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La comparecencia de Griñán tiene un efecto boomerang para el PP

Griñán defiende su honradez ante la acusación del PP sobre la gestión de los ERE

Charo Solís

La comparecencia a petición propia en el Parlamento del presidente andaluz, José Antonio Griñán, sobre el escándalo de los ERE tuvo ayer un efecto boomerang para el PP. Acabó en un tres contra uno parlamentario. Ni siquiera se arrimó un poco IU, que fue muy crítico con la decisión de los socialistas en la comisión de investigación de los ERE, que se cerró en falso por no aceptar responsabilidades ni a los responsables políticos que señalaba la coalición. El socio de Gobierno del PSOE prefirió cerrar filas con Griñán, hasta el punto de pregonar que no sólo confiaban en él y en el actual Ejecutivo andaluz (que no en el anterior), sino advertir que, por más cizaña que siembren los populares en torno a este caso, no desestabilizarán ese pacto por cuatro años suscrito tras las pasadas elecciones autonómicas.

Al PP se le volvió en contra y no sólo porque Zoido llegara a tener casi más protagonismo con tres contrincantes enfrente disparándole preguntas, sino porque la comparecencia parlamentaria de Griñán vino a coincidir en un día en el que arreciaban las críticas por esa huida hacia adelante del presidente Mariano Rajoy del caso Bárcenas y de la prensa parapetándose tras un “escudo de plasma”, como lo definió el portavoz de IU, José Antonio Castro. La no comparecencia de Rajoy estuvo tan presente en el debate, que hasta Griñán no escapó a la tentación de parafrasearle: “sembrar la idea de que España es un país corrupto es injusto”. Y dio su versión andaluza.

Por eso, al final el PSOE logró el objetivo que perseguía con esta intervención voluntaria de Griñán: el presidente no se esconde, da la cara, e intenta demostrar que no existe nada por lo que tenga que temer una hipotética imputación, aunque para ello acabara por desplegar la misma estrategia de defensa que siguió en la comisión de investigación sin aportar nada nuevo.

Si Zoido llegó casi a tener más protagonismo fue por el volumen de preguntas se le formularon. Griñán le preguntó sobre lo sucedido en el ERE de las empresas de la Faja Pirítica de Huelva (el Gobierno de Aznar aportó ayudas extraordinarias en la etapa en la que fue delegado del Gobierno en Andalucía). IU le cuestionó por qué no apoyaron sus conclusiones, en la que se señalaba como responsables a dos ex consejeros de empleo, un viceconsejero, algo que achacaron a que estaban en una “campaña de caza mayor”, es decir, buscando la cabeza de Griñán y su antecesor, Manuel Chaves. Y la que más incomodó a su bancada. La que formuló el portavoz socialista, Mario Jiménez, que cuestionó si él o alguien del PP tiene acceso a esa parte del sumario judicial que aún está bajo secreto.

Aunque cerró las intervenciones de los partidos, Zoido no respondió a ninguna. Su discurso estaba escrito en una tabla con las doce razones para señalar la responsabilidad “política” que Griñán (aunque perdió once de los cerca de 27 minutos de su intervención en el caso Mercasevilla, punto de partida del escándalo). Un argumentario en el que sobresalía el que el presidente andaluz, en su anterior etapa como consejero de Economía y Hacienda, “cebara y alimentara” las modificaciones presupuestarias de las que se nutría la partida 31L, conocida como “fondo de reptiles”, de los que, como explicó el Presidente, se desviaron 135 de los 1.200 millones para ayudas a empresas en crisis y ERE (y en los que se encontraron 235 intrusos de entre más de 6.000 beneficiarios). En definitiva, colocarle como el “cajero” de los ERE.

En sus dos amplios turnos de palabra, Griñán no aportó nada distinto de lo que ya dijera hace seis meses en el interrogatorio al que fue sometido en la comisión de investigación. La Junta investiga, la Junta denuncia, la Junta quiere que se esclarezca todo y que caigan todos los “desaprensivos” que se aprovecharon de unas ayudas legales y no de un fondo de reptiles. “Mal que le pese al PP, fue el Gobierno andaluz quien tomó siempre la iniciativa”, espetó Griñán al dirigente popular, quien le retó a enseñar la denuncia que demuestre que efectivamente fueron los primeros en llevar el caso ante los tribunales.

Griñán también pidió disculpas, que no perdón como reclamaba el PP. Lo hizo entonces y lo volvió a hacer, aunque con un plus: “El fraude que se ha podido perpetrar es de una enorme gravedad y no admite paliativos, pero a partir de él, lo que se puede hacer es reconocer errores, tratar de reparar el daño, y mejorar día a día los procedimientos”, dijo.

La juez Alaya y lo ajustado de sus autos al calendario político (muchas imputaciones e ingresos en prisión han coincidido con momentos clave de las anteriores campañas electorales municipal y autonómica) tampoco escapó de la crítica. El presidente andaluz se quejó al respecto. Si rechaza la judicialización de la política, aseguró, más aún “la politización de la justicia como últimamente se está viendo”, dijo.

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