Las estructuras prehistóricas que convierten a la Cova Dones de Valencia en un yacimiento único
Un equipo de arqueólogos de las Universidad de Alicante (UA) y Zaragoza (Unizar) ha identificado en el interior del yacimiento prehistórico de la Cova de les Dones (Valencia) más de un centenar de espeleofactos, unas estructuras de estalagmitas modificadas intencionadamente por la acción humana, un hallazgo que evidencia la adaptación del medio por parte de las comunidades prehistóricas.
La campaña ha podido confirmar “la existencia de al menos cien espeleofactos, cuyo estudio se ampliará con análisis geomorfológicos, arqueológicos y un amplio programa de dataciones, con el fin de determinar con precisión el alcance y la cronología de estas estructuras”, añaden los arqueólogos de la UA y Unizar.
Este descubrimiento no solo ayuda a comprender las prácticas simbólicas y de ocupación del espacio subterráneo en diferentes períodos históricos, sino que sitúa al yacimiento como el segundo más importante del mundo en esta categoría, únicamente por detrás de la cueva francesa de Saint-Marcel, según informan los responsables en un comunicado.
Trabajar las estalagmitas
Los espeleofactos no dejan de ser estructuras curiosas. Son el resultado de la fractura, desplazamiento o reagrupación de estalagmitas modificadas intencionadamente por la acción humana, lo que a su vez constituye una evidencia contundente de la ocupación planificada del medio subterráneo por parte de sociedades prehistóricas.
“La presencia de recrecimientos calcíticos sobre algunas fracturas permite atribuir, al menos parcialmente, estas intervenciones a periodos prehistóricos, circunstancia que se confirmará mediante un estudio multidisciplinar actualmente en desarrollo”, señalan los investigadores.
Una ventana al conocimiento
Este nuevo hallazgo confirma el carácter excepcional de la Cova Dones, que se ha convertido en un enclave arqueológico de referencia a nivel internacional. Ya en 2023, la revista científica Antiquity señaló que albergaba el mayor conjunto de arte rupestre paleolítico localizado en la costa mediterránea oriental de la península Ibérica, con más de un centenar de pinturas y grabados datados en torno a los 24.000 años de antigüedad.
Poco después, se dio a conocer la existencia de un santuario romano en una sala profunda de la cueva, con un conjunto de inscripciones y una moneda del emperador Claudio. Después, en 2024, los científicos identificaron los primeros espeleofactos en el interior de la cueva. Ahora, los responsables de la excavación han logrado cuantificar el número de estructuras, hasta cien.
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