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La troika y Chipre sobre el plan para tocar los ahorros: Yo no he sido

Protestas contra el rescate en Chipre  / Foto de Susanah Tresilian en Twitter (@stresilian)

Belén Carreño

Lo que parecía un acuerdo cerrado se ha convertido en una decisión abierta y sin paternidad. Los líderes de la troika (el trío que forman el Banco Central Europeo, Bruselas y el Fondo Monetario Internacional) están mostrando otra vez su escasa credibilidad a la hora de adoptar decisiones, con la marcha atrás que se está negociando con el Gobierno de Chipre. Tres días después de anunciar la primera quita de importancia en los ahorros de un grupo de ciudadanos del euro, los términos del rescate pueden cambiar, aunque se siguen manteniendo los elementos fundamentales.

Así, por ahora parece que cualquiera de las nuevas fórmulas en discusión y que se votarán el martes preserva la inusitada iniciativa de hacer una quita en los depósitos de menos de 100.000 euros. Hasta ahora, tocar los ahorros por debajo de esa cantidad había sido una línea roja en la factura de las crisis, que en el caso de Grecia, Irlanda y Portugal (y en parte España), se había cobrado por la vía de la deuda pública y en última instancia de los contribuyentes.

Aún en el caso de que en el último minuto el rescate se articulara sin morder los depósitos de menos valor, el tarro de las esencias ya se habría abierto en Europa. La pérdida de la confianza en que los ahorros en la zona euro siempre estarían a salvo por debajo de este valor, sería casi imposible de restablecer. Con la medida, la UE ha atropellado uno de los principales valores que distinguen a la economía europea de las menos desarrolladas: la seguridad jurídica.

Así las cosas es muy relevante ver cómo los protagonistas de este entuerto tratan de quitarse el cascabel de la decisión y ponérselo a cualquiera de los otros negociadores de lo que muchos califican como dislate financiero. Los economistas dentro y fuera de las fronteras europeas claman por saber quién tuvo la genial idea de meterse en los depósitos de menor importe y quién lo autorizó. Ni unos ni otros aceptan la patria potestad de la ocurrencia, y el rosario de acusaciones cruzadas que publican hoy los medios deja en evidencia el flaco entendimiento entre los participantes de la troika.

Como en un primer momento todos acusaron a Alemania y sus intereses electorales de forzar esta confiscación, el ministro de finanzas germano, Wolfgang Schauble, ha sido uno de los primeros en señalar directamente al Gobierno chipriota como artífice de la idea. En declaraciones a la cadena de televisión ARD y recogidas por Reuters, Schauble ha asegurado que Alemania y el FMI presentaron un plan de quitas para las grandes fortunas pero que respetara los depósitos de menos de 100.000 euros. Sin embargo, el ministro asegura que Chipre, la Comisión Europea y El Banco Central Europeo se empeñaron en que en el reparto de los costes se hincara el diente también en los depósitos menores.

El Wall Street Journal, que está haciendo un cercano seguimiento al rescate, da profusos detalles del orden de cómo se tomó la decisión, y ratifica la versión de Schauble de que fue la Comisión Europea la que desde el principio abogó por la quita entre los importes por debajo de los 100.000 euros. El diario estadounidense asegura que los primeros planes que se discutieron contemplaban varios tramos de bases a los que aplicar lo que han calificado como impuesto. El más elevado a partir de 500.000 euros, con un 7% de recargo.

Según el relato del WSJ, el FMI habría planteado una quita enorme, en la que las grandes fortunas aportaran un 40% de los depósitos, algo que desde Chipre rechazaron de pleno. El presidente chipriota, Nicos Anastasiades, que esperaba el resultado de las negociaciones en otra sala, habría amenazado incluso con irse de Bruselas.

El diario español El País, hace un relato muy similar de los hechos, en el que se plantea que fue gracias a la mediación de la Comisión Europea, “y en menor medida del BCE”, que se evitara hacer una quita mayor en los depósitos. Eso sí, según la versión alemana, a cambio de raspar en los intocables ahorros de menos de 100.000 euros.

Para rizar el rizo en este vodevil de acusaciones cruzadas, un miembro del Banco Central Europeo ha salido esta tarde asegurando que el organismo con sede en Fráncfort no quería la tasa por debajo de los límites que protegen el Fondo de Garantía de Depósitos (los famosos 100.000 euros), y que desde la institución no querían esa solución, por lo que ven con buenos ojos que Chipre la cambie.

En mayor o menor medida, todos los dedos apuntan al Gobierno chipriota como valedor en última instancia de la idea, algo que parece surrealista y que por supuesto, desde Nicosia niegan. El presidente, que apenas lleva un mes en el cargo, ha asegurado públicamente que la decisión la tomaron en Bruselas y que su Ejecutivo, de color conservador, no tuvo más remedio que aceptarlo porque consideró, eso sí, que era la opción “menos mala”.

El único argumento para que Chipre aceptara romper con la barrera de los depósitos más pequeños es la de que repartiendo la carga de la medida, esperase que los oligarcas rusos que tienen Nicosia como centro financiero, no abandonen la isla de una espantada. Chipre, paraíso fiscal y una región de bajísimos impuestos (que tras el rescate tendrá que subir), soñó con ser “la City” mediterránea, y ha cultivado una economía solo financiera que ahora le puede dar la espalda.

Lo cierto es que, al menos hasta este fin de semana, no se ha producido ninguna fuga de capitales masiva de la isla, pese a que desde hace meses se rumorea con esta posible quita para las grandes fortunas. El dinero negro ruso parece aceptar que no tiene un lugar mejor para blanquearse, sin correr otros riesgos añadidos que pueden salir más caro que la quita del 12% con la que se especula pueden ser gravados.

Eso sí, la última nota disonante la puso hoy Vladimir Putin, que ha criticado la medida por injusta con sus ciudadanos. Unos ciudadanos que se llevan el dinero de Rusia para no tributar a la hacienda moscovita. Difícil de creer.

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