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Diluir los orines de mascotas por obligación, un debate sin consenso en un Madrid de perros

Perros en la calle San Andrés de Madrid.

Guillermo Hormigo

Madrid —
9 de noviembre de 2025 06:00 h

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Madrid es una ciudad de perros. Según el registro de animales domésticos del año 2024, en ella cohabitan con sus 3.460.491 personas censadas a 1 de enero de 2024 hasta 323.175 perros, frente a 174.251 gatos. Hay casi un can por habitante, cifra que da cuenta de la enorme implantación de estas mascotas. Pero la capital también se ha convertido para muchos vecinos en una ciudad “de perros” en el sentido figurado de la palabra, debido a problemas de suciedad reconocidos por el propio alcalde, José Luis Martínez-Almeida. “La limpieza viaria de las calles de Madrid no está en los estándares que a nosotros nos gustaría”, admitía en un pleno de octubre. Mientras el regidor anunciaba una serie de medidas para intentar atajar la situación, la relación entre las dos caras perrunas de Madrid sigue generando más disparidades que consensos.

El propio Gobierno de Almeida dejó abiertos dos debates que nunca terminó de cerrar. En 2021, durante su primer mandato, el Ayuntamiento planteó un par de posibles propuestas para su consulta pública y su hipotética inclusión en la nueva Ordenanza de Limpieza y Gestión de Residuos: identificar a los dueños de perros por el ADN de los excrementos sin recoger y obligar a diluir los orines ante la posibilidad de sanciones en caso de no hacerlo.

Dos propuestas que generan disensos en colectivos variados. Alberto, de la comunidad Perros Tetuán, expone a Somos Madrid las respuestas consensuadas por este grupo: “La posible recogida de ADN como herramienta para multas es algo con lo que estamos mayoritariamente a favor. Los usuarios cívicos somos los primeros perjudicados de los incívicos. Los pipicanes, lugares de encuentro, se convierten a veces en campos de minas. Queremos que se ataje con multas”.

En cuanto a diluir el pis, indican que hay “opiniones encontradas”: “Muchos somos conscientes de que en ciertas circunstancias, como en verano, en mitad de la acera o en fachadas, puede ser molesto o antihigiénico. De hecho hay quien lleva su pistola de vinagre para diluir de manera voluntaria. Pero en otros contextos no es lesivo, como en alcorques o parques. Creemos que una ley que obligue a ello puede hacer perder el foco”.

Alberto defiende que, frente a un “sentimiento general de que la limpieza viaria depende mucho de los perros”, se trata de “un factor anecdótico frente a los comportamientos humanos incívicos: vándalos, personas que dejan muebles y enseres en la calle, gente que hasta hace necesidades humanas en la calle y por supuesto la dejación de funciones del Ayuntamiento al no limpiar o no multar. El foco debe estar en puntos limpios, plazas, contratos de limpieza...”. Por ello, opina que la discusión canina es un “falso debate” y que “la problemática no se soluciona con botellas de vinagre, sino con campañas de concienciación”.

No descarta eso sí algunas medidas relacionadas, pero que no implican obligación: “Habría que explorar campañas o limitaciones de zonas y fechas en las que se deben limpiar los orines, pero que no signifique que todo usuario tenga que ir con pistola de vinagre. Al final los perros tienen el instinto de comunicarse con esos olores, si institucionalizas anularlo creas un problema”.

¿Un problema cívico o de modelo de limpieza?

Alberto aprovecha para cuestionar el “plan de choque” para atajar la suciedad y acumulación de basura en Madrid que avanzó Almeida. Dice que es un término “muy bonito” que suele “quedarse en un mes puntual”, frente a la necesaria “limpieza estructural y a que las contratas cumplan los pliegos”. Y añade: “Nosotros, los propios vecinos, limpiamos los pipicanes pese a la obligación de las empresas en las áreas caninas, que el Ayuntamiento no les fuerza a cumplir. Vamos a estas zonas con rastrillos y bolsas, al menos en Tetuán es así”.

Nosotros, los propios vecinos, limpiamos los pipicanes pese a la obligación de las empresas en las áreas caninas, que el Ayuntamiento no les fuerza a cumplir

Quique Villalobos, responsable de Medio Ambiente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm), se pronuncia sobre la cuestión en declaraciones a este periódico y expone a las claras las discrepancias que despierta: “El tema de la botella con vinagre o detergente nos parece de sentido común que debería salir de los propios dueños, no debería hacer falta ni una norma porque es una medida de muy bajo coste para los usuarios, pero si se legisla no lo veríamos mal”. Cree que “en zonas del centro de Madrid las aceras están hechas una mierda y llenas de manchas de orina”.

A Villalobos es el registro de AND la acción que no acaba de convencerle: “El coste es mayor, de unos 40 o 50 euros por usuario hace ya unos años, así que habrá subido. Le vemos utilidad como política para terminar con el abandono de mascotas, no tanto en la cuestión de las heces”. Apunta de cualquier modo que “el gran problema de Madrid es que cada uno de sus 21 distritos es como una gran capital de provincia en otros lugares de España, así que el nivel de control o vigilancia debería ser muy alto y está siendo nulo”. Lamenta que “no parece que el Ayuntamiento vaya a reforzar ese ámbito”, así que “lo más probable es que estas nuevas normas acaben en papel mojado”.

Concluye que este tipo de discusiones “aparecen recurrentemente cuando Madrid supera unos umbrales de asquerosidad, como vuelve a pasar y como ya pasó hace pocos meses”. Desde su punto de vista, el principal componente a cuestionar es que la ciudad “se deja un dineral en pagar a grandes constructoras que dan un servicio muy deficiente”. Llama a desarrollar “un servicio público que hiciese esa limpieza con más eficiencia y a un menor coste”.

Madrid se deja un dineral en pagar a grandes constructoras que dan un servicio muy deficiente frente a un servicio público que hiciese esa limpieza con más eficiencia y a un menor coste

Desde otras entidades ciudadanas la postura es algo más ambigua, insistiendo en la concienciación aunque sin cerrar la puerta a nuevas exigencias. Así lo expresan en la asociación vecinal Parque Comillas, de Carabanchel: “Nos parecen acertadas aquellas medidas que contribuyen a mantener limpios los barrios y ser respetuosos si tenemos mascotas. Las campañas de sensibilización son imprescindibles”.

Pero de parte de quienes tienen la pelota en su tejado, el Ayuntamiento de Madrid, no se pronuncian sobre posibles medidas. Así, en el área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad no responden las preguntas al respecto trasladadas por este periódico.

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