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“Viven resignados, saben que ya no hay Siria a la que volver”

Pablo Tosco, uno de los tres directores del documental District Zero y miembro de Oxfam.

Natalia Martin

Licenciado en comunicación social y periodismo, el fotoperiodista argentino Pablo Tosco ha retratado las crisis humanitarias olvidadas y las que protagonizan los titulares cada día, ha visto de cerca las trágicas consecuencias del ébola en Liberia o ha conocido el dolor de los desplazados que llegan a Serbia o Macedonia. Desde el departamento de comunicación de Oxfam Intermón Tosco nos habla del documental rodado en el segundo campo de refugiados más grande del mundo, el de Zaatari en Jordania y que alberga a 80.000 sirios que han huido de su país.

La película es parte de la campaña “EUsaveLIVES-Tú Salvas Vidas” impulsada por Oxfam y la Oficina de la Comisión Europea de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO), con la colaboración de la productora navarra Arena Comunicación y la guipuzcoana Txalap.art.

La grabación, que arrancó en abril, ha estado liderada por los directores Jorge Fernández Mayoral, Pablo Iraburu y por usted mismo… ¿Por qué sintieron la necesidad de hacer un documental de este tipo, con un punto de vista tan, podríamos decir, diferente?

Parte de un proyecto conjunto entre la Unión Europea y Oxfam para hacer visible la masa de casi 50 millones de personas que han tenido que abandonar de manera forzosa su hogar. Es un trabajo para concienciar sobre la realidad cotidiana de quienes sobreviven gracias a la ayuda humanitaria. Una idea para poner nombre y apellidos a los olvidados. Ahora, tristemente, están prácticamente todos los días en los telediarios pero cuando empezamos con el proyecto pocos conocían la situación de estos miles de sirios. Oxfam Intermón se encarga del suministro de agua en este campo de refugiados, en Zaatari. No es nada fácil vivir aquí, y por eso sentimos que la sociedad debía conocer la vida tan dura que llevan aquí.

Decía documental distinto porque es un trabajo en el que el móvil adquiere un protagonismo inusual. Prácticamente podríamos decir que es el eje conductor de la película.

Así es. En Febrero de 2013 visité por primera vez Zaatari [el segundo campo de refugiados mas grande del mundo]. Nada más llegar, la primera imagen que tuve fue la de decenas de personas agolpadas en un alto buscando la señal de móvil que pudiera llegar de Siria para poder ponerse en contacto con sus familiares y amigos, y saber así, cómo se encontraban y la situación en sus pueblos. Fue impactante. Pero es que hay que darse cuenta de que el móvil no sólo es una herramienta para realizar llamadas. En él guardan fotos, tienen aplicaciones como el wasap, el Facebook… es el dispositivo que les permite conservar su memoria fotográfica. Por eso se convirtió el teléfono en el pretexto para hablar de todas esas personas.

El protagonista es una joven que repara móviles…Y a partir de ahí conocemos al resto de personajes. Personas con vidas, casi, normales pero en un contexto totalmente extraordinario.

Sí. El protagonista es el que nos acerca al resto de personas por la relación que se crea gracias al móvil. Él repara móviles en un establecimiento y el resto de refugiados acceden a este local para comprar todo lo relacionado con estos aparatos; fundas, baterías… a priori igual que nosotros. De esta manera el foco son ellos y ellas, las personas. No queríamos insistir en el horror de la guerra que, desgraciadamente, está a diario en todos los titulares. Queríamos ir más allá… la mayoría desconoce el día a día de estas personas, es mucho más difícil llegar a eso y, por esa razón hemos querido destacar sus vidas, contar sus historias.

¿De una manera, entiendo, más personal, más humana?

Nuestra intención no era analizar la estrategia militar ni entrar a valorar el conflicto político militar de la guerra en Siria. Únicamente queríamos acercarnos a las emociones, a la memoria de las personas. No son cifras, son personas y el móvil es un recolector de porciones de vidas que construyen la memoria de este colectivo. Lo que queríamos era poner rostro a esas vidas.

¿Y ellos le dan también esa importancia que vosotros habéis querido mostrar, al teléfono móvil?

Para ellos es vital. Es la única herramienta que los mantiene en contacto con el otro lado de la frontera. Es la manera de seguir conectados con lo que son, la única forma de no perder su identidad. Venden lo que haga falta para poder hacerse con un teléfono, por eso para nosotros fue fundamental ese enfoque.

Me imagino que le contarían los motivos por los que muchos familiares y amigos permanecen en Siria… ¿Por qué lo hacen?

Resisten en condiciones infrahumanas algunos porque no tienen recursos para poder huir y otros porque, simplemente, no se ven lejos de su hogar. De hecho, hay quien incluso llegó a malvivir en un campo de refugiados y tras esa experiencia decidió regresar a Siria. Prefieren aguantar entre bombardeos constantes que la indigencia que se sufre en un campo de este tipo. Además, prácticamente todos los que permanecen en el campo de Zaatari tienen familiares, amigos o vecinos que pertenecen al grupo rebelde o a la oposición. Muchos jóvenes son ahora integrantes de estos colectivos porque, si bien en un principio huyeron de Siria, decidieron después regresar para luchar por su país. Y ellos son, precisamente, su fuente de información.

Y las personas que conociste en el campo, ¿piensan ellos en regresar?

Ellos no escogieron de forma voluntaria huir. La complejidad del conflicto Sirio les ha obligado a buscar otro sitio seguro, un lugar digno donde vivir y ver crecer a sus hijos e hijas. El deseo de volver, yo creo que en el fondo sí permanece. Pero viven resignados, es muy duro reconocerlo pero saben que ya no hay Siria a la que volver. Lo que formaba parte de su vida, ya no existe.

¿Por qué tendríamos que ver District Zero?

Creo que lo que intentamos con este trabajo Se trata de una pequeña historia de grandes personas que luchan día a día por reconstruir su vida en un contexto tan hostil y volátil.

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