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Las nuevas caras del periodismo cubano

Mónica Baró (izquierda) y Elaine Díaz, reportera y directora de Periodismo de Barrio. Foto: Gumersindo Lafuente

Gumersindo Lafuente

[Este artículo iba a ser publicado mañana, pero nos llega la noticia de que Elaine Díaz y parte de su equipo han sido detenidas durante unas horas en Baracoa cuando estaban cubriendo los efectos del huracán Matthew]

Donar on line para ayudar a las víctimas del terremoto de Nepal de abril de 2015 removió la imaginación de la periodista cubana Elaine Díaz, que en aquella época vivía en Estados Unidos. Semanas después, unas lluvias torrenciales en La Habana afectaron a miles de personas y causaron dos muertos. Elaine se dio cuenta de que para este caso una donación masiva no iba a funcionar y pensó que la mejor manera de ayudar a sus compatriotas sería ir allá y hablar de sus problemas. Así nació hace poco más de un año Periodismo de Barrio, un medio digital independiente y sin ánimo de lucro, uno de los pocos ejemplares de esta especie que existen en Cuba.

Hacer periodismo en un país sin libertad de prensa y hacerlo en versión digital cuando en Cuba muy pocos tienen acceso a internet es una doble paradoja a la que Elaine, la fundadora y directora y Mónica Baró, una de sus reporteras, parecen enfrentarse sin problemas y con muy buen humor. Hablé con ambas en Medellín, en el transcurso del FestivalGabo, en el que Periodismo de Barrio fue finalista de uno de sus premios. Me aseguraron que de momento su actividad era tolerada por el régimen cubano -“ya no nos meten presas como pasaba antes”-, si bien tenían problemas en ocasiones al no contar su empresa con personalidad jurídica debido a las restricciones legales que imperan en la isla.

¿Y cómo os leen, si casi nadie tiene internet?, insistía yo. “Tratamos de llevar nuestras historias a la gente que aparece en ellas. Acceder a Internet es carísimo y lo máximo que podemos hacer es ir a las comunidades y enseñar en las computadoras el trabajo que hacemos. Las personas que tienen internet en Cuba sí leen nuestro sitio, lo curioso es que casi todas trabajan en oficinas estatales, que es donde se puede acceder a la red”.

Además de los medios oficiales, en Cuba hay desde hace tiempo otros sitios, Elaine explica qué les distingue: “Siempre existió periodismo político, pero nosotros somos diferentes. No somos de oposición ni tenemos una agenda política. Solo queremos hacer periodismo, desde una posición más balanceada”.

Y ahí ya no están solos, empiezan a nacer otros medios con parecidas intenciones, como El Estornudo con Abraham Jiménez al frente. Son micromedios que se están especializando en ocupar los pocos espacios de libertad que el régimen castrista va dejando en unos momentos en los que el deshielo impulsado por Obama puede empezar a cambiarlo todo. “Todavía nos sigue afectando la política de doble carril de EE UU. Por un lado normalizan sus relaciones con el Gobierno cubano y por otro siguen alentando programas de subversión política dirigidos a la población civil y eso enreda todo el rato la situación”, asegura Elaine.

Empezaron siendo cuatro y ahora ya son seis periodistas y los gastos, de momento, los paga la Fundación Sueca Para los Derechos Humanos. No llevan publicidad y están pensando en cómo lograr imprimir algún número de su revista para que sus historias, que ahora, por internet, se pueden leer fuera de Cuba con facilidad, lleguen también a los protagonistas de las mismas. Pero la palabra imprimir está prohibida en la isla, ese soporte está controlado estrictamente por el Partido Comunista cubano.

“Hay un enorme desencanto entre la población, -comenta Mónica-. Es como cuando terminas una relación de la que esperabas mucho y se rompe, y todas tus ilusiones se vienen al suelo. Ahora la gente joven tiene muchas más facilidades que antes para marcharse, pero creo que lo interesante, lo alentador, es que haya gente como nosotras que decida quedarse para empujar el cambio”.

Para terminar no puedo evitar preguntar a ambas por Fidel Castro:

Elaine: “Es una persona extremadamente idealista. En los inicios de la revolución tomó muchas decisiones acertadas, como las nacionalizaciones, la reforma agraria, alafabetacitación, la salud pública. Pero la falta de un contrapoder le dejó las manos libres para que pudiera hacer con el país lo que estimara pertinente y eso condujo a numerosos errores”.

Mónica: “Es una figura muy complicada, no soy capaz de juzgarlo. Cumplió un importantísimo papel en la historia de Cuba. Pero siento que es una figura que se ha desgastado mucho. La imagen que recuerdo es la de sus discursos inacabables, estaba tan presente que generaba rechazo. Fue un líder muy importante para muchas personas y hay que respetarlo, pero yo no siento afecto por él. Tengo dudas, me pregunto por Angola, por la crisis de los misiles, por la crisis energética... Y dividió a las familias con su política de inmigración y eso no se le puede perdonar”.

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