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Empresas de vigilancia espiaron a activistas por encargo de multinacionales

Imagen de archivo de protestas en el centro de Bruselas contra el veto de Trump a la inmigración.

Rob Evans / Meirion Jones

British Airways, the Royal Bank of Scotland y Porsche están entre las cinco grandes corporaciones que han pagado a empresas de inteligencia corporativa para vigilar a grupos políticos que cuestionan sus negocios, según revelan documentos filtrados. La vigilancia incluía el uso de infiltrados para espiar a los activistas.

Entre los objetivos del espionaje está la familia de Rachel Corrie, una estudiante y manifestante aplastada hasta la muerte por un bulldozer, así como varios grupos medioambientales y activistas locales en contra de las torres telefónicas.

Los documentos filtrados sugieren un uso generalizado de empresas opacas de seguridad corporativa para recopilar inteligencia sobre activistas políticos. Sin embargo, jefes policiales han mostrado en el pasado una “gran preocupación” por la falta de regulación y descontrol de este tipo de empresas. La policía ha afirmado que las empresas comerciales han tenido más espías infiltrados en grupos políticos que agentes encubiertos tenía la policía.

Las revelaciones se basan en cientos de páginas de documentos filtrados de dos empresas de inteligencia corporativa a las que ha tenido acceso the Guardian y el Bureau for Investigative Journalism. Dichos documentos revelan el funcionamiento interno durante varios años en la década de los 2000 de una industria que normalmente permanece oculta.

Las filtraciones muestran cómo una de las empresas, C2i International, utilizó dos infiltrados para enterarse por anticipado de manifestaciones organizadas contra empresas y pasar esta información a dichas empresas.

Los infiltrados se hacían pasar por activistas alineados con la causa de los activistas y ayudaban a organizar y acudían a las manifestaciones. En una ocasión se vistieron de piratas con una espada y un parche en el ojo como parte de una de las protestas. A menudo obtenían documentos internos de los activistas tales como correos electrónicos e informes de reuniones.

El caso de Rachel Corrie

Caterpillar, una de las mayores empresas de maquinaria del mundo, contrató a C2i para recopilar información sobre una familia de luto que estaba tomando acciones legales contra la empresa. Un contrato redactado por Caterpillar y firmado por C2i ordenaba que el trabajo se debería mantener en secreto.

Corrie, de 23 años, fue aplastada en 2003 por un bulldozer militar israelí cuando protestaba contra la demolición de casas en Palestina. Aparentemente, Caterpillar fabricó y vendió el bulldozer al ejército israelí. La familia de Corrie tomó acciones legales contra Caterpillar, alegando que la empresa era cómplice de crímenes de guerra por la exportación de bulldozers a Israel sabiendo que se utilizarían para demoler casas palestinas.

En 2007, los jueces estadounidenses desestimaron la acción legal de la familia Corrie, concluyendo que el asunto no era de su jurisdicción. Nueve días más tarde, la madre de Rachel Corrie, Cindy, habló en una teleconferencia con unos 70 miembros de una campaña que estaba apoyando la demanda de la familia. C2i obtuvo las notas que recogieron los miembros de la campaña de la teleconferencia.

Las declaraciones de Cindy están registradas en un documento “restringido-comercial” de cinco páginas conocido como “alerta de inteligencia sobre amenaza empresarial”. El documento está redactado por C2i y lleva el logo de Caterpillar.

De acuerdo con la alerta, la teleconferencia “se celebró como respuesta directa al derrumbe” del caso judicial y la reciente muerte de un joven de 17 años en Gaza. Parece que cualquier miembro del público podía entrar en la llamada, que no fue muy publicitada.

La alerta destacaba: “Cindy Corrie dio la última información sobre el caso judicial y se discutió la futura estrategia de la campaña... Dio información detallada y cronológica del desarrollo legal del caso y especialmente de la decisión de los jueces de no restituir el caso”. También registró las opinión de la madre sobre el progreso de la demanda y las opciones de seguir adelante.

Cindy Corrie ha afirmado a the Guardian que ve “muy desagradable” que los espías empresariales falsificasen sus identidades para escuchar la teleconferencia, que pensaba que era solo con un grupo de simpatizantes. Cindy asegura que ella solicitó un diálogo abierto con Caterpillar, pero que la empresa lo rechazó. En Reino Unido, Caterpillar contrató en 2005 a una segunda empresa de inteligencia corporativa para vigilar a los manifestantes.

La batalla por los postes telefónicos

La opaca Inkerman Group recopila información sobre manifestantes y ha infiltrado a sus agentes encubiertos en manifestaciones dirigidas contra empresas. Uno de sus documentos confidenciales advierte de la amenaza que presentan los grupos de protesta que utilizan la acción directa para perturbar el “bienestar económico” de las empresas.

Caterpillar no ha querido responder a las preguntas de the Guardian, afirmando que “como práctica general” no habla “sobre los detalles de su relación con sus proveedores”. “Cuando Caterpillar utiliza terceras empresas, la compañía espera que esas empresas actúen de forma legal y de acuerdo con nuestros valores”, ha explicado.

Documentos filtrados de Inkerman muestran también como la empresa obtuvo lo que llama correos “verbatim” que circulaban entre manifestantes locales opuestos por motivos sanitarios a los postes telefónicos que se estaban construyendo. El activista que envió uno de los correos explica que creía que era una comunicación privada.

Inkerman destacó en una evaluación interna en 2003 que los activistas en contra de los postes telefónicos parecían estar copiando las tácticas utilizadas por los activistas medioambientales contra empresas que habían “llamado su atención perversa”.

Inkerman ha rechazado hacer declaraciones cuando se le ha preguntado quién le contrató para recoger información sobre los activistas contrarios a los postes telefónicos y cómo había obtenido los correos electrónicos. La empresa energética RWE nPower sostiene que contrató a Inkerman en el pasado.

Documentos filtrados muestran que C2i afirmaba que tenía “fuentes de inteligencia en tiempo real” en varios grupos medioambientales como Greenpeace, Friends of the Earth, grupos verdes locales en Oxford y “todos los grupos contrarios a la aviación”.

En torno a 2008 tenía como clientes al Royal Bank of Scotland (RBS), British Airways y Porsche, entre otros. Ese mismo año, C2i orientó sus servicios a la empresa de desarrollo urbanístico de Donald Trump, que pretendía crear un gran campo de golf y construir un hotel y pisos en una zona de Escocia ecológicamente vulnerable. RBS sostiene que ya no utiliza empresas de inteligencia corporativa para recoger información.

C2i, que cambió de nombre antes de desaparecer en 2011, fue creada por Justin King, un expiloto de las fuerzas especiales que dijo haberse especializado en vigilancia y contrainteligencia.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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