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No son los impuestos, Sra. Díaz
Insistentemente, inmisericordemente, cada mes el Inem, y cada trimestre el INE, nos dejan claro que el problema andaluz no es el de unos trabajadores fritos a impuestos que carecen de renta disponible para el consumo. Ni siquiera lo es que la reforma laboral haya precarizado el empleo y reducido los ingresos de los trabajadores al límite de la supervivencia.
El verdadero problema, lo que impide consumir a las familias andaluzas, es que 1.281.900 trabajadores, nada menos que uno de cada tres, carece de empleo. Entiendo que la bajada de impuestos sea el pendón liberal de Ciudadanos, que condicionaron a ello el apoyo que necesita usted para aprobar los presupuestos. Pero no se trata de si bajar impuestos es o no de izquierdas, sino de que no será más que un desperdicio, ya que su influencia real sobre la renta disponible de los andaluces será insignificante.
Ustedes calculan que con esa reducción dejarán de recaudar 120 millones de euros. Si los dividimos entre los 2.758.100 andaluces que tienen trabajo según la última EPA, sale que cada uno de ellos podrá gastar 43,5 euros más el año que viene. Un incremento de la renta disponible que difícilmente se notara en su consumo.
Ahora bien, si 50 euros más al año de capacidad de gasto no dan para mucho, 120 millones de euros sí que es una cantidad capaz de cambiar alguna que otra cosa. Por ejemplo, el coste total de un trabajador mileurista para una empresa puede rondar los 16.000 euros anuales. Es decir, daría para pagar un año de sueldo a 7.500 trabajadores, cuyas familias, esas sí, iban a ver claramente incrementada su renta disponible.
Fíjese, en lugar de repartir un billete de 50 euros (siendo generosos) a cada trabajador andaluz, pero sólo entre los que ya trabajan, supondría duplicar la oferta de 7.100 plazas de empleo público que anunció usted el pasado jueves 22 de octubre en el Parlamento andaluz.
Y no es necesario que la Junta contrate directamente a esos trabajadores, basta con que compre con ese dinero bienes y servicios a empresas, para que así éstas incrementen sus plantillas para poder responder a sus contratos.
Lo mismo se puede aplicar a muchas otras medidas que llevan años demostrando su poca eficacia, como la innumerable panoplia de ventajas fiscales, subvenciones, e incentivos que cada año se reparte entre unas pocas empresas andaluzas, ya que la mayoría, el 95%, son micropymes incapaces de gestionar esas ayudas que nunca les llegan.
En cambio, un aumento de su facturación sí que les permitiría contratar trabajadores que a su vez se convertirían en potenciales consumidores de sus bienes y servicios.
Si de estimular el consumo se trata, usted, con un presupuesto de 31.000 millones, sí que tiene capacidad de ejercer de multiplicador de la economía. Sí, ya se. Puro keinesianismo. Anatema para la cultura económica ultraliberal imperante. ¿Pero no era Andalucía prueba de que hay otras formas de hacer las cosas?