líneas en todos los países del Sudeste Asiático en las que se pueden denunciar este tipo de comportamientos.

El ciclo de pobreza de los niños sin techo

Otra de las formas de explotación infantil relacionada con el turismo son los niños sin techo que piden dinero a los viajeros. “Cuando das dinero, comida o regalos a niños vagabundos, les estás alentando a que continúen pidiendo, lo que hace que no vayan a la escuela y que se vean atrapados en un círculo de pobreza”, avisa la campaña Travel ChildSafe.

La iniciativa aconseja buscar organizaciones de formación vocacional o donar a otro tipo de asociaciones que apoyen a los menores y a sus familias si se quiere ayudar a la infancia en estos países. A menudo las recomendaciones son extensibles a todo tipo de personas sin hogar, ya que existen redes bien nutridas de extorsionadores que obligan a migrantes y otras poblaciones vulnerables a mendigar.

¿Quién trabaja en tu hotel?

La industria turística es uno de los muchos sectores que sobrevive en Asia gracias a los trabajadores migrantes. Como ya contó recientemente eldiario.es, a menudo estos migrantes trabajan largas jornadas sin descanso y cobran salarios por debajo del mínimo legal.

“Es muy difícil para un turista conseguir este tipo de información. Pero podría suponer una gran diferencia si, cuando reservas, preguntas al tour-operador o al hotel cómo intentan asegurar condiciones de trabajo justas. Así les haces saber que para ti, como viajero, es importante”, recomendaba Malin Kjellqvist, directora de campañas de la ONG sueca Fair Action e investigadora sobre la situación de las personas migrantes en el sector turístico en Tailandia.

Kjellqvist aconseja además a los turistas que sean responsables con su comportamiento durante su estancia en el hotel. “Cuando se rompe un vaso o se roba algo, a menudo, es el personal de limpieza quien tiene que pagar por ello”, asegura.

Los animales, mejor en libertad

El turismo de animales se ha convertido en una de las principales atracciones en el Sudeste Asiático. Los paseos en elefante son de las actividades más populares, pero otras especies se han visto también atrapadas en esta industria, como los orangutanes, a los que se puede ver pelear en rings de boxeo, o los tigres, con los que se puede posar en templos en Tailandia.

“Cualquier contacto con animales debería ser considerado un abuso hacia ellos”, asegura Panut Hadisiswoyo, fundador del Orangutan Information Center, una organización que trabaja por la preservación de estos grandes primates. Hadisiswoyo alerta de que no solo se puede estar abusando de los animales, sino de que el riesgo de contagio de enfermedades puede ser alto. “Los orangutanes comparten casi el 97% del ADN con los humanos. El contacto debería estar prohibido”, asegura el biólogo.

“Los turistas deberían ir a parajes naturales que estén gestionados de forma apropiada por profesionales”, continúa Hadisiswoyo, quien también recomienda evitar cualquier tipo de show que implique un entrenamiento a largo plazo de los animales. Este tipo de santuarios y zoos incrementa, además, el riesgo de tráfico de especies en peligro de extinción.

Tribus que mueren con el turismo

Según Naciones Unidas, dos tercios de los grupos indígenas del mundo viven en Asia, y buena parte están en el Sudeste Asiático. Esta diversidad cultural atrae cada año a miles de turistas que, irónicamente, ponen en peligro la supervivencia de esas mismas culturas.

Así, en Laos, por ejemplo, son corrientes los falsos pueblos indígenas donde los residentes son actores. En la frontera entre Tailandia y Myanmar, las mujeres paduang, conocidas como 'mujeres jirafa' por los aros que llevan en el cuello, son explotadas para el disfrute de los visitantes. En las montañas vietnamitas de Sapa, el turismo masivo ha modificado las costumbres locales y ha causado impacto medioambiental.

Otros grupos, sin embargo, han conseguido gestionar el turismo de forma responsable y consiguen ingresos sostenibles fundamentales para romper su ciclo de pobreza, en el llamado 'turismo basado en las comunidades'. Para encontrar estas iniciativas y otras de turismo responsable, se puede acudir a alguno de los touroperadores sostenibles en Asia.

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