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Feijóo dobla la dosis de marianismo en la campaña andaluza

Feijóo y Ana Mestre, cabeza de lista del PP por Cádiz, en el mitin del domingo.
12 de junio de 2022 21:36 h

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Núñez Feijóo y Moreno Bonilla no querían a ningún barón autonómico durante las dos semanas de la campaña andaluza. Es decir, no querían a Isabel Díaz Ayuso molestando por allí, no sea que consiga movilizar al voto de izquierda. Con el gallego al frente, las dosis de marianismo deben reforzarse hasta el punto de que parece que estemos asistiendo a hechos sobrenaturales. Sabemos que Mariano Rajoy está ahora disfrutando de la vida –acaba de terminar el Giro y en unas semanas empieza el Tour–, pero por momentos parece que ha dejado que escape su espíritu para que pueda entrar en el cuerpo de Feijóo hasta el 19 de junio.

La dosis de marianismo en el cuerpo de Feijóo llegó a tal punto el sábado en Málaga que parecía que la gente había sido testigo de una posesión propia de 'El exorcista'. “La verdad y la mentira es aquello en lo que merece la pena dedicar una vida. ¿Para qué? Para que la verdad venza a la mentira y no la mentira venza a la verdad”, dijo el líder del PP. Una primera frase de lógica indescifrable y una segunda con una sintaxis retorcida hasta niveles heroicos en el intento de arreglar el primer tropezón.

Es cierto que a Feijóo le falta práctica para alcanzar los niveles máximos de la dialéctica marianista que su mentor perfeccionó a lo largo de una extensa carrera. Algunos conceptos básicos los tiene controlados, como la confusión interesada entre la economía de una familia y la de un Estado, todo eso de que una familia no puede gastar lo que no tiene y por tanto un Estado con un PIB superior al billón de euros, tampoco.

En otros asuntos, aún no tiene cogido el estilo del mentor. En el mitin del domingo en Cádiz, volvió a dejar claro que el PP es el gran favorito, pero que sus votantes no pueden dar la victoria por hecha. Falló con los ejemplos, las cosas que supuestamente tenían que abrir los ojos y oídos de los asistentes. “Ningún partido pide el voto para el Partido Popular”, dijo. No suena extraño. Si esos partidos quisieran que el PP ganara las elecciones, no se habrían presentado.

No fue Feijóo quien alcanzó las cotas más altas de marianismo en el mitin de Cádiz. Ana Mestre, que encabeza la lista electoral por la provincia, lo consiguió con tan sólo cuatro palabras, lo que revela un notable dominio de la disciplina. Después de pasar revista a una serie de propuestas del PP, las culminó con un resumen claro y tajante: “Soluciones lógicas, no ideológicas”. Si lo hubiera escuchado Mariano en persona, una lágrima se habría deslizado por su mejilla. Por su mejilla derecha, claro.

Si el día anterior Feijóo había reservado un momento del comienzo del discurso para elogiar a la ciudad que le escuchaba –“estar en Córdoba no es estar en cualquier sitio”–, también tuvo un momento el domingo para hacer lo mismo con Cádiz. Aquí tocaba elogiar a las personas, porque son muy graciosas. “Cuando te presentan a alguien y te dice que es de Cádiz, inevitablemente, piensas en el humor, en el talento y el arte que tiene la gente de Cádiz”, dijo. En el apartado de los tópicos en los mítines, se han dicho cosas peores.

Feijóo no mencionó directamente a Vox, porque es a Moreno a quien le corresponde ocuparse de contar que no tiene intención de gobernar con la extrema derecha. Lo que sí hizo fue hablar del populismo, que en ese discurso sonaba a descripción de Vox. A la política “se viene a unir, no a fragmentar”. El populismo vive de “dividir a la sociedad”. “Aquí no estamos para fracturar a la sociedad, a enfrentar a unos con otros”, dijo. Frente a Vox que tiene grabada en la mente la larga lista de enemigos con los que quiere ajustar cuentas, el líder del PP dijo que Moreno Bonilla “tiene un proyecto que no va contra nadie”.

Escuchando a Feijóo, sorprende que Moreno no sea el candidato a la presidencia de la Junta andaluza de todos los partidos que se presentan.

El líder del PP olvidó los sueños bucólicos marianistas cuando le tocó hablar del Gobierno de Pedro Sánchez. Ahí sencillamente aprovechó su buena suerte. La primera semana de la campaña andaluza ha coincidido con una serie de diferencias en el Gobierno de coalición imposibles de ocultar. Será que el calendario parlamentario ha beneficiado a la oposición o que el PSOE y Unidas Podemos no tenían las elecciones andaluzas como una de sus prioridades.

Feijóo disfrutó a la hora de relatar el listado de desavenencias internas del Gobierno, unas más reales que otras. Se refirió al proyecto de ley para acabar con la prostitución, al apoyo de Sánchez a Marruecos en el conflicto del Sahara y a un acuerdo sobre pensiones anunciado por Podemos que al final desmintieron los socialistas. Son asuntos diferentes y de distinta influencia, pero en cualquier caso también son las cosas que no deberían coincidir con una campaña electoral.

El discurso de Feijóo fue una mezcla del estilo de Rajoy y de las necesidades inmediatas de Moreno Bonilla. El PP andaluz está convencido de que las encuestas les favorecen porque estos tres años y medio de Gobierno en la Junta han tenido como prioridad enviar el mensaje de que no había que cambiar tantas cosas en Andalucía. Eso fue así porque el PP venía del peor resultado electoral en décadas. Se ha pasado del 'que viene la derecha' que agitaron los socialistas durante mucho tiempo a 'ya han venido y no ha sido para tanto'. Al menos, eso es de lo que presumen los populares.

Tres presupuestos pactados con Vox y ahora marcando distancias con su antiguo aliado. Miedo a que su electorado dé las elecciones por ganadas, pero sin resistir la tentación de presumir de que hay dos tipos de encuestas: las que les dan como ganadores y las que dicen que van a arrasar. El PP está dando los pasos para ser partido hegemónico en Andalucía antes de que se abran los colegios electorales, lo que quizá sea un exceso de optimismo. Eso sí que es algo que Mariano Rajoy nunca estuvo cerca de conseguir en su etapa al frente del partido. Al menos, puede decir que su estilo se ha reencarnado en el sucesor de su sucesor.

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