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18 años después, la terrible riada de Badajoz sigue ahogando a los vecinos del Cerro de Reyes

Imagen de archivo del desbordamiento del Rivilla y el Calamón a su paso por Badajoz.

Esmeralda Torres

Nemesia fue una de las víctimas de la riada de 1997. Después de sacar a su nieta de su vivienda alagada volvió al interior para buscar su monedero y el agua la atrapó. Junto a ella, veinte personas más perdieron la vida a causa de los desbordamientos de los arroyos Rivilla y Calamón que tuvieron lugar la madrugada del 6 de noviembre de 1997, unas inundaciones que afectaron a más de 1.200 viviendas del barrio Cerro de Reyes.

Una veintena aún se mantiene en pie como “nido de todo tipo de bichos, de ratas como gatos, de culebras, y de todo”, asegura la presidenta de la asociación vecinal, Isidra Méndez.

Estas casas se sitúan en los aledaños de la calle Cigüeña y calle Austria cuyos vecinos tienen que convivir con las consecuencias de estas madrigueras y la maleza generada por la dejadez y abandono. Para solucionarlo y rehabilitar la zona por completo, la Administración mantiene conversaciones con estos propietarios desde entonces sin llegar a ningún tipo de acuerdo.

“Los dueños tenían que saber que sus viviendas ya no tienen valor ninguno” sostiene Méndez, que asegura que estas casas no son más que ruinas que dan un “mal aspecto” a la zona. El Ayuntamiento, mientras tanto, lo sigue intentando. En el último pleno municipal, el equipo de gobierno manifestó que ha invertido cerca de ocho millones de euros en comprar casas afectadas por estas riadas aún en pie pero que “queda aún un importante desembolso pendiente”, informó el consistorio.

La presidenta de la asociación vecinal recuerda la actuación del Ayuntamiento de Badajoz y la Junta de Extremadura por aquella fecha. Con Miguel Celdrán y Juan Carlos Rodríguez Ibarra al frente respectivamente, ambas instituciones “se volcaron” con los afectados.

Méndez cuenta que se acondicionaron espacios municipales para alojar a los perjudicados y que todos los vecinos que reclamaron recibieron una bonificación inmediata de 300.000 pesetas para paliar las pérdidas más indispensables, “como gafas para ver o máquinas de salud”.

Además de esta ayuda, los vecinos más afectados por la riada recibieron compensaciones económicas, tanto por desperfectos en sus viviendas como por pérdidas de las mismas, un amparo que algunos no quisieron aceptar, según la presidenta. “Rechazaron el dinero y rechazaron la casa porque querían la suya sin comprender que eso era imposible”, apostilla en relación a las que aún se mantienen en pie en forma de ruinas.

Suciedad y maleza en los arroyos

Pero esa veintena de casas aún en pie no es el único resquicio vigente de la riada del 97. Los vecinos del Cerro de Reyes siguen mirando con miedo a los arroyos que cruzan el barrio. Según cuenta Méndez, saben que una catástrofe de tales condiciones no puede volver a suceder después de la canalización de estos riachuelos y después de que los expertos asegurasen que un diluvio así no se volvería a repetir en 500 años, pero los vecinos observan con preocupación la suciedad y maleza que transportan las aguas de estos arroyos, detonante que puede producir nuevas inundaciones de menores consecuencias.

“Ahora los cauces han quedado muy bien pero no están limpios, es difícil ver dónde está el agua en algunos tramos”, indica la presienta. Los objetos y malezas que la ocultan lo impiden, por lo que han solicitado en varias ocasiones que se purifique y que se dote de vigilancia a distintos parques y jardines, entre ellos precisamente el anexo al Rivillas.

“Fue algo espantoso”

El miedo que les dejó la riada de 1997 les obliga a seguir reivindicando la limpieza de la zona. “Fue algo espantoso, muy doloroso”, lamenta.

Según comenta, fue un alcalde de una localidad portuguesa fronteriza quien llamó al Ayuntamiento de Badajoz alertando de la catástrofe que se aproximaba. La presidenta está convencida de que si se hubiese avisado antes no se hubieran tenido que lamentar pérdidas humanas. “Y no hubo más muertes porque esa noche jugó el Real Madrid, y gracias al partido muchos estaban fuera de sus casas”.

La mayoría de los vecinos de Badajoz se volcaron con los habitantes del barrio y salieron de sus casas a prestar su ayuda. Pero no fue la única que recibieron. Méndez narra que las colaboraciones llegaron desde todos los puntos del país, incluso algunas desde otros países como Alemania, desde donde enviaron “una postal de navidad con varias muñecas para las niñas que se quedaron sin nada”.

Hoy, 18 años después, aún se rememora la catástrofe entre los vecinos, un recuerdo que “jamás podremos olvidar”, asegura la presidenta.

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