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The Guardian en español

El gobierno afgano pierde terreno frente a los talibanes pese al retraso de la retirada de EEUU

Varios policías afganos en un entrenamiento en Nangarhar (Afganistán).

Mazin Sidahmed, Spencer Ackerman

Un nuevo informe del Departamento de Defensa estadounidense revela que los talibanes afganos han conseguido avanzar posiciones a pesar de que a lo largo de un año y medio Estados Unidos ha aplazado su plan inicial de retirada y la mayoría de los soldados estadounidenses siguen luchando en la que ya es la guerra más larga librada por el país.

Según un estudio del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (Sigar), el gobierno afgano, que cuenta con el apoyo de las fuerzas de la OTAN, controla el 65,6% de las provincias del país, en comparación con el 70,5% que controlaba en enero de 2016.

El avance de los talibanes explica por qué el actual comandante de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán, el general John Nicholson, insistió sobre la necesidad de aplazar una retirada que estaba programada desde hace mucho tiempo.

A principios de mes, Barack Obama anunció que 8.400 soldados permanecerán en Afganistán hasta finales de 2016. Esto supone un cambio de planes ya que en un principio había avanzado que en enero de 2017 las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán contarían con 5.500 soldados menos. A su vez, este anuncio supone otro cambio de planes ya que en la primavera de 2014 había anunciado que esta retirada se produciría en 2015.

La decisión de aplazar la retirada tenía por objetivo evitar que las fuerzas afganas se estancaran. Sin embargo, el estudio que se ha hecho público esta semana muestra que la presencia de soldados estadounidenses en Afganistán no ha conseguido evitar que los talibanes avancen.

A principios de la semana, Naciones Unidas indicó que las muertes de civiles en Afganistán se encuentran en el nivel más alto desde que la organización empezó a hacer el recuento en 2009. Si bien la ONU considera que los talibanes y sus aliados son los responsables del 60% de estas muertes, también ha alertado de que el año pasado las fuerzas del gobierno de Ashraf Ghani, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, y sus aliados causaron el 47% de las muertes civiles.

Obama le ha dado a Nicholson un gran margen de libertad para atacar a los talibanes, en especial mediante ataques aéreos. Con anterioridad, Obama había preferido que las fuerzas estadounidenses en Afganistán se ocuparan de organizar redadas contra la organización terrorista de Al Qaeda o sus aliados y que fueran los soldados afganos los que se ocuparan de los talibanes.

Esta prohibición formal no se seguía en la práctica. De hecho, el polémico ataque aéreo de las fuerzas estadounidenses contra un hospital de Kunduz en octubre de 2015 se produjo porque las fuerzas especiales de Estados Unidos en el país habían decidido sumarse a la lucha contra los talibanes.

Sherjan Ahmadzai, director del Centro de Estudios de Afganistán de la Universidad de Nebraska-Omaha, indica que no le sorprende el hecho de que los talibanes hayan ganado posiciones y las fuerzas en Afganistán se hayan visto obligadas a retroceder.

“Las fuerzas afganas no tienen la misma posición de poder que tenían antes de que la coalición iniciara su retirada”, indica Ahmadzai. También señala que a la ausencia de una fuerza aérea hay que sumar el hecho de que a los talibanes les ha interesado iniciar una ofensiva en verano para hacerse con el control de las regiones productoras de opio.

La cifra total desembolsada por Estados Unidos desde 2002 para reconstruir el país y socorrer a la población afgana asciende a 114.900 millones de dólares. De esta cifra, prácticamente 70.000 millones (el 60% de la cifra total) se destinó a crear un ejército afgano. Sin embargo, los problemas han persistido.

El informe señala que además de retroceder frente a los talibanes, las fuerzas afganas también han tenido que lidiar con el Estado Islámico en la provincia de Jorasán y con el Movimiento Islámico en Uzbekistán. A pesar de que las fuerzas de la coalición le han proporcionado apoyo aéreo, el ejército afgano ha sufrido un gran desgaste y muchos de sus soldados han muerto en el campo de batalla. Todos los años ha perdido un tercio de sus soldados.

James Dobbins, exrepresentante especial de Estados Unidos para Afganistán y Pakistán que en la actualidad es experto visitante en Rand Corporation, señala que Estados Unidos cada año que pasa destina menos dinero al apoyo de las fuerzas afganas.

“Si comparas el gasto de este año con el de cinco años atrás, es proporcionalmente menor”, señala Dobbins. También subraya que el coste de tener soldados estadounidenses en Afganistán es mucho mayor.

Dobbins recuerda que a diferencia de las fuerzas iraquíes, que recibieron un apoyo significativo del gobierno de Estados Unidos pero que capitularon cuando se enfrentaron al Estado Islámico en 2014, las batallas que libran las fuerzas afganas son cada vez más complejas.

Desde el 1 de enero de 2015, la OTAN ha llevado a cabo una misión en Afganistán denominada “Apoyo Decidido”, que incluye entrenar, asesorar, ayudar e impulsar misiones contra los grupos terroristas.

El informe indica que el balance, a fecha de 1 de julio de 2016, es de 21 soldados estadounidenses muertos, así como de 16 personas más, entre personal subcontratado, civiles y trabajadores del Departamento de Defensa de Estados Unidos.

El informe también pone de manifiesto la situación de los refugiados que huyen como consecuencia de la inestabilidad en el país. El informe hace referencia a cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) e indica que la cifra de refugiados que quieren regresar a su país ha caído en picado; en los primeros cinco meses de 2015 era de 33.555 mientras que en el mismo periodo de 2016 la cifra bajó a 6.298.

Traducción de Emma Reverter

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