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El insulto a Andalucía como argumento de campaña (otra vez) o la sal en la herida

Imagen del vídeo en el que el PP de Extremadura encasilla a los andaluces bajo tópicos y burlas

Lucrecia Hevia

No por repetida una declaración se convierte en cierta. No por escuchada una ofensa duele menos. El Partido Popular andaluz y Juan Manuel Moreno deberían estar subiéndose por las paredes con la ayuda prestada por los suyos más allá de Despeñaperros que, una vez más, han utilizado el “comodín Andalucía” como argumento de campaña. Algo inexplicable cuando ya se ha visto en múltiples ocasiones la reacción del pueblo andaluz ante los ataques grandes o pequeños a su dignidad a cuenta de los tópicos históricos.

“Hay que sacar a Andalucía del pelotón de los torpes” es la última declaración que Rafael Hernando, diputado por Almería y portavoz del grupo parlamentario popular en Madrid, ha utilizado para animar la campaña andaluza.

Hernando, que ya en otras ocasiones se ha hecho famoso por sus declaraciones salidas de tono, ni siquiera ha sido el primero en salpicar laselecciones de manifestaciones de este tipo. Ya se ha encargado su compañero de partido José Antonio Monago, presidente de Extremadura, de poner en la Red un vídeo cargado de tópicos y burlas hacia los andaluces donde compara “los dos sures”. Ante el reproche incluso dentro de su propio partido (“Andalucía no está para bromas”, dijo Juan Manuel Moreno; “espero que lo retire”, dijo Cospedal), Monago ha manifestado que “hay que tener más sentido del humor”. Eso sí, no se retracta ni él ni el PP extremeño.

Y una vez más, merece la pena hacer recuento de la lista de calificativos con los que Andalucía ha sido regalada por varios partidos, como el empeño en “enseñar a pescar” de Albert Rivera de Ciudadanos; o Durán i Lleida, que colocó a todos los jornaleros recibiendo el PER y “todo el día en el bar de su pueblo”. O Joan Puigcercós que afirmaba sin sonrojo que “en Andalucía no paga impuestos ni Dios”. Se trata de un argumento que algunos partidos catalanes se empeñan en utilizar para demostrar lo que llaman “agravios” contra su región.

Pero entre todos los partidos, el PP se lleva la palma, haciendo flaco favor a los populares andaluces, y menos en plena campaña electoral. Una relación dialéctica con la comunidad autónoma que tiene capítulos desde hace años.

No extrañan las palabras pues de Rafael Hernando cuando ha sido el mismo parlamentario que ha asegurado que “Andalucía es como Etiopía”.

El ya ex ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ante una pregunta sobre la reforma de la ley del aborto, respondió a Elena Valenciano (PSOE) en el Congreso en marzo de 2014: “usted quiere para Europa una tasa de paro del 35 por ciento, un fracaso escolar como el de Andalucía o que Europa tenga un sistema de expedientes de regulación de empleo (ERE) falsos, que es lo que caracteriza y define a Andalucía”.

El PP andaluz salió rápidamente al paso a rectificar y matizar las palabras de Gallardón asegurando que no se refería a Andalucía en su conjunto sino a la gestión del PSOE andaluz. El mismo argumento que ha utilizado Monago para justificar su vídeo de mal gusto.

También Feijoó (presidente de Galicia) pronunció la siguiente frase (2014): “La Transición española se completará cuando en Andalucía gobierne un partido distinto al que ha gobernado siempre”.

Las “pitas, pitas” de Esperanza Aguirre en 2010, a propósito de la decisión del Gobierno de reducir a un mínimo histórico las jornadas que tienen que trabajar los agricultores para recibir el subsidio de desempleo.

Montserrat Nebrera, diputada por el Partido Popular por Cataluña, en 2009, aparte de denominar “cosa” a la entonces ministra de Fomento Magdalena Álvarez, aludió a su acento andaluz como “de chiste”. Acento que también fue objeto de mofa en la cámara de Madrid en relación a Trinidad Jiménez cuando era candidata a la comunidad de Madrid: “ Es floja, le falta cuajo y su acento la hace más apta para Dos Hermanas o Vélez-Málaga”, palabras de Juan Soler, portavoz adjunto del PP en la Asamblea de Madrid. Aunque en esta ocasión, el PP obligó a pedir perdón y rectificar sus palabras.

Ana Mato, actual ministra de Sanidad, aseguró en 2008 que “los niños andaluces son prácticamente analfabetos”. Pidió disculpas pero repitió discurso en 2011, en plena campaña electoral, afirmando que “los niños andaluces dan clase en el suelo”.

El Estatuto de Autonomía andaluz en 2006 también se convirtió en una buena ocasión para pronunciar frases poco afortunadas sobre la región.

Ahí están las palabras del eurodiputado del PP catalán Alejo Vidal-Cuadras que se refirió a Blas Infante, considerado como padre de la patria andaluza, como “cretino integral” o las de Jaime Mayor Oreja, convencido de que el nuevo Estatuto de autonomía daba “pretensiones al islamismo”. “A los andaluces, la realidad nacional les suena más a chirigota, no tiene la seriedad necesaria que tiene que tener una reforma estatutaria”, afirmó María San Gil, expresidenta del Partido Popular en el País Vasco, y Mariano Rajoy, ahora presidente del Gobierno, aseguró que el Estatuto le sonaba a “cachondeo”.

Y mirando hacia atrás, uno no sabe cuándo empezó todo. Pero se puede remontar al 2002 para recordar las palabras de Juan Carlos Aparicio, ministro de Trabajo: “El peor favor que podemos hacerle a Andalucía es dejarla sumida en la indolencia”.

Entre la “indolencia” y la “torpeza” distan 13 años y el discurso no cambia. Y al PP andaluz se le sigue achacando la escasa contundencia en la respuesta cuando se trata de poner pie en pared ante este tipo de declaraciones. Independientemente de los méritos o deméritos de los socialistas, el Partido Popular no encuentra su sitio. Y eso que hace un año Juan Manuel Moreno, actual líder popular en Andalucía hacía autocrítica en una entrevista en El Correo: “Los responsables de que en Andalucía no haya habido alternancia no son los andaluces, el problema es del PP”. Sin embargo, un año da para mucho y su discurso de mueve ahora en el terreno ya pisado ampliamente y sin éxito del argumento del “voto cautivo” de Andalucía como culpable de la falta de cambio, como hizo este fin de semana en un programa de televisión, cuando la cuenta atrás a las urnas está a la vuelta de la esquina.

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