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El 2D: los primeros comicios para la Generación Z

El PSOE sería primera fuerza si se celebraran elecciones, según una encuesta

Consuelo Durán

En 2000 nacieron en Andalucía 80.579 personas, la quinta parte de todos los que lo hicieron en España (396.626), y la mayoría de ellos habrá cumplido 18 años el 2 de diciembre, por lo que tendrá derecho a voto por primera vez en las elecciones autonómicas del 2 de diciembre. Unos comicios que son los primeros de España en los que se estrena la última generación del siglo XX.

Son nativos digitales educados en la era de las pantallas y las redes sociales, y que suceden a la Generación Y, la de los millennials. Son los que han tenido que plantearse su futuro en plena crisis y cuyas expectativas, por primera vez, no son las de vivir mejor que sus padres.

Sumados a los que tienen 19 y 20 y tampoco tuvieron ocasión de votar en las últimas elecciones autonómicas, del 22 de marzo de 2015, se calcula que unas 250.000 personas se incorporan como votantes para el 2D, imprimiéndole juventud a un censo donde el mayor peso, no obstante, y como resultado de un progresivo envejecimiento de la población, lo tienen los mayores de 40, que suponen más de la mitad de los electores.

Votan menos

Son en total 6.541.722 los andaluces que podrán votar en una cita con la que se estrena un ciclo cargado de comicios. Por comparar, en las elecciones autonómicas de 2015 fueron 6.286.917, por lo que hay un ligero incremento de los llamados a las urnas. Si se miran los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en Andalucía hay en el rango de los considerados jóvenes (entre 18 y 34 años) casi millón y medio de personas. Sin embargo, la gente entre 18 y 34 años tiende a votar menos que el conjunto de la ciudadanía. Sin ir más lejos, en las últimas elecciones generales, del 26 de junio de 2016, se estima que lo hizo el 61%, nueve puntos menos que la media (70%) y 18 menos que los de más de 55 años (79%).

El análisis del voto por edad es clave para los partidos. En las citadas elecciones generales, el más votado en las franjas de edad de 18 a 24 años y de 25 a 34, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), fue Podemos. El PSOE lo fue en el colectivo entre los 55 y los 64 años, y el PP entre los de más de 65.

De hecho, los sucesivos sondeos del CIS han arrojado que los mayores, que han cobrado protagonismo el último año con las demandas de los pensionistas, son el filón de los clásicos: PSOE y sobre todo PP. En cambio, Podemos y C's suelen figurar como los favoritos en las franjas de 18 a 24 años y de 25 a 34, respectivamente. Por eso, por ejemplo, puede entenderse que sea Podemos el que más insista en extender la edad de voto desde los 16, convencido de su capacidad de calar en la juventud.

Pero los mismos sondeos del CIS han deparado una sorpresa en su edición del pasado mes de julio: por primera vez, desde el inicio de esta legislatura, el PSOE se convertía en el partido al que votarían, en mayor medida, los jóvenes de entre 18 y 24 años en unas elecciones generales, con lo que desbancaba a las siglas de Pablo Iglesias.

Los dubitativos

Esperanza Estévez Toledo, investigadora del Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Cadpea) de la Universidad de Granada, subraya que los datos del Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (Egopa), que elaboraba hasta el pasado año esta institución, han mostrado, en sucesivas oleadas, la “heterogeneidad” del comportamiento de los jóvenes. Recuerda que si se miran las últimas dos convocatorias de elecciones autonómicas en Andalucía, en 2012 y en 2015, los que votarían el 2D por primera vez, es decir gente de 18, 19 y 20 años, han sido siempre los que se han mostrado como más dubitativos. “Quizás sea consecuencia de su temprana conciencia cívica, junto con la percepción de determinado nivel de seguridad personal, garantizado en el ámbito familiar, lo cual genera cierto nivel de comportamiento desafecto”, interpreta.

Pero precisamente dentro de este electorado joven diferencia dos grupos. Los de entre 18 y 24 años, “suelen presentar una combinación de sentimientos desafectos pasivos hacia la política y de despolitización o desinterés en general por la misma”. Sin embargo, el siguiente grupo de edad (de entre 25 y 34 años) “se revela como el de más afecto hacia la política y politizado” en general. “Por tanto, las previsiones justificadas sobre estas bases apuntan un escenario en el que el nuevo electorado presenta escasas incidencias en el nuevo proceso consultivo”, sentencia.

