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Sobre este blog

En Andalucía, en la última década, se ha producido un incremento sin precedentes en la tasa de creación de empresas, que ha sido apoyado por las iniciativas adoptadas por los distintos poderes públicos y privados. Y detrás de cada empresa creada, hay una historia, esfuerzo, ilusión y mucho sacrificio. Lo que nosotros llamamos ADN emprendedor.

Vídeo: Manuela Gómez, la empresaria que no quiso dejar morir unas salinas

Manuela Gómez, la empresaria que no quiso dejar morir unas salinas

Fermín Cabanillas

A principios de la pasada década, una de las muchas salinas que existen en la costa de Huelva corría peligro de dejar de funcionar. Su propietario abandonaba la labor por su jubilación, pero su hija no estaba dispuesta a que dejase de funcionar, aunque le quiso dar otro toque.

Manuela Gómez, la empresaria que se puso al frente de la actividad, puso así en marcha “Biomaris”, que hoy día exporta desde Isla Cristina a muchos países del mundo, con el matiz de ser la única salina que, de forma artesanal, saca al mercado productos como la sal líquida, así como algunos productos que eliminan parte del cloruro sódico y hacen que sea menos perjudicial para las personas con problemas de hipertensión.

En cifras, cuenta con una producción anual de aproximadamente 300 toneladas de sal marina -de grano gordo o fino- y cinco toneladas de flor de sal. Su extensión llega a las 15 hectáreas y su primera producción data de 1955, cuando aún existían 17 salinas en la franja costera de Isla Cristina y Ayamonte.

Estas salinas de Isla Cristina no son un espacio de producción de sal cualquiera. Situada en la carretera de la barriada de Pozo del Camino a Isla Cristina, Manuela Gómez entendía que producir sal no debía ser su única razón de ser, por lo que explica a eldiario.es/andalucia algunas de las innovaciones que ha aplicado en poco más de diez años.

Entre ellas, ha adaptado sus salinas para que puedan ser visitadas por turistas, quienes conocen así los métodos tradicionales de producción de sal. Una idea que se incluyó en el Plan de Acción del Consorcio de Turismo Sostenible Costa Occidental de Huelva, iniciado en 2010, y que supuso reparar los muros para posibilitar el acceso de los visitantes a 8 hectáreas de salinas, limpiar los lodos para la evaporación de sal o construcción de nuevos aseos. La iniciativa se completa con la construcción de un observador de aves y el diseño de paneles informativos.

Dentro de la innovación que esta empresaria y su equipo han puesto en marcha, en 2012 se comercializó la primera producción de sal cardiosaludable o con aromas a pimienta o cebolla, que se exporta a distintos mercados europeos, como Alemania e Italia.

“Había que buscar la innovación, para entrar en un mercado nuevo, donde el producto de siempre no tiene salida”, explica, para indicar que la “Flor de sal”, que no está contraindicada para personas con problemas de salud como hipertensión “se recoge manualmente y no pasa por ningún proceso industrial”, y se mantiene en sacas durante un año dejando que el sol y el viento la seque para dar un producto puro. Hasta el punto de que esta productora intenta “que la administración llegue a distinguir entre este producto y la sal industrial, y así se diferencia en las estanterías de las tiendas de cara al consumidor final”.

La sal líquida, alternativa a la granulada

Su última idea, de momento, es sacar a la venta sal líquida a partir del método artesanal, lo que la convierte, sin ningún aditivo más, en una alternativa al consumo tradicional de este producto en granos. Manuela Gómez ha patentado el producto y está reconocida por la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía como la única que realiza este proceso artesanal, de modo que “la sal líquida cuenta con yodo, calcio, flúor o magnesio”, y siempre se obtiene “a partir de sal virgen”.

“Veíamos que hay muchas personas a las que la sal en grano sencillamente no les gusta, o tienen problemas de salud a la hora de tomarla, de modo que conseguimos un producto que es líquido, y que es mucho menos salado que la sal convencional”. El producto, además, se vende en un frasco con pulverizador, una vez que se consigue “algo como una salmuera que va filtrada para quitarle los restos de agua o microbios, posteriormente se analiza y cuando se termina todo el proceso es cuando se comercializa”.

Con estas y otras ideas, Manuela explica que su empresa está capeando la crisis. Ahora, por el invierno, la producción ha descendido mucho, pero de momento se considera muy satisfecha de que el negocio de su padre no se haya perdido y la producción se haya sabido adaptar al progreso para, incluso, situarse a la vanguardia de su sector.

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