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El caso Cifuentes se come también la semana grande de los ERE

Empieza a declarar Griñán tras rechazar exconsejero seguir contestando a juez

Ángela Cañal

El caso del falso máster de Cristina Cifuentes se comió con patatas la Convención del PP del fin de semana y se ha comido en buena medida la semana grande del juicio de los ERE, con la declaración del ex presidente andaluz José Antonio Griñáncon la declaración del ex presidente andaluz José Antonio Griñán. ¿Quién le hubiera dicho a la jueza Alaya que, ahora que por fin la flecha de su afanosa investigación ha alcanzado la “cúspide de la pirámide” como ella la describió, la historia iba a pasar tan discretamente por las portadas de los grandes medios nacionales?

Esta ha sido quizá la única vez, en todo este tiempo, que los azares del calendario han jugado a favor de los imputados en el caso. Un pequeño, o no tan pequeño, respiro después de siete años en los que se había convertido en demasiado habitual que las detenciones o los autos más contundentes de la jueza Alaya coincidieran con campañas electorales o con momentos señalados para el PSOE y la Junta, como la flamante toma de posesión del Gobierno de Susana Díaz.

Este miércoles a media tarde, había que dar varias vueltas a la rueda del ratón en las primeras páginas nacionales para encontrar la noticia de la declaración de Griñán. En los principales telediarios, presencia destacada pero sin un gran despliegue. Ha sido la tónica desde que estalló el caso del máster, aunque la tendencia venía ya de antes. El futuro de la presidenta madrileña, la posición de Rajoy, la cambiante posición de Ciudadanos y las nuevas evidencias sobre el caso han copado, junto a Cataluña, las grandes cabeceras españolas, sin importar su línea ideológica.

“Parece mentira que algunos temas sean tan de actualidad y tan comentados y otros no, y eso lo sabéis bien aquí en Andalucía”, se quejaba el otro día Cospedal en Sevilla, y no era la única. Teorías de la conspiración aparte, la realidad es que mientras la historia del falso máster no ha dejado de calentarse desde que estalló, en el caso de los ERE ha sido a la inversa: siendo en teoría de mayor envergadura, hay una impresión compartida de que conforme avanza el juicio ha ido desinflándose y perdiendo interés.

Sin pretender ni mucho menos equiparar un caso y otro, lo que está ocurriendo tiene su cierta lógica, al menos si lo miramos desde el punto de vista de la política y el periodismo. Pero sí de comprender que el caso de Cifuentes tiene el brillo de lo nuevo, mientras el de los ERE arrastra ya siete años de titulares. En el PSOE muchos lo dan ya incluso por “amortizado” políticamente por el paso del tiempo. Chaves y Griñán hace años que fueron expulsados de la política, mientras que aquí está en juego nada menos que la presidencia de la joya de la corona del PP en España. Y por medio está el papel de Ciudadanos, partido estrella del momento, enemigo de día y aliado de noche (o al revés) de Rajoy.

Tampoco perdamos de vista un factor que puede ser determinante: el juicio de los ERE ya no hay quien lo entienda. Alguien consulta las declaraciones de la Gurtel, de Púnica o de la Caja B y se habla de sobornos, de maletines, de sobres con billetes de 500, de papeles donde sale emepuntorajoy, de pases vip para entrar en Génova, de bolsos de Loewe, de jaguars, de trajes, de amiguitos del alma, de quererse un huevo y del “mondongo”, como resumió hace poco el Bigotes en el Congreso. Es tan de película que se entiende. Alguien lee que han estando regalando títulos, que se falsifican firmas, que ni exámenes ni tribunal ni trabajos ni nada, y aunque no haya ido nunca a la Universidad, lo entiende.

Pero en el caso de los ERE, que tan bien parecía entenderse al principio, intentas ahora seguir el juicio y echas de menos no tener un máster en finanzas y derecho administrativo (un máster de verdad, ojo) para comprender de qué están hablando. En el complejo diccionario de los ERE abundan las órdenes, decretos, transferencias de financiación, encomiendas, obligaciones de pago, informes de fiscalización. Que a veces no sabes si los comparecientes están declarando ante el juez o sacándose una oposición. Es verdad, recordamos las historias de Guerrero, de la cocaína y del “fondo de reptiles”, y aquello de tener “dinero para asar una vaca” del conseguidor Lanzas, pero no hay mucho más.

La división del caso de los ERE, en el que se juzga primero el procedimiento por el que se concedieron las ayudas, y se deja para más adelante el asunto de las sobrecomisiones y la presencia de intrusos, tampoco ayuda. Hacerlo todo en bloque, como siempre ha defendido Alaya, habría sido seguramente más coherente, pero tenía el riesgo de eternizar la causa y provocar una cascada de delitos prescritos. El despiece es en teoría más eficiente, pero también despista. ¿Cómo se puede juzgar por malversación cuando aún no está probado cuántos intrusos hubo y cuánto dinero se desvió? ¿Cómo condenar al que fabricó la pistola sin tener claro aún que haya un cadáver?

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