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“El 15 M es una bofetada al modelo de relaciones entre administración y ciudadanos”

Montse Rosa, experta en participación ciudadana, horas antes de su conferencia en el Palacio Europa.

Natalia González de Uriarte

La socióloga y profesora asociada de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, Montse Rosa, experta en procesos de participación ciudadana, ha abierto las jornadas sobre empoderamiento ciudadano organizadas por EH Bildu en el Palacio Europa. Monstse Rosa considera necesario que los ciudadanos dispongan de unas garantías mínimas para que puedan participar de manera vinculante en aquellas decisiones y procesos que comprometen sus vidas. Y reclama la elaboración de un marco legal que regule estos procedimientos participativos.

Pregunta. ¿La participación ciudadana es una moda pasajera entre los políticos y los agentes sociales?

Respuesta. Es cierto que es cíclico, que cada cierto tiempo se pone sobre la mesa. Pero ni se va ni viene. Se mantienen constantes ciertas prácticas aisladas aunque pasan desapercibidas para muchos. No son muy conocidas pero sí muy interesantes. Lo que ocurre es que no son iniciativas que tengan su continuidad en el tiempo ni son muy intensas. Falta profundizar, pero es que el modelo ciudadano en el que nos movemos no facilita en nada la participación.

P. ¿Qué me dice del 15 M?

R. El 15 M es una bofetada importante al modelo en el que se viene relacionando la administración con los ciudadanos. Es una apuesta que algunos casi ni entendían, les desconcertaba. El 15 M no quiere asaltar el poder sino que busca crear espacios entre los ciudadanos para pensar y a partir de ahí avanzar con propuestas pero no como un intento de asaltar el poder de manera recia, que es lo que se viene entendiendo en la arena política. Los partidos esperan un contrincante que hable en el mismo lenguaje que hablan ellos, un partido que irrumpa, se presente a unas elecciones y compita en los modos y normas a las que están acostumbrados. Pero el 15M les desorienta, les ha supuesto un reto difícil porque presentan un planteamiento al que no estaban habituados. Y también ha habido gente dentro de los mismos partidos que ha participado de ese movimiento y ha removido ciertas cabezas. Se empiezan a cuestionar qué algo hacen mal. No saben hacia dónde hay que ir pero sí que algo tienen qué hacer. Ahí sale de nuevo la palabra participación.

P. Pero ¿hay diferencias entre lo que entiende políticos y ciudadanos de a pie por participación ciudadana?

R. Claro. Hay gente que lo que quiere con la participación es legitimar las propuestas que ya han construido. Otros creen que la participación es precisamente construir ellos mismos las propuestas y llevarlas a cabo. De lo uno a lo otro hay mucha diferencia.

P. ¿Quizás la diferencia radica también en que hasta ahora se ha promovido una participación de tipo consultivo y ahora, lo que se pide es que sea vinculante?

R. Sí, porque los ciudadanos se han visto totalmente desarmados. A pesar de haber mucha contestación, movilización, manifestaciones masivas sobre ciertos asuntos seguimos sometidos a un voto que algunos han depositado hace cuatro años. Si el Gobierno se encuentra una oposición central de muchos sectores no puede eludir el debate, pero lo está haciendo con bastantes medidas que son trascendentales. Estamos secuestrados, si alguien decide hacer algo totalmente diferente o contrario a lo que tú has votado, no tienes posibilidad de contestar. Puedes manifestarte pero eso no significa que vaya a provocar nada. Puedes presentar una iniciativa popular, hacer referéndum pero no son vinculantes. Se puede dar incluso el siguiente caso porque así está contemplado por la ley, que un gobierno antes de hacer un referéndum puede indicar que esa consulta va a ser vinculante y después, sino le convence lo que sale, puede cambiar y no hacerlo vinculante y no pasa nada, está permitido.

P. ¿Es necesario entonces que estos procesos participativos sean vinculantes?

R. Claro, es que no entiendo porque se nos niega la posibilidad de que cuando se construya algo sea vinculante. Es un contrasentido a estas alturas que la gente no pueda interferir en sus propios asuntos. No nos lo pueden negar, hay que garantizar que ciertos procesos de participación ciudadana sean vinculantes sino este sistema va a generar grandes perversiones. Debe haber un marco que regule esto, que no solamente estemos supeditados a la buena voluntad del político de turno. Y además debe haber un marco legal que regule estos procesos, que defina en qué momento y a qué nivel.

P. ¿Qué se pierden aquellas administraciones que eluden la participación ciudadana?

R. Pierde creatividad y capacidad para proponer soluciones distintas que te aporta el pensar todos juntos. Si no hay más gente que colabora en la construcción de ideas, se siguen aplicando las mismas recetas y de la misma manera, y su aplicación depende, en gran medida, de los recursos económicos disponibles. Ahora que no los hay, ¿qué les queda, de dónde sacan ideas alternativas a las convencionales?. Se pierde una potencialidad y una capacidad de enriquecimiento sin hablar de mayores tasas de legitimidad. Pero eso parece que ahora importa poco porque consideran que esa legitimidad ya se la ganan en las urnas. Están equivocados, han de seguir ganándosela. He sido testigo de esta confusión cuando dicen que la soberanía reside en el Parlamento. No, la soberanía reside en el pueblo siempre, otra cuestión es que la quieran hacer equivaler al parlamento.

P. Y ¿qué pierde el ciudadano que renuncia a ejercer ese derecho?

R. Son procesos altamente transformadores e irreversibles para las personas que intervienen. Salen enriquecidas más allá de lo que al final pase con la decisión política. Y pierden la capacidad de influir en la gestión pública que forma parte de nuestra calidad de vida, de la ciudad por la que transitamos todos los días. Si no reflexionamos en común te vuelves más individualista y estás más aislado.

P. ¿Por qué muchos permanecen apáticos y no se convencen de los beneficios comunes de la participación?

R. Si hiciésemos un análisis comprobaríamos cómo nos encontramos a casi las mismas personas en diferentes espacios de participación. Eso refleja que dedicamos poco tiempo a conectar, a intentar trabajar con aquellos ciudadanos que se muestran indiferentes, que son la mayoría. Además el desarrollo de los procesos participativos está fallando. Son necesarios múltiples espacios, múltiples estrategias y múltiples integrantes y esto no se hace. Si haces una convocatoria pública específica, muy institucionalizada, con los mismos códigos de comunicación, sólo acudirán los que llamamos militantes. Debemos aprovechar que tenemos mucha gente agrupada en muchos espacios impuestos por el devenir cotidiano. Ahí mismo ha de provocarse la discusión y de ahí sacar propuestas y no congregarlos en otro lugar. Un ejemplo, un montón de padres y madres que van sistemáticamente a los parques con sus hijos, qué mejor foro para evaluar la política de parques infantiles de la ciudad.

P. ¿Qué opina sobre esa posibilidad de la llamada 'Democracia 4.0', el voto directo en el Congreso de manera electrónica.

R. Esta opción es válida para emitir opiniones rápidas, masivas. Abre el camino, poniendo en el punto de mira un asunto, provocando debate entre la gente pero luego ha de desarrollarse el proceso participativo. Es un instrumento que puede facilitar pero que por sí mismo no mejoraría la calidad de la democracia.

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