Para ella, en cambio, sería más interesante como probable agente de cambio la incidencia del envejecimiento de los electores en un posible aumento del voto al PP. Pero también es consciente de que en el caso de Andalucía los sondeos no parecen ir en ese sentido: “El envejecimiento de la población y el posible beneficio que le pueda reportar ello al PP no parece contrarrestar el riesgo de pérdida de votantes que vaticinan las últimas encuestas con el auge del apoyo a C's”.

“Todavía no tenemos muchos datos de cuál puede ser el comportamiento de la Generación Z. Es verdad que empezamos a saber de los llamados millenials, finales de los 90, que en parte son protagonistas del 15M y el ciclo de movilización posterior, pero de ésta hay pocas evidencias. No ha habido momentos para su pronunciamiento. De todas maneras, hay que tener en cuenta que los mayores de 18 años suelen tener una tasa de participación más bien baja”, expone por su parte Jorge Benedicto, catedrático de Sociología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Niega en cualquier caso que sea por pasotismo: “No es apatía sino que entrar en la política tal y como está, a todos nos cuesta trabajo. Participamos muy poco todos. Y los que lo hacen es como una especie de rito. En cambio los jóvenes participan en otras cosas, por ejemplo en protestas e iniciativas más comunitarias, por lo que también están haciendo política a través de otros cauces”.

De hecho, la entrada en la dinámica de la política institucional se produce más lentamente. “Normalmente se van incorporando poco a poco a esa dinámica. También porque la sociedad les ha acostumbrado a no participar y a decirles que no tienen voz para nada. No podemos pretender que de un día para otro sean los más activos del mundo. Y esto vale tanto en esta generación como en otras”, resume.

En este sentido, insiste en que desde la irrupción de los nuevos partidos en 2014, han sido los más apoyados por los menores de 40 años. “Pero las cosas han podido cambiar estos años de pluripartidismo y las elecciones en Andalucía -igual que en 2015 dieron los primeros escaños en España a Podemos y C's- van a servir para ver en qué medida los más jóvenes siguen en este apoyo a los nuevos partidos”, agrega. También matiza que “pese a que los jóvenes sean más proclives a apoyar soluciones nuevas, no significa que sean necesariamente de izquierdas”. Y añade: “Lo que tenemos que comprobar en Andalucía es si esos votos que se han ido a la nueva política implican que sigue habiendo una división generacional o bien nos encontramos con una división ideológica”.

Por su parte, Gema García Albacete, profesora de Ciencia Política en la Universidad Carlos III, considera que en el caso de los jóvenes lo “interesante” es que tienen menos experiencia política. “Esto implica que pueden no haber desarrollado todavía identificación partidista como sí lo han hecho los mayores y estén tan abiertos a unos partidos como a otros”. Es un voto más “volátil”, al contrario que entre la gente mayor, que lleva décadas pronunciándose y “sí ha desarrollado vínculos afectivos” con determinados partidos. “Con la edad se reducen las probabilidades de cambiar de opción partidista”, remarca.

“Es habitual en las democracias de nuestro entorno que los jóvenes voten menos; en algunos países como Inglaterra o EEUU aún hay más diferencia porque además tienen que registrarse como votantes. En España el procedimiento (excepto para los que viven en el extranjero) es más sencillo. También sabemos que, pese a que votan menos, algunas características pueden hacer que se movilicen relativamente más como que los comicios se perciban como muy competidos o en coyunturas muy politizadas (como ocurrió en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015)”, concluye.

Siguiéndoles la pista en las redes sociales

Por tanto, en general, los nuevos votantes vuelven a presentarse como una incógnita que los responsables de campaña de cada partido intentan desvelar siguiéndolos por ejemplo donde mejor se mueven: las redes sociales. Lo que ocurre en ese universo virtual no puede ser ignorado. Se vio en las primarias del PSOE, donde el equipo de Susana Díaz ha reconocido que descuidó el debate que se producía en internet mientras el de Pedro Sánchez se ocupaba de cultivar este terreno.

En el caso de Andalucía es importante tener en cuenta que hay ciudades que lideran el ranking en el uso de la más populares. Sin ir más lejos, el reciente estudio sobre los usuarios de Facebook, Twitter e Instagram elaborado por la consultora Social Media Family entre las 50 ciudades más pobladas del país revela que, porcentualmente, Barcelona es la que encabeza la lista en Instagram; Granada hace lo propio en Twitter y es de hecho el lugar de más penetración de esta plataforma; y en Facebook, lo hacen Sevilla, Barcelona, Granada, Valencia y Málaga, donde incluso hay más perfiles que censados. Sea como fuere, el análisis llegará tras el voto, y será entonces cuando se podrá comprobar hacia dónde mira la Generación Z.

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