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The Guardian en español

Los cascos azules se negaron a intervenir mientras un grupo de soldados violaba a cooperantes en Sudán del Sur

ONU preocupada por el lento cumplimiento del acuerdo de paz en Sudán del Sur

Jason Burke

Los cascos azules de la ONU permanecieron en sus bases en lugar de proteger a los civiles durante un estallido de violencia en el mes de julio en Sudán del Sur, aseguran grupos defensores de los derechos humanos. Miembros chinos del cuerpo de paz ubicados en Juba, la capital, “abandonaron sus puestos por completo” en un espacio de protección civil en el que decenas de miles de personas se habían refugiado de los sucesivos brotes de violencia, según informa el Centro para Civiles en Conflicto en Estados Unidos (Civic).

Aunque las tropas etíopes parecen haberse retirado de sus posiciones en el perímetro a otra base, los civiles aseguran que los cascos azules ayudaron a evacuar a civiles heridos y, al menos en unas pocas ocasiones, respondieron con disparos cuando los combatientes se dirigían hacia el campo. Sin embargo, fuera de las bases fortificadas la presencia de miembros del cuerpo de paz era “inexistente”.

Los errores se produjeron en medio de enfrentamientos en Juba entre las tropas del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, leal al presidente Salva Kiir, y las fuerzas de la oposición de su rival Riel Machar. Las batallas callejeras, en las que murieron decenas de personas, fueron la culminación de meses de tensión entre las dos facciones, lo que dio lugar a la huida de Machar de Sudán del Sur.

Durante cuatro días de enfrentamientos entre las fuerzas rivales, ráfagas de artillería y disparos impactando en dos bases de la ONU, matando a dos cascos azules chinos. Después de esto, las tropas chinas abandonaron sus posiciones y dejaron atrás armas y municiones, según el informe.

Más de 300 personas murieron durante los enfrentamientos, la mayoría de bajas militares las sufrieron los rebeldes. Numerosos soldados del gobierno del Ejército de Liberación también fueron asesinados.

Cientos de mujeres fueron violadas

Sin embargo, los civiles se llevaron la peor parte. Decenas de miles de personas terminaron siendo desplazadas por la violencia y las violaciones de los derechos humanos generalizadas en los dos bandos. Murieron civiles dentro y fuera de las bases de la ONU y cientos, posiblemente miles, de mujeres fueron violadas, muchas de ellas a la vista de las bases de la ONU. Los trabajadores humanitarios también fueron objeto de estos ataques.

En el último día de la batalla, unos 80 o 100 soldados gubernamentales atacaron un recinto en Juba en el que violaron, de manera individual y por grupos, a al menos a cinco cooperantes y atacaron física o psicológicamente a otra decena de personas, indica el informe. También asesinaron a un periodista de Sudán del Sur, aparentemente por su etnia.

Una base de la ONU estaba solo a unos cientos de metros del recinto, pero a pesar de docenas de peticiones de auxilio por parte de los cooperantes sitiados y de un aviso en persona de uno de los que logró escapar del recinto, documentos internos de la ONU muestran que no se envió ayuda, informó en agosto AP.

El nuevo informe, que se basa en unas 100 entrevistas realizadas en Sudán del Sur, explica que aunque la ONU dio órdenes a los cascos azules de intervenir, ninguno “en ningún momento intentó dejar sus bases” y los batallones chinos y etíopes se negaron a ir.

La ONU tiene más de 12.500 efectivos procedentes de 61 países desplegados en Sudán del Sur, que logró la independencia de Sudán en 2011 después de décadas de guerra civil. Bajo los términos de participación de la ONU, sus fuerzas, que están equipadas con vehículos armados y armamento pesado, tiene la autoridad de emprender acciones para proteger a civiles y personal ante una amenaza de violencia inminente.

Unos 2.500 efectivos están desplegados en dos bases en Juba, respaldados por unos 930 miembros de apoyo y 350 oficiales de policía.

“No se protegió a civiles fuera de las bases”

“La misión de mantenimiento de la paz de la ONU se enfrentó a un ambiente desafiante durante la violencia de julio en Juba, pero se obtuvieron malos resultados a la hora de proteger a civiles dentro y fuera de sus bases”, explica Federico Borello, el director ejecutivo de Civic. “Para asegurarnos de que este tipo de problemas no se repiten, es esencial que la ONU sea transparente sobre lo que fue mal y pida cuentas con las personas o unidades que fallaron a la hora de cumplir con el mandato de protección”.

Civic también pidió a la ONU que establezca un embargo de armas en Sudán del Sur, que se hundió en un conflicto en diciembre de 2013, cuando el presidente Kiir acusó a Machar, su anterior vicepresidente, de planear un golpe de Estado.

Un acuerdo de paz establecido irregularmente en agosto de 2015 condujo al regreso de Machar a la capital ese año, pero el acuerdo se rompió.

Los fracasos de la ONU en julio no era nuevos, asegura Civic. Anteriormente, el grupo investigó un incidente en febrero, cuando los cascos azules de Etiopía, India y Ruanda no actuaron cuando los soldados del gobierno atacaron otro emplazamiento de protección de civiles en el norte de la ciudad de Malakal, matando al menos a 30 civiles.

No se exigieron responsabilidades

Meses después, la ONU admitió la “la inacción, el abandono de su posición y rechazo a participar” de los cascos azules durante el ataque de Malakal, pero falló a la hora de pedir cuentas a comandantes o efectivos.

Civic explicó también que la misión de la ONU en Sudán del Sur recibió un apoyo insuficiente por parte de la ONU y que había sido “repetidamente bloqueada, perseguida y, en varias ocasiones, incluso atacada por ambas partes del conflicto”.

“Los errores de la ONU comenzaron antes de que las pistolas abrieran fuego en julio. El Consejo de Seguridad no ha tomado medidas significativas para desafiar al gobierno de Sudán del Sur cuando, en repetidas ocasiones, bloqueó los movimientos y el funcionamiento de su misión en Sudán”, aseguran. “La misión, por su parte, cedió a una situación en la que, en efecto, se necesitaba a las autoridades locales para obtener permisos para llevar a cabo la mayoría de sus cometidos de protección más básicos”, apunta.

Los cascos azules de la ONU dicen que el informe puso de relieve una serie de cuestiones importantes, y comentó que una investigación independiente sobre la violencia en Juba encargada por Ban Ki-moon presentará sus conclusiones en breve.

Las sedes de la ONU que ofrecen refugio eran “insostenibles y no podían dar una opción fiable de seguridad física” a los cientos de millones de sudaneses del sur, explican desde el departamento de cascos azules de la institución. “La inversión que estamos haciendo de manera urgente y la mayor prioridad en Sudán del Sur es volver a poner en marchar el proceso de paz”.

Machar está exiliado en Jartum, desde donde ha pedido resistencia armada contra el gobierno de Kiir, aumentando las posibilidades de que se reinicie una guerra civil total.

Traducción de Cristina Armunia Berges 

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