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Día 41 en estado de alarma: primavera que no llega

La primavera desde los balcones de la gente confinada en sus casas.

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No pienso comenzar esta crónica con la canción Quién me ha robado el mes de abril, sería como cantar Resistiré. Vamos a darle un poquito de aire a la cosa y vamos a cambiar de tercio, para eso prefiero tirar de Jarabe de Palo Hoy el tiempo sé a para'o en la hora que no era, hoy el mundo da una vuelta, primavera que no llega.

Pues ha llegado y casi ha pasado de largo, sin darnos cuenta, que si no es por las macetas de mi azotea, que están floreciendo a rabiar, ni me entero que entramos en mayo.

Ya dije en otra ventana que es la primera vez en 58 años que me pilla la primavera fuera del campo, y eso no se lo pienso perdonar al coronavirus. Ni perdono, ni olvido. Y es que llevo toda mi vida empapándome de primavera, de jara en flor, de tomillo morado, de mil millones de flores que explotan y no sé sus nombres, de arroyos de agua fresca que terminan en charcas que se cubren de flores. Parejas de cigüeñas con sus cigüeñatos que anidan cerca y la cerceta, que saca sus polluelos adelante entre los juncos de la ribera.

Por primera vez en mi vida, me pilla la primavera rodeado de cemento, hormigón, de calles asfaltadas, de edificios altos que no me dejan ver el horizonte más allá. Adoro las tardes largas de primavera, sentarme con la espalda pegada al tronco de una encina escuchando los sonidos del campo. “Cuando el mochuelo mía, es más de noche que de día”, dice un refrán de mi tierra, y es que les gusta cantar con la última luz de la tarde, cuando el cielo se torna de un azul mágico. Y canta el cuclillo y canta la abubilla.

Y uno entiende por qué Garcilaso escribió sus Églogas en las riberas del Tajo.

Por ti la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y colorada rosa y dulce primavera deseaba. (La ventana de Luis)

Más entretiempo

Dicen que en Sevilla no tenemos estaciones intermedias, sino que pasamos del frío del invierno al calor del verano de golpe, pero en cuanto nos han robado la primavera nos hemos dado cuenta de que eso no es verdad. Este 2020 hay más entretiempo y menos posibilidades para gastarlo que nunca.

Habremos podido ya sacar la ropa de verano, incluso hasta dos veces, pero ¿os habéis dado cuenta de que la mayoría nos resistimos a cambiar de atuendo para ir a los cuatro mandados que nos permite el confinamiento? Prolongamos el uso del punto, los pantalones largos e incluso el chaquetón, como si no supiéramos cuándo dar el paso. Suele coincidir ese momento en que las carnes se liberan de su hibernación de telas entre el Domingo de Ramos y la Feria de Abril, y como este año no tenemos, hay quien torpea hasta para eso.

La confusión se incrementa cuando las mascarillas reservadas a los alérgicos de la primavera se han generalizado en la calle. ¿Os acordáis cuando al principio de esto nos decían que no las compráramos, que le íbamos a quitar la oportunidad a los que de verdad las necesitan? ¿O incluso nos decían que no servían para nada? Pues yo me encontré con que la final hasta el más tonto del barrio tenía mascarilla menos yo y los míos.

Definitivamente, lo que yo tengo es el complejo del negativo sintomático: cada vez estoy menos esperanzada y con muestras evidentes de ello, desperdigando gotitas de mal humor a más de dos metros, de esas que ni una mascarilla contiene. (La ventana de Olga)

Escena 41 / Exterior / Día / Patio de vecinos sevillano

Señora de la limpieza limpia las escaleras. Lleva riñonera y un cubo lleno de trapos y productos de limpieza. Se encuentra con la señora mayor que vive sola en la segunda planta. Se cruzan en las escaleras y entablan una animada conversación. Todos los vecinos que tienen las ventanas abiertas se enteran de su charla.

VECINA

¡Buenos días! ¿Qué tal?

LIMPIADORA

-Bien…dentro de lo que cabe.

VECINA

¿Cómo está la calle, no? Estos días estaba todo en silencio, no se oía nada.

LIMPIADORA

La gente ha vuelto al trabajo…

VECINA

-Sí, los albañiles están en la obra, hay más movimiento... qué miedo.

LIMPIADORA

-El buen tiempo nos lo hemos pegado en casa, porque cuando llegue el calor a ver quién baja a la calle.

VECINA

Qué le vamos a hacer…

LIMPIADORA

(Suspira)

Nos hemos perdido la primavera…

(La ventana de Alejandro)

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