Las lecciones que la propaganda del NO-DO deja en un presente en el que “se banaliza sobre lo que es una dictadura”
El NO-DO se creó como un servicio de difusión de noticiarios y reportajes que sirvieran de propaganda franquista durante la dictadura. Pero esta conocida herramienta no actuó únicamente como boletín informativo: durante décadas controló la forma en que la sociedad española veía y reconocía el mundo, utilizando la música y el espectáculo para presentar sus contenidos como una vía de evasión. Esa capacidad para convertir lo político en entretenimiento y moldear la opinión pública protagoniza la exposición NO-DO. El mundo de ayer. Imagen y propaganda del franquismo que presenta la Filmoteca Española, comisariada por Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez-Biosca.
La muestra, que está disponible en la Filmoteca Española desde el 3 de diciembre hasta el 26 de julio de 2026, enseña cómo el NO-DO fue mucho más que un aparato de apoyo institucional para el régimen. “Fue una manera de conectar al público de la época con la información internacional, un modo de introducir la información dentro del circuito de las salas de cine y, una vez finalizada su función institucional, un archivo monumental sobre el proceso”, cuenta Rafael R. Tranche. Aunque no se trata de una exposición cronológica, la exhibición se fundamenta en el vínculo entre este organismo propagandístico y el franquismo.
A la exposición se accede a través de un pasillo que simula ser una calle en la que, como ocurría en las grandes ciudades de España de la época, se concentraban los principales cines, que proyectaban los grandes títulos del año. El primer número del NO-DO, el 4 de enero de 1943, se acompañó de la película Pepe Conde (1941) y, por ende, las carteleras y las fotografías corresponden a esa cinta. Para que haya una contextualización precisa de ese día, la muestra presenta recortes de la prensa de ese día concreto, que reflejan lo que sucedía en el país y en el resto del mundo, como el curso de la Segunda Guerra Mundial o los problemas de abastecimiento de determinados alimentos por la posguerra.
La historia del NO-DO se narra a través de cuatro estancias diferentes. La primera de ellas pretende representar una sala de proyección y su respectivo patio de butacas a través de dos asientos simbólicos, en las que se emite un informativo convencional que incluye un reportaje previo “muy significativo”. “Lo que hace el NO-DO no es solamente presentarse como noticiario, sino presentarse como el discurso oficial del régimen que le transmite a los españoles cómo debe ser la España franquista, que se caracteriza por ser un Estado autoritario y gremial”, explica Rafael R. Tranche.
Asimismo, se hace hincapié en la relación del NO-DO con la historia. El comisario Vicente Sánchez-Biosca señala que la segunda sala está centrada “en un núcleo fundamental que es la Segunda Guerra Mundial”: “El NO-DO actúa como montador; es decir, recoge noticias que le llegan de varios frentes y las monta de una manera determinada”. Sin embargo, más allá del contexto internacional, Sánchez-Biosca enfatiza que, en el país, el NO-DO “nunca estuvo preparado” para la cultura pop y que “no la entiende en absoluto”, teniendo así una influencia clave en el mismo.
La incorporación de la cultura anglosajona en la sociedad española a través de la música o el cine produjo un rechazo manifiesto por parte del NO-DO. De hecho, la visita de los Beatles a España, el movimiento hippie o la liberación de la mujer fueron vistos como síntomas de la degradación moral y la decadencia de Occidente. Es por ello que, al tratar todos estos fenómenos, NO-DO recurre a comentarios irónicos e incluso despectivos: “Los hippies han declarado la guerra a las obligaciones sociales y al jabón y se recrean con los ruidos de las músicas de moda”.
La muestra también reúne el trabajo de laboratorio, la sonorización, la locución y, en definitiva, todo el proceso que lograba sacar adelante cada uno de los proyectos del NO-DO. Rafael R. Tranche observa que “uno de los elementos más característicos y más reconocibles del NO-DO es su famosa sintonía, que todo el mundo la recordará porque se repetía edición tras edición”, y la exposición cuenta con la partitura original, una sinfonía compuesta por Manuel Parada cedida por la Biblioteca Nacional. Junto a ella se encuentra una vitrina dedicada a la tecnología de sonido, su respectivo registro y elementos característicos de la locución.
“Hemos querido simular el trabajo de locución con la recreación de una cabina en la que se ha añadido un puesto interactivo para que el visitante tenga la oportunidad, si quiere, de grabar una noticia del NO-DO”, comenta Rafael R. Tranche. Esta parte de la exhibición propone escuchar un noticiario y, posteriormente, leer el texto para que cada persona haga su propia versión, imitando incluso el estilo de voz de la locución original. La noticia con la que se puede hacer esta prueba es la que comunica el fin de la Segunda Guerra Mundial, por lo que R. Tranche considera que es un “texto muy especial”.
La trascendencia de las “estructuras de poder”
La exposición plasma la vida de varios operadores del NO-DO. Entre ellos, Gregorio Sánchez, del cual se exhibe una maleta de viajante que, según Vicente Sánchez-Biosca, “contenía mucha parte de su historia personal”. Tanto es así que se alcanza a leer desde una nómina hasta una nota de rodaje, apuntes de hoteles o incluso peines y hojas de afeitar. Otro operador del NO-DO, en este caso entrevistado por los comisarios, es Jaime Moreno, quien acudió a la presentación de la muestra junto al ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Este último afirmó que “es un placer conocer y escuchar de primera mano a alguien que vivió y trabajó en el NO-DO”.
“El NO-DO es un recordatorio de que los procesos de restauración democrática no se producen de un día para otro, y España no fue una excepción”, indicaba el ministro en la presentación de la exposición, y apuntaba que el NO-DO se extinguió en 1981 pese a que la gente ya hubiera acudido a las urnas en varias ocasiones. “Hay estructuras de poder simbólicas, materiales que trascienden las fechas oficiales y las efemérides, y esta es la prueba de que una democracia cuesta muy poco perderla y mucho tiempo recuperarla”, agregaba Urtason. “Esta es una lección para nuestro presente, en el que se habla con intencionada banalidad de lo que es una democracia y de lo que es una dictadura”, sostiene.
Por su parte, Rafael R. Tranche declara que “los archivos no son cosas que se meten en armarios o en cajones, sino que son mecanismos para construir memoria y hacer historia” y destaca “la importancia del valor institucional del archivo NO-DO y la labor que ha desarrollado la Filmoteca Española para que se preserve, para que se difunda y para que se convierta en un patrimonio de toda la sociedad española”. Desde hoy ya pueden consultarse en Platfo los noticiarios de los años 1943 y 1944, cerca de 200 títulos, acompañados de un texto con contenido detallado y ficha histórica. Urtasun ha informado que se irán incorporando los noticiarios de años posteriores según avance el proceso de digitalización de los mismos.
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