Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Mierda fresca, mierda seca
Nada más termine de escribir, bajo corriendo a comprar cupones o lotería. Hagan lo mismo si me leen, nada da más suerte que hablar de mierda y voy a escribir mucho de ella. Nancy Pelosi, la lideresa demócrata americana del norte, se decidió por fin a emprender el procedimiento de destitución o impeachment contra Donald Trump. No será por traición ni por rebelión, ni otros delitos mayores, será por echar mierda, suciedad, a sus adversarios, en este caso a Joe Biden, antes vicepresidente con Obama, el único que puede, quizá, si gana las primarias demócratas, alcanzar la victoria frente al líder populista norteamericano. Una sociedad democrática seria, a pesar de todo.
En estos días, el PSOE se queja, está muy indignado por la campaña en la red, de momento sin padre reconocido pero muy insinuado, contra la reputación del socialismo y, de camino, incitando a la inhibición del voto. Es lo que dicen los expertos, campaña de supresión del voto, como si no existieran otras campañas, de división del voto, de adición o de sustracción y no estuviéramos viéndolas cada día en los medios, radio, televisión y papel, y encuestas amigas. Ustedes sabrán de lo que hablo.
La culpable es la red. Puede ser pero no hacen falta campañas ad hoc. Cada día, justificándose en la libertad de pensar y en la de expresión, los redistas insultan al pensamiento y la libre expresión. Llenan de estiércol la red. No pueden vivir sin lo suyo. Sin pensamiento critico, necesitan un líder, un profeta. Los liderazgos mesiánicos, sin discusión crítica, siempre necesitan y siempre tendrán incondicionales. Y enamorados de su líder, de su belleza, si se diera el caso. Desde que desaparecieron, prácticamente, los clubes parroquiales, la red es el refugio de perturbados, está plagada de aburridos y fanáticos. El anonimato enfanga, llaman “hijo de puta” al árbitro, amparados en la masa cobarde, como lo hacen en la masa digital llamando “hijo de puta”, “fascista” o “comunista” a todo aquel que se cruza en el camino de su indigencia ideológica y democrática.
Con la noticia de las campañas negativas de los sabios del PP, unos, los socialistas, se quejan como si no supieran de lo que se trata o aprovechan para hacer campaña de dolor saurio. Otros sacan pecho, presumen de haber echado mierda al adversario, pongamos que a Susana Díaz, luego se asustan, borran sus webs, una vez que los hemos cogido con el carricoche de la infamia. Ay, Moreno Bonilla, Sánchez, esto no va contra ustedes, va contra la democracia. Aprovecho la ocasión para reclamar una red libre, un espacio sin estiércol. No será difícil, sería fácil, creo, aunque se estropearía el periodismo infame que trata de convencernos de que toda su mierda es la mierda de la red y no la que llevan vertiendo desde décadas en su papel e imprenta. La mierda se seca con el tiempo pero sigue siendo mierda. No olvidamos.
Y nada nuevo. Corrían los segundos setentas y un partido andaluz, el PSA, había recién salido del marxismo más grosero y se empeñaba en la modernidad de la dialéctica centro-periferia y el desarrollo desigual. Unos locos. En aquel tiempo fuimos a la Valetta, en Malta, peregrinación obligada a ver a Don Mintoff. Estuvimos en Nicosia, Belgrado, tras el mariscal Tito, Atenas, Trípoli, Baghdad, Damasco ... parias no admitidos en el selecto club de la Internacional. Éramos negacionistas de la tutela de Bonn y Washington.
Hasta ahí todo exótico, hasta que ganamos a un balbuceante PSOE, aún dudando entre si era histórico o renovado. En Andalucía, apenas se daban cuenta. Hasta que las primeras andanadas vinieron de la Corte. Aquello no se podía admitir. Empezó Paco Umbral con lo de Sherry Batasuna. Era muy duro llamarnos directamente terroristas, de manera que con ponernos al lado batasunos se daban por satisfechos. Mierda. A aquellas primeras andanadas siguieron los esfuerzos de los sicarios provinciales del poder. De los francotiradores cortesanos se sirvieron los coros provinciales del sur, rocieros o carnavaleros. No se podía consentir que el molde creado desde Bonn fuera subvertido por unos jóvenes con ideas nuevas. Mierda.
Y claro, si estaban en la Internacional del Mediterráneo y frecuentaban Trípoli qué menos que estuviera el coronel Gadafi detrás de ellos con maletines repletos de petrodólares. Mierda. Esa fue la consigna seguida por los sicarios provinciales de la Corte. Echar y echar mierda líbica, un lebeche imposible de resistir por aquel grupo de inocentes andalucistas que amenazaban la apuesta socialista. El campo político andaluz se plagó de atarjeas y arquetas llenas de mierda convenientemente inundadas por los servidores del poder. Luego se supo que José María Aznar había regalado un caballo a Gadafi, que un joven, de apellido Casado, frecuentaba los contratos entre el líder nacionalista español y el magrebí. Luego, Gadafi montó su jaima en los alrededores de Sevilla, en una visita oficial pero, para entonces, los ya acomodados gacetilleros orgánicos habían cumplido su misión de atascar de mierda el andalucismo.
Nada nuevo. Bonitos de la Corte, periodistas orgánicos, extraviados morales en el trasiego de conseguir su oportunidad en el nuevo régimen, “agradaores” de lo que haya de venir.
Algunos de aquellos periodistas, intelectuales, cómicos, cantantes, servidores de lo que tocaba, camisas viejas de lo que venga, según el maestro Navarrete, siguen en activo, con otras lealtades; otros disfrutan de su antiguas lealtades en otras poltronas y hasta curules. Hasta hoy, ninguno de ellos ha podido ni podrá demostrar que Libia financiada al PSA. Da igual, misión cumplida, acabamos de mierda hasta las cejas.