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Cómo atizar a la memoria histórica (a través de diez casos)

Rouco Varela, junto a los reyes, durante su homilía a Adolfo Suárez.

Juan Miguel Baquero

Declarar contra la memoria histórica o hacer mofa con las víctimas del franquismo sale barato. La hemeroteca ofrece muchos ejemplos. Presidentes de Gobierno, ministros, diputados, arzobispos, alcaldes… Siempre hay alguien dispuesto a verter sal en la herida. Esto es un resumen, en frases, de cómo atizar a la memoria a través de diez casos.

“Eso no se hace removiendo tumbas ni removiendo huesos”. Los condenados a muerte por Franco “se lo merecían”. “Algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones”. “Los hechos y las actitudes que causaron la Guerra Civil” pueden repetirse. “No daría ni un solo euro público” a la ley de memoria. “Meterse ahí es remover la mierda”. Seis 'perlas', como aperitivo.

José María Aznar habló así de las víctimas del franquismo: “Tenemos que recuperar un espíritu de concordia y unidad perdido en gran medida (…) nacido en la transición española. Que eso no se hace removiendo tumbas ni removiendo huesos ni tirándose a la cabeza, se hace trabajando todos los días seriamente, pensando en el futuro del país”. Fue durante un mitin del PP en la campaña electoral de 2011. Repetiría esas declaraciones, casi calcadas, en un vídeo que recoge el tabloide británico The Guardian.

El alcalde de Baralla (Lugo), Manuel González Capón (PP): “Quienes fueron condenados a muerte durante el franquismo será porque se lo merecían”. El partido que fundaran (como Alianza Popular) varios ministros y dirigentes franquistas es líder en este tipo de arengas. Y si alguien se lleva la palma con un amplio historial de declaraciones antimemoria es el actual portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando.

“Algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”. Es la frase más 'celebre' de Hernando. Pero hay más: “Las consecuencias de la República, pues llevó a un millón de muertos”. “Decir la bandera republicana es buena… perdone, habrá gente que podrá interpretar que legítima era la otra, porque ha estado 40 años”. “Esto del remover las tumbas, imagínese que en Europa (…) se dedicaran a pedirles a los gobiernos de al lado que levantaran las cunetas”.

Rouco, en memoria de Suárez

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, decidió que su homilía durante el funeral de Estado por Adolfo Suárez era un buen espacio para aventar fantasmas. Alertó de “los hechos y las actitudes que causaron la Guerra Civil y que la pueden causar”. En presente. Carga política de Rouco en presencia de los entonces reyes y príncipes y del Gobierno casi al completo. Recibió severas críticas de los partidos de la oposición.

La portavoz de UPyD en Granada, Mayte Olalla, fue muy explícita al definir la memoria histórica: “Meterse ahí es remover la mierda”. El partido de Rosa Díez quedó retratado en 2013 cuando rechazó en el Parlamento declarar el 18 de julio como día oficial de condena al franquismo. UPyD también acusó a la izquierda de “reactualizar el clima de la Guerra Civil” con una moción “contaminada del franquismo”.

“Habría que ponerle dos o tres placas más (a Franco), pero que estén nuevas para que se vean mejor, así se recordarán más”, afirmó en un pleno del Ayuntamiento de Cádiar (Granada) el concejal José Ortiz de Toro (PP). Continuó: “Porque es historia de España al igual que Hitler es historia de Alemania”. En la capital granadina el ejemplo está en la defensa del monolito dedicado a José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española. El alcalde, José Torres Hurtado (PP), pedía “dejar a los muertos en paz”. Para el presidente de la Diputación Provincial y del PP-A en Granada, Sebastián Pérez, la Ley de Memoria Democrática que prepara la Junta de Andalucía “nace desde el odio, el rencor y el resentimiento” y busca “abrir heridas del pasado”. La justicia condenó al ayuntamiento a retirar la obra.

“Denuncias” a las víctimas del franquismo

Otro personaje, el exministro franquista José Utrera Molina, suegro del exministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, amenazó con denunciar a las víctimas de la represión fascista. Y lo hizo a través de la Fundación Francisco Franco. La “imputación de supuestos crímenes” de lesa humanidad en el marco de la Querella Argentina, dijo, supone “una calumnia y un atentado” contra su honor. Una “iniciativa política”, continuaba, “dirigida en la sombra por quienes en España no pudieron llevar a término su inicua y prevaricadora instrucción penal”.

El mandatario franquista señalaba así, de manera implícita, al exjuez Baltasar Garzón. El propio Garzón se enzarzó hace un año con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en una llamativa disputa dialéctica. Zapatero, durante una conferencia en Sevilla, defendió la preconstitucional ley de amnistía y negó la necesidad de crear una Comisión de la Verdad. “Yo sí me siento reparado y la verdad la sabemos todos. La reconciliación se expresa en la ley de amnistía”, diría el político bajo cuyo mandato nació la Ley de Memoria Histórica.

Garzón respondió: “Se cuestiona abrir una fosa y se te caen encima todas las escrituras. Basta tocar el tema para que salten las ampollas. ¿Dónde está la reconciliación?”. Aparte de una legislación memorialista “insuficiente”, según el exjuez y otros actores políticos y sociales, ¿por qué elevar a los altares la transición política española es un acto contra la memoria? ¿Por qué 'pasar página' significa negar el cumplimiento de derechos humanos?

Para el 'mundo memoria' (asociaciones, víctimas y familiares), ahí está el germen de la impunidad del franquismo. El objetivo del movimiento ciudadano de recuperación memorialista es buscar verdad, justicia y reparación. Si se niega, el Estado falla. No cumple. En eso están de acuerdo la ONU y otras organizaciones internacionales. Y es, incluso, el vértice de la única causa judicial abierta en el mundo contra los crímenes del fascismo español, la denominada Querella Argentina.

A otro expresidente, Felipe González, se le escapan por la misma grieta los conflictos verbales con la memoria. En 2007 cuestionó la eficacia de la iniciativa legislativa del Gobierno Zapatero. Es “difícil”, decía en entrevista a Cuatro, que la memoria histórica “se recupere por ley”. Y dejó una frase para la historia, según el libro El sueño de la Transición: “No olvidaremos jamás a Carrero Blanco; de nuestra boca no saldrá una crítica contra el almirante”.

¿Y el actual presidente de Gobierno? “Yo eliminaría todos los artículos de la ley de memoria histórica que hablan de dar dinero público para recuperar el pasado”, dijo en febrero de 2008. “No daría ni un solo euro público a esos efectos”, subrayó Rajoy. Dicho y hecho. Llegó a la presidencia y derogó de facto su aplicación al cortar toda dotación económica.

